Huracanes simultáneos en agosto: el calor del Atlántico Norte ceba con «gasolina de primera» el pico de la temporada
EE.UU. se enfrenta a los fuertes vientos, precipitaciones y marejadas ciclónicas de Franklin e Idalia, que obliga a evacuar la costa oeste de Florida
Estados Unidos se prepara para la llegada del próximo gran huracán Idalia y su «daño devastador»

La última vez que dos huracanes convivieron simultáneamente en el Atlántico en un mes de agosto fue hace más de una década, en 2010. Este martes ha vuelto a ocurrir. Franklin, de categoría 4 sobre 5, azota la costa sureste de EE.UU., mientras Idalia se fortalece a su paso por el Golfo de México y va camino a Florida: «Puede pasar de categoría 1 a 3 en poco tiempo», avisa el meteorólogo Francisco Martín, de Meteored. Ambos podrían ser huracanes de gran intensidad, con vientos por encima de los 178 km/h, algo posible gracias a la temperatura de la superficie del mar: «Tienen gasolina de primera: mucho vapor de agua y mucho calor», dice Martín.
La temporada de huracanes del Atlántico ha entrado en su fase de máxima actividad ciclónica tropical, fijada entre finales de agosto y los primeros diez días de septiembre, con unas condiciones de base para estar alerta. «El escenario está preparado para una temporada anormal. Ha sido el inicio de temporada de huracanes más cálido registrado en el Atlántico», explica por correo el científico Daniel Gilford, de Climate Central.
El estado de Florida ha ordenado la evacuación de los residentes de su costa oeste ante la llegada del huracán Idalia, que podría volverse «extremadamente peligroso» tras su paso por las aguas a 31 grados del Golfo de México, según las autoridades estadounidenses. Franklin, de categoría 4, azota las Bermudas y la costa sureste de EE.UU., aunque la previsión es que vaya perdiendo fuerza progresivamente.
'Freno' hasta agosto
Durante las primeras semanas de la temporada, hubo dos fenómenos simultáneos luchando por imponerse en el Atlántico. Por una parte, el fenómeno El Niño, que se caracteriza por el aumento de temperaturas en la superficie del Pacífico ecuatorial pero también favorece vientos de cizalladura. Este tipo de viento cortante en altura entorpece la formación de huracanes en el Atlántico. Por eso, en un principio, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (NOAA, por sus siglas en inglés) calculó que la temporada de huracanes tendría una actividad normal. Cambió su pronóstico hace pocas semanas. Las temperaturas oceánicas inéditas han acabado ganando la partida, a la vez que el viento de cizalladura amainaba. «La temperatura del mar es tan anómala que va a pesar más que la cizalladura que ha generado El Niño», dice Martín.
Julio de 2023 fue el mes más cálido en la historia moderna, y las temperaturas de la superficie del mar este verano han estado en sus máximos históricos o rondándolos. Este es el combustible de los huracanes, cuyo funcionamiento se asemeja a motores térmicos que convierten esta 'gasolina', la temperatura del océano (energía potencial), en fuertes vientos giratorios (energía cinética). Y «las temperaturas extremadamente cálidas en el Golfo de México y el Océano Atlántico significan que hay suficiente combustible para que los huracanes giren rápidamente», dice Gilford.
Con todos los ingredientes a favor -vientos de cizalladura suaves, un mar templado y poco polvo africano en suspensión-, la NOAA prevé entre 6 y 11 huracanes esta temporada. Van por el tercero, a pesar de que lo normal es que el tercero llegue sobre el 7 de septiembre. Y el pico de actividad ciclónica coincidirá con una superficie oceánica que se mantendrá cargada de humedad.
Energía que se mantiene
«Toda esa energía está en el océano, y la mayor parte en la superficie. Necesita mucho tiempo para desarrollarse y tardará mucho en desaparecer. ¡Espere altas temperaturas durante el resto de la temporada!», cuenta por correo Mark Bourassa, profesor de Meteorología en la Universidad Estatal de Florida. El experto, además, reconoce que, en ausencia de otros factores, «el aumento de las temperaturas implica huracanes más fuertes».
La temperatura de los océanos tiene una inercia con respecto al sol, corrobora Martín. Aunque en el Hemisferio Norte comience a caer la incidencia de la radiación solar, el océano todavía tarda un tiempo en liberar toda esa energía acumulada. «Ahora el océano comienza a devolver el calor que ha recibido. A mediados de septiembre ese calor que empieza a caer ya no es sustituido».
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Con las cifras en la mano y en el corazón de la temporada de huracanes, para Gilford está claro que los trópicos probablemente permanecerán activos durante los próximos dos meses. «Es demasiado pronto para decir si esta es la temporada con mayor riesgo histórico, pero las personas que viven a lo largo de la costa del Golfo y la costa este deben permanecer alerta y preparadas para posibles impactos de huracanes».
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