Ketamina, LSD y setas alucinógenas: las drogas que consumen en Silicon Valley para aumentar la creatividad
La nueva moda en la cuna de la tecnología es el uso de psicodélicos para evitar los bloqueos e intensificar la productividad
La 'cara B' de Silicon Valley sale a la luz a golpe de escándalo

El estrés y el consumo de drogas siempre ha ido de la mano en las altas esferas, la dinámica no es nueva. Sin embargo, una tendencia ha tomado protagonismo en el corazón de la innovación tecnológica: el uso de psicodélicos durante la jornada laboral ... . Este fenómeno, lejos de ser un pasatiempo recreativo, se ha convertido en una herramienta para potenciar la creatividad y la productividad.
La forma de consumo 'viral' en Silicon Valley es el 'microdosing' o microdosificación. Esta práctica consiste en ingerir pequeñas cantidades de sustancias alucinógenas para estimular el cerebro y de paso ocultar o disimular los síntomas de intoxicación para el resto de personas. En concreto, toman una décima parte de lo que se consume comúnmente, alrededor de 0,1 a 0,3 gramos de hongos secos u otras drogas psicodélicas.
'The Wall Street Journal' afirma que nombres conocidos como Elon Musk o Sergey Brin —cofundador de Google— consumen ketamina o psilocibina, presente en las setas alucinógenas, para lidiar con sus responsabilidades al frente de negocios en los que innovar es una necesidad. De hecho, Steve Jobs confesó en más de una ocasión haber consumido LSD y marihuana para superar sus propios bloqueos mentales.
A raíz de la publicación del artículo de 'The Wall Street Journal', Musk dijo que creía que la ketamina es mejor manera de lidiar con la depresión en comparación con los antidepresivos más recetados que «zombifican» a las personas. El magnate inventor de Tesla y SpaceX ya tuvo una polémica muy sonada con las drogas en 2018, cuando apareció fumando marihuana en el podcast 'The Joe Rogan Experience', que provocó la caída en bolsa de Tesla y la dimisión de varios directivos de la empresa. Desde entonces, la compañía ha intensificado los controles para detectar el uso de sustancias entre sus empleados.
Depression is overdiagnosed in the US, but for some people it really is a brain chemistry issue.
— Elon Musk (@elonmusk) June 27, 2023
But zombifying people with SSRIs for sure happens way too much. From what I’ve seen with friends, ketamine taken occasionally is a better option.
'Terapias alucinógenas'
Spencer Shulem, CEO de la startup BuildBetter.ai, afirma al medio americano que usa LSD mínimo una vez cada tres meses para mejorar su concentración, ser más creativo y pensar con claridad. «No quieren una persona normal porque no son una compañía normal», argumentó. «Quieren algo extraordinario, y no naces extraordinario». Shulem comenta también que es precavido a la hora de hablar de su ingesta de alucinógenos en el trabajo, porque no quiere alentar a sus compañeros a seguir sus pasos. «No voy a tener un seminario sobre la alegría de consumir drogas», mencionó.
Pese al creciente interés de los protagonistas más destacados del entorno de Silicon Valley por las 'terapias alucinógenas', la política de muchas empresas frente al uso de drogas entre sus empleados continúa siendo inflexible. No obstante, parece que la ingesta de estas drogas es algo rutinario, incluso, parte de la cultura empresarial. Y eso supone que no solo se hace en los despachos de los jefes, sino que se ha extendido al resto de la plantilla. «Ahora mismo», indicaba Karl Goldfield en 'TWJ', «hay millones de personas que toman microdosis de psicodélicos».
Este antiguo consultor de ventas y marketing de San Francisco asesora informalmente a amigos y conocidos del mundo de la tecnología sobre cómo calibrar la dosis adecuada para lograr el efecto deseado. Es «el camino más rápido para abrir la mente y ver con claridad lo que ocurre», afirmó.
Distintos ensayos clínicos avalan las ventajas de las microdosis para afrontar trastornos depresivos, mentales o de adicción, pero en el círculo tecnológico estas sustancias no siempre se administran bajo control facultativo. Las estrellas tecnológicas están ansiosas por diferenciarse de las masas, a pesar del peligro que esta práctica pueda conllevar.
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