parrillada mixta
Cómo disolver una manifestación
El primer policía que aplicó la estrategia de la disolución a partir de la desmoralización fue el 'mosso' Octavi
TVE examina a sus expertos
México lindo, querido y español
Antes incluso de la presentación del proyecto de reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana, inspirada por EH Bildu, los agentes de las Unidades de Intervención Policial, los antidisturbios de toda la vida, ya estaban lo suficientemente desprotegidos como para que cualquier encapuchado de ... las filas del 'apreteu' –en catalán o en vasco; traducen los intérpretes de las Cortes– se les subiera a la chepa y les abriera la cabeza. Como profetizó el sector del estropajo antes de la llegada del teflón y de la universalización de la antiadherencia, más vale maña que fuerza.
El primer policía que aplicó la estrategia de la disolución a partir de la desmoralización fue el 'mosso' Octavi, que hace ahora seis años combatió a la turba que lo rodeaba al grito de «La república no existe, idiota». Eso duele más que una pelota de goma y que siete porrazos, infligidos telemáticamente a todos los que sin participar en la algarada fueron ridiculizados a distancia, por elevación y a lo grande: idiotas, en plural, y sin dar un palo al agua.
Este cambio de paradigma y metodología, que pasa por ridiculizar al manifestante para desmotivarlo, sin necesidad de hacer uso de una fuerza policial que no cabe ya en la España de Mertxe y Arnaldo, hace incluso prescindibles a las UIP, que según explica el equipo de Marlaska «han participado en todos los grandes acontecimientos ocurridos en España en los últimos tiempos (Olimpiadas Barcelona 92, Exposición Universal de Sevilla 92, Presidencia española de la Unión Europea, reuniones de Jefes de Estado, Visitas de SS el Papa y otras altas personalidades, dispositivos de seguridad con motivo de la celebración de Cumbres internacionales, y eventos deportivos de importancia mundial)». Fin de la cita. Por lo visto no estuvieron en la Cataluña del golpe de Estado y del posterior 'tsunami'.
Sobran antidisturbios y falta pedagogía del descrédito, disciplina en la que TVE ha trabajado hasta perfeccionar el modelo patentado por La Sexta. La cosa consiste en montar la crónica de una manifestación –de fachas– como una antología de los 'Caprichos' de Goya. Se buscan y montan las pancartas más ofensivas, los rostros más alterados y avejentados, las declaraciones más salidas de madre y la simbología menos normalizada para componer una secuencia donde lo grotesco y lo goyesco, al aguafuerte, desincentiven el efecto llamada.
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