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lente de aumento

Una televisión de parte, una tele de mierda

Sánchez sí tiene la televisión que quiere, un ¿servicio público? del que servirse

Un sinvergüenza con enchufe

Plata o plomo desde el principio de los tiempos

Agustín Pery

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A lo que aspiro frente al televisor, que depende de factores tan aleatorios como mi grado de agotamiento, ya me lo cubren sobradamente las plataformas a las que estoy abonado. Pago por tener el mando de mis apetencias y mis tiempos. Ese lujo no estoy ... obligado a concedérmelo sino que es cortesía de las cuentas domésticas que administro en modo cooperativa con hermanos y cuñados, y algún amigo generoso. Pendientes, esos sí, de prescindir de algunas por falta de uso; economía doméstica, vamos. Es el precio de la libertad televisiva. Nada de eso hay cuando se trata de la televisión que nadie me ha preguntado si quiero tener, si me merece la pena, si me informa, si me entretiene, si me acompaña o me enerva; es un servicio público, punto. O eso dicen. No son ni siquiera lentejas porque la pago sin disfrutar, por ignotos, de sus beneficios. No sé, si al menos pudiera pagar en función del uso, pero RTVE tiene la tarifa tan opaca como plana y la financio con mis impuestos, para solaz del tipo que habita en Palacio. Él sí tiene la tele que quiere, un servicio del que servirse, con sus juglares, trovadores y bardos de cabecera.

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