CABEZA FRÍA
Compraremos armas a los turcos
La industria española no puede absorber pedidos por tantos millones: los puestos de trabajo serán para otros
El medallero creciente de albares
El Machista Motos y el feminista Iglesias
Diciembre de 2017. El portavoz de Defensa de Podemos, Julio Rodríguez, pide aumentar la inversión militar en el Presupuesto avisando que las Fuerzas Armadas van camino de convertirse en «insostenibles». «Hay que abrir a la sociedad el debate de la seguridad y la defensa», ... reclama en un foro de Infodefensa. El exJemad ejerce una gran y creciente influencia sobre el líder del partido, Pablo Iglesias. Quedan cuatro años para que Rusia invada Ucrania y en España gobierna Mariano Rajoy. Tres años antes, en 2014, se ha comprometido con la OTAN a llevar la inversión en defensa al 2% del PIB en 2024. El porcentaje aún no alcanza el 1%, pero las palabras de Julio Rodríguez constatan que es posible llegar a un pacto. Pedro Sánchez ya ha regresado a Ferraz y, en el mismo foro, el entonces portavoz de su partido, Ricardo Cortés, defiende que es «el momento de cambiar el ritmo en las Fuerzas Armadas» y «afrontar una estrategia de sostenibilidad» con un acuerdo entre partidos. Hay consenso para gastar más y empezar ya. Pero no hay voluntad política en Moncloa. Rajoy deja pasar la oportunidad. Cataluña. El procés. Puigdemont. El 1-O. Eso ocupa la cabeza del Gobierno.
Pedro Sánchez llega al poder seis meses después. Elecciones anticipadas en menos de un año, repetición de los comicios y primer gobierno de coalición. Iglesias, vicepresidente, y Julio Rodríguez, su jefe de gabinete, su mano derecha oficial. En el PP ya no está Rajoy sino Casado, que ofrece a Sánchez, entre otros, un pacto para la defensa. No hay contestación.
Llegamos a 2022. Rusia ataca a Ucrania y unos meses después España organiza la Cumbre de la OTAN siendo ya evidente que no alcanzará el 2% en 2024. Sánchez se compromete a ponerse las pilas y alcanzar ese porcentaje para 2029. En el PP ya no está Casado sino Alberto Nuñez Feijóo, que vuelve a ofrecer sus votos para trazar una hoja de ruta que permita, esta vez sí, alcanzar el objetivo. Lo expone oralmente. Envía la propuesta por escrito. El jefe del Gobierno no devuelve ni acuse de recibo. Y ahora llegamos a 2025. Ya saben ustedes lo que ha pasado.
Aquel diciembre de 2017 fue posible definir y pactar un plan a medio plazo para dotar a las Fuerzas Armadas de las capacidades necesarias. El esfuerzo hubiera podido ser progresivo y hacerse de la mano de la industria española para que lo absorbiera y revirtiera en creación de puestos de trabajo y aumento de la renta. Pero por la falta de voluntad política vamos a tener que hacer esa misma inversión ahora, deprisa y corriendo, con el riesgo de gastar mal ese dinero, y con nuestra industria no pudiendo asumir pedidos por tal aluvión de millones. Los puestos de trabajo y la renta serán para otros. Probablemente ni siquiera europeos porque todos los países de la Unión saldrán a comprar a la vez y la industria del Viejo Continente difícilmente podrá servir a todos. Sánchez tendrá que comprar a EE.UU. –ese que nos pone aranceles–, Corea del Sur o Turquía lo que no ha querido adquirir durante años a la industria española. Salvo que prefiera comprarle a China, que nunca se sabe.