Boris Johnson, con la vida resuelta tras su paso por la política: libros, conferencias e indemnizaciones

Pero con su salida del parlamento no acaba su carrera, ya que delante de sí tiene un jugoso panorama en el que su oratoria, su escritura, la indemnización a la que tiene derecho y hasta su paso por Downing Street en forma de biografía, podrían depararle no solo millones de libras esterlinas en ganancias, sino, además, ocuparle una gran parte de su tiempo ahora que, en lugar de vivir en el pequeño apartamento del número 11, se mudó con su esposa Carrie y sus hijos, un pequeño de 3 años y una niña de años medio, según la prensa local, a una casa de varias habitaciones cerca de la localidad londinense de Dulwich. La pareja espera en los próximos días el nacimiento de su tercer bebé juntos y el octavo, al menos reconocido oficialmente, del político.

Este viernes, se conoció que el exprimer ministro y exdiputado 'tory' volverá a sus raíces periodísticas y escribirá una columna semanal para el periódico 'Daily Mail'.

Hace unos meses, cuando le preguntaron qué le depara el futuro, el ex premier se limitó a responder que «realmente, seguir adelante con la vida». Una en la que habrá tiempo para dedicarse a las que en su página web oficial reconocía como sus pasiones: el ciclismo, la pintura y jugar al tenis, además de escribir. Es autor de casi una decena de libros, como 'Johnson's Life of London', 'Have I Got Views for You' y 'Dreams of Rome', aunque el más conocido es la biografía de su admirado Winston Churchill que se convirtió en 'bestseller', 'The Churchill Factor', así que no es especulativo decir que volverá a la palabra escrita. Sobre todo teniendo en cuenta que tiene pendiente desde el 2016 la publicación de una historia sobre Shakespeare por la que tiene un acuerdo firmado y ya hay grandes medios deseando que se decida a desempolvar en sus páginas sus dotes de periodista. Al menos así era hasta ahora, aunque pueda que el duro informe del Comité de Privilegios afecte su prestigio.

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La parte financiera también parece resuelta, ya que tiene derecho a una indemnización de 18.000 libras esterlinas, junto a una asignación anual de hasta 115.000, llamada «Public Duty Costs Allowance» (Asignación de costos de servicio público) que fue instaurada tras la salida de Margaret Thatcher y que, según el Gobierno, «se introdujo para ayudar a los ex primeros ministros aún activos en la vida pública a sufragar los gastos que supone» esa labor.

Pero los ex primeros ministros anteriores a Johnson también han hecho su agosto como oradores en eventos y conferencias privadas, por las que bancos y multinacionales están dispuestos a pagar cifras con muchos ceros a la derecha. Y si personajes como Theresa May, con una verborrea considerablemente menos grandilocuente que la suya se echó al bolsillo 1,86 millones de libras esterlinas en los dos años transcurridos desde que dejó Downing Street, según cifras de la publicación Insider, a Johnson su presencia escénica podría depararle mucho más si entra en la lista de compañías como Speakers Corner, que tienen entre sus ponentes a David Cameron y Gordon Brown. «Estoy seguro de que lo veremos a su debido tiempo», consideraba hasta hace poco esta empresa.

Sus memorias merecen mención aparte. Si la experiencia de cualquier inquilino del número 10 merece, probablemente, ser contada, la de Johnson tiene todos los elementos para ser un éxito de ventas: un divorcio, un matrimonio, el nacimiento de dos hijos, escándalos políticos a tutiplén, pandemia (con estancia en la unidad de cuidados intensivos y riesgo de muerte incluida), el Brexit, la guerra en Ucrania… De ahí que según fuentes del mundo editorial citadas por la prensa local, por sus memorias del último trienio podrían desembolsarle hasta un millón de euros.

Y mientras todo eso sucede, Johnson tendrá tiempo de pensar si quiere volver a luchar por el más alto cargo del número 10, una opción cada vez más improbable pero no imposible. Ya lo dejó caer en el final de su última intervención en los Comunes: «Misión cumplida en gran medida… por el momento. Hasta la vista, 'baby'!».