con permiso
El Gobierno se reinicia con el Banco de España como tierra conquistada
Pablo Hernández de Cos se marcha en unas horas. La legislatura vuelve a su ser de muros y zarpazos tras unas semanas de campaña europea para concluir que Teresa Ribera no quiere irse y que José Luis Escrivá no quiere quedarse. Las filas sanchistas están ansiosas por coger silla. Caiga quien caiga
EL GOBERNADOR INGOBERNABLE

El Día D de Pedro Sánchez ha llegado. Sin citas electorales en el horizonte cercano y perdidas las esperanzas de la oposición de una renuncia torera, el presidente del Gobierno se prepara para rearmar la legislatura y proseguir con su plan de ocupación de ... empresas e instituciones, armado con la coraza social de sus cartas a los ya convencidos.
El Banco de España pierde ya a uno de sus gobernadores más resolutivos de los últimos tiempos, Pablo Hernández de Cos, a quien ahora le esperan 24 meses de incompatibilidad antes de pasar por los tornos de una gran empresa privada desde donde alejarse de los focos de una actividad política socarrante.
El Gobierno no tiene la menor intención de pactar con el PP la nueva estructura de mando de la institución bancaria, pero hará ver a uno y otro lado del arco parlamentario que tiende la mano si, a cambio, se desbloquea el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). El plan de acción del sanchismo ha estado a medio gas durante las últimas semanas para no enseñar las garras antes de las elecciones europeas, a ver si así alguien se cree lo del fango y los bulos y termina votando a un partido socialista que ya no reconoce ni Felipe González.
Con salvar los muebles en Europa será suficiente para entonar el «somos más» y poner en marcha la apisonadora sobre empresas e instituciones que aún porfían del desembarco progresista. La vicepresidenta de lo 'verde', Teresa Ribera, no se quiere marchar a Bruselas y el ministro José Luis Escrivá no quiere quedarse con eso de la digitalización, pudiéndole echar el lazo al Banco de España.
Claro que para la silla de De Cos hay cola: además del ministro están Manuel de la Rocha, a quien ya adelantó por la derecha Carlos Cuerpo en la carrera por liderar la economía española –pero sin galones como su antecesora–, y la actual subgobernadora, Margarita Delgado, quien acumula simpatías nada menos que de Isidro Fainé en esta España nuestra avalada por La Caixa y vertebrada por el Real Madrid.
Currículum a la subgobernadora para dar el salto no le falta –y el precedente está ahí, cuando Miguel Martín sustituyó a Ángel Rojo–, y su 'amistad' con su avalador no es moco de pavo para este Gobierno, que tiene mil frentes abiertos con Fainé. Y Criteria es mucha Criteria. Además, la época de Delgado en Inspección del Banco de España en el delicado momento que vivieron las extintas cajas de ahorros le dio muchos puntos en su haber con el banquero de moda. Tantos como ser mujer, tener el 'know how' en la cúpula de la institución monetaria, haber estado próxima al socialismo con su anterior nombramiento, al tiempo de ser el camino más rápido, directo y menos polémico. Veremos.
Mientras, Teresa Ribera y su marido, Mariano Bacigalupo, no han montado todo el tinglado energético sostenible para tener que largarse ahora a tierras desconocidas. Reniegan de pisazos en Bruselas, por mucho que les tienten con la idea de que en aquellas lejanas y administrativas tierras podrían vivir a tutiplén, sin reparar en gastos. Ribera no acepta que el PNV quiera mandarla cuanto más lejos mejor por erosionar nada menos que a su Repsol del alma y a alguien tan querido como su presidente, Antonio Brufau. Mientras, Ignacio S. Galán ficha a la hija 'youtubera' de Andoni Ortuzar para Iberdrola, que ya se sabe que a los santos se les adora por la peana.
En esa España que se reactiva mañana hay no pocos echando cuentas de cuánto tardará en llegarles su San Martín, porque Sánchez no conoce a nadie y lo mismo se pone la gorra de UGT que la guayabera de Carlos Barrabés para no salpicarse con la sangre amiga. El reto es llegar al otoño con buena parte del tejido corporativo tomado y una colección de camaradas reconvertidos en consejeros independientes para anular el sistema inmune de las compañías estratégicas.
Y... ¿por qué otoño? Porque en otoño llegarán los temidos hombres de negro a España con un severo plan de ortodoxia fiscal para los próximos cuatro años, y a partir de ahí no será posible desviar recursos públicos para comprarse empresas ni para alimentar sueños húmedos digitales en Indra o en Red.es. Hay prisa. Ya van tarde y hay toda una legión de estómagos agradecidos haciendo cola para ofrecer sus servicios. Que le pregunten a Carme Artigas, ex secretaria de Estado y expresidenta de Red.es, quien perdió el vuelo del consejo de administración de Airbus y ahora acaricia el de Telefónica, desde el que ajustar viejas cuentas con algunos a los que no les llega la camisa al cuello, por muy 'Supermanes' que se tengan.
En la recámara queda la opa del BBVA, el futuro de Talgo y el presente de Naturgy. Amén de un escudo antiopas pre-Covid que no se sostiene más legalmente. Poca cosa para un Ejecutivo que prepara el desembarco de la mayor armada de afines nunca antes reunida para borrar cualquier atisbo de oposición y justificar toda acción propia, reemplazando el control parlamentario y mediático por el género epistolar bélico. Lástima que aquí no haya estrategas sino oportunistas, ni gente interesante sino interesada.
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