perdigones de plata
Niños ricos
Unas 300 personas atacadas por el síndrome del 'pobre niño rico' orbitan en Davos para explicar que desean aflojar más pasta
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La zapatiesta de Davos ha generado labores extra para las meretrices de lujo que levantan, según dicen, 2.500 pavos, tarifa sometida a la oferta y la demanda, por una noche de compañía. De la economía circular a la cama redonda, de lo sostenible a la gimnasia lúbrica ... y de lo vegano a la carne cruda sólo hay un pequeño paso para algunos de los ventripotentes que viajan en su jet mientras hilvanan el sermón de su tabarra. La soledad de algunos gerifaltes que corcovean calentorros en la cúspide se alivia con la chequera. Qué triste, este cambalache.
Sin embargo, Davos también brinda un lado divertido con esos querubines que heredaron formidables fortunas y que quieren pagar más impuestos. Casi 300 personas atacadas por el síndrome del 'pobre niño rico' orbitaron en la villa Suiza para explicar que desean aflojar más pasta mediante subidones impositivos. Durmieron en cunas forradas de oro, crecieron entre algodones de azúcar, les regalaron un poni cuando el acné de la pubertad, acudieron a internados de privilegio y, entonces, una mañana, se les despertó la conciencia. Que hay que pagar más impuestos, aseguran. Bueno, pues que desenfunden sus carteras y, mientras les aplican cirugía de adelgazamiento mediante normas, leyes o lo que sea, que imiten a Jesse Pinkman en aquel episodio de 'Breaking Bad' en el que a bordo de su coche lanza fajos de billetes alfombrando un suburbio. Es curiosa el alma de esta sensible mocedad… Precisan penitencia para amortiguar sus remordimientos. Necesitan nuestro perdón por heredar tantos millones y pretenden implicarnos en la jugada. No no, majo, paga tú que a mí ya me esquilman los bolsillos, que soy autónomo. A muchos cachorros de los jerarcas del franquismo les sucedía lo mismo, por ejemplo a buena parte de la 'gauche divine' catalana. Abrazaron el lado zurdo de la vida para escaquearse, de boquilla, de los presuntos beneficios que sus progenitores obtuvieron cuando mandaba Franco. Pero no consta que renunciasen a la herencia. Más listos que los otros niñatos sí eran.
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