PERDIGONES DE PLATA
Dolor y placer
Espero que el Gobierno, tras tantos vapuleos por parte de Junts, estipule un vocablo cuando el dolor resulte insoportable
Menoreros (8/1/2024)
Arévalo (5/1/2024)
El cuero, el látex, las fustas, los látigos, las cadenas, los correajes, los grilletes, los tacones afiladísimos y, en fin, esa especie de bola roja que le encajan al masoca contra sus fauces y que nunca he tenido muy claro para qué sirve… Jamás podría ... participar en el universo del sadomaso por miedo a recibir un bofetón, en primer lugar, y luego porque con tanta parafernalia, con tanto atrezo, con tanto disfraz, me entraría la risa. Me sería imposible concentrarme en lo fundamental. Frente al éxito garantizado, gatillazo asegurado.
Ahora bien, que uno se lo monte de clásico en los terrenos sagrados de la alcoba no me impide respetar los pasatiempos del prójimo. Paul Giamatti interpretaba a un fiscal tan astuto como peleón de Nueva York en la serie 'Billions' y, de vez en cuando, necesitaba sesiones de jarabe de palo que su mujer le administraba con brío. Pues me alegro. Algunos opinan que sólo una delgada línea roja separa el dolor del placer. Pero uno, aún a riesgo de parecer un cobarde de querencias normaluchas, prefiere abrazar el placer y evitar el dolor. En el universo de los gozos sadomasoquistas, de todas formas, si el asunto se desmadra y se desliza hacia cumbres de difícil retorno, los que participan en tales cuchipandas pactan una palabra clave que paraliza el reparto de galletas. Por ejemplo, si uno recibe una tunda demasiado gloriosa y grita «¡chanchullo!», que era la palabra clave, entonces la persona que propinaba los fostios frena de inmediato su actividad. En consecuencia, espero que nuestro gobierno, tras recibir tantos vapuleos por parte de Junts, estipule un vocablo cuando el dolor resulte insoportable. De momento, si observamos sus satisfechas sonrisas teñidas de un notable y culebroso masoquismo cada vez que ceden ante Junts, se diría que lo llevan estupendo, incluso que disfrutan bárbaro porque se sienten vencedores en su permanente derrota. Pero no conviene exagerar, un día les sacarán un ojo, o les romperán varias costillas, y tampoco es eso. Todo tiene un límite. O no.
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