Un hediondo gatuperio

La catedrática Begoñísima, Dulcinea del Régimen del 78, choni de nuestras entretelas, empleaba para sus negocios a personal contratado por el Estado que, sin rebozo alguno, formulaba requerimientos y ofrecía golosinas desde Moncloa. La catedrática presionaba desde dependencias de la Presidencia de Estado a empresas reguladas (cuya cuenta de resultados depende en gran medida del trato que les dispense el Gobierno) para que pasasen por caja… Un hediondo gatuperio que usaba como trampolín su vínculo conyugal. Pero el doctor Sánchez y sus loritos con púlpito en la prensa nos repiten con frenesí de maniáticos que este gatuperio es una creación de la «máquina del fango».

En cualquier país donde rigiese el imperio de la ley, un gatuperio tan sórdido y evidente significaría el fin de la carrera del sátrapa que lo permite y ampara. Pero la partitocracia del Régimen del 78 ha creado un «marco mental» del que ha quedado expulsada la nefasta manía de pensar; y así la catedrática Begoñísima y el doctor Sánchez pueden tranquilamente mearnos en la jeta y presentarse como víctimas (de la «ultraderecha», de los «seudomedios», de cualquier conjura judeo-masónica que se les pase por el caletre o por el tafanario), porque saben que disponen de millones de zombis adscritos a su negociado ideológico que los defenderán a muerte, aunque se descubriera que celebran misas negras y se alimentan de niños crudos. Y este ejército de zombis creado por el rifirrafe partitocrático (que, por supuesto, también provee de otro ejército al negociado ideológico adverso) es el más terrible legado del Régimen del 78, que ha conseguido fanatizar, dividir y enviscar a la sociedad española, debilitando sus defensas, mientras las oligarquías partitocráticas se hacen fuertes y se dedican a mearnos en la jeta. Cuando cuentas con un ejército de zombis dispuesto a sostenerte en el poder a piñón fijo, con el único afán de evitar que gobierne el contrincante, las dimisiones se vuelven innecesarias; y puedes convertirte sin rebozo en un «tirano de las leyes» con el apoyo de la mayoría (que, de modo declarado o mediante circunloquio, en el Régimen del 78 siempre controla el partido de Estado refundado por la CIA).

El doctor Sánchez va a seguir en el cargo aunque el gatuperio de la catedrática Begoñísima quede desvelado, incluso si se demostrase que él mismo participó en sus enjuagues. Pues, aunque un juez los acuse de malversación, siempre habrá un tribunal superior que los exonere. Las leyes, en el Régimen del 78, están al servicio del que manda.