tribuna abierta
Ni una piedra
Sin grandes presas, Andalucía no resolverá el problema del déficit hídrico y la disponibilidad del agua. Y es evidente que el wokismo ecologista sigue pesando como una losa

Cuando se nos presentó el último Plan Hidrológico del Guadalquivir, la administración justificó la exclusión de algunas obras hidráulicas, que venían recogidas en planes anteriores, con la siguiente razón: se trata de planificar lo que efectivamente se va a hacer. Y dado que los regantes ... hemos venido denunciando insistentemente, desde hace lustros, que los planes hidrológicos, en lo que a infraestructuras se refiere, son auténtico papel mojado, que nada de lo que allí se dice luego se ejecuta, nos pareció una explicación plausible y nos la creímos. Nos creímos que efectivamente, en esta ocasión, la intención de la administración era recoger en la planificación sólo lo que había intención real de ejecutar. Y votamos a favor del Plan.
Superado el ecuador del ciclo hidrológico, los regantes nos empezamos a plantear si hicimos bien al dar nuestro voto favorable. Porque la realidad es que no se ha comenzado ni una sola obra en el Guadalquivir. Si la voluntad fue planificar las obras que iban realmente a ejecutarse, esa voluntad de momento no se nota, o se nota más bien poco, porque ni una piedra se ha movido para levantar esos nuevos embalses. Y lo que decimos del Guadalquivir, de competencia estatal, podemos decirlo también de las cuencas litorales, de competencia autonómica. Los avances en la ejecución de la planificación son mínimos y lentos, y en todo caso previos a la ejecución de ningún proyecto. Y para que nadie se piense que éste es un retrato de trazo gordo, haré un breve repaso por los nombres propios concretos de las inversiones planificadas y no ejecutadas.
En el Guadalquivir, el único avance significativo es la redacción del embalse del Agrio. Redacción, insisto, que no ejecución. De las presas de Cerrada de la Puerta y San Calixto, nada o casi nada. Estudios previos o ni eso: aún más lejos de que se mueva una piedra para construirlos. En el Tinto-Odiel-Piedras, lo que tenemos no es menos desolador. La presa de Alcolea, parada por decisión unilateral del Estado. Coronada, Pedro Arco y Corunjoso en fases muy anteriores a la redacción de proyecto. En el Mediterráneo, parecido. Sólo Gibralmedina en redacción de proyecto. De Cerro Blanco y Recrecimiento de la Concepción, sin noticias. Y en Guadalete–Barbate, de la presa del Álamo, más de lo mismo, o sea, más de la nada.
Y todo eso en un momento en el que el agua no se ha caído de los titulares de los medios hasta hace relativamente poco. El propio presidente de la Junta de Andalucía dijo que su legislatura iba a ser la legislatura del agua. Y aunque los esfuerzos del Gobierno andaluz en regeneración y desalación y en general en infraestructuras para reforzar el mix hídrico están siendo notables, y son muy valorables, lamentablemente no apreciamos la misma determinación en las obras de regulación, que son tan necesarias como las anteriores. Sólo ahora la Junta de Andalucía sí parece que va a sacar una convocatoria de ayudas para la ejecución de balsas. Con un presupuesto de 13 millones que es manifiestamente insuficiente, eso sí. En cualquier caso, es un primer paso que se aprecia y se aplaude.
Pero no es bastante. Sin grandes presas, Andalucía no resolverá el problema del déficit hídrico y la disponibilidad del agua. Y es evidente que el wokismo ecologista sigue pesando como una losa, pues de lo contrario no se entiende esa lentitud incluso con las obras aprobadas en la planificación. ¿Cuál es el problema? ¿Por qué, pasada la mitad del ciclo hidrológico, estamos casi igual que al inicio? ¿No se habían planificado sólo las obras que iban realmente a ejecutarse? Pues no, parece que no, ni porque estamos en sequía. A este paso, no es que no llegaremos a la próxima sequía. Es que no llegaremos a la próxima de la próxima.
Si las lluvias de primavera no lo remedian, cuando comience la próxima campaña, serán siete años, siete, los que llevemos los agricultores soportando restricciones y dotaciones deficitarias. La percepción de la gente es que los embalses están llenos. Pero nada más lejos de la realidad. ¿Y cómo es posible, «con todo lo que ha llovido»?, suelen preguntarnos. La respuesta es muy sencilla: ha llovido sobre todo en la zona noroccidental de Andalucía (Huelva, Sevilla y parte de Córdoba), lo que ha significado aportaciones en los embalses de esas zonas, dedicados principalmente a abastecimiento. Pero en la zona sur y oriental de Andalucía ha llovido mucho menos y las aportaciones a los regantes no han sido demasiado significativas.
La situación de la Regulación General, al 30% de su capacidad, en la Cuenca del Guadalquivir, es fiel reflejo de que la sequía no ha acabado. Al menos para el regadío no lo ha hecho. Si no hay precipitaciones de aquí a mayo, tendremos restricciones de más del 60%. Y así y todo, las obras hidráulicas están más paradas que una caravana de tortugas. Discúlpenme el chascarrillo, que es muy malo. Uno ríe por no llorar.
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