tiro al aire
Trump hace grande a Sánchez otra vez
Para que haya un héroe lo primero que se necesita es un villano. Eso lo sabe el sanchismo como lo sabe el populismo
Presunto inocente
Para esto sirve un periodista
No negaremos que la situación lo requería. Urgencia, celeridad, respuesta contundente. Pero también queda claro que aparecer tan sólo horas después de que lo hiciera Trump es aprovechar la cresta de la ola. Para eso están los gobiernos, para solucionar ya todos los problemas ... a los que nos enfrentamos los ciudadanos. Por supuesto, el presidente del Gobierno elige cuándo sale y cuándo no. Cuándo desaparece y cuándo reflexiona. No hay mejor forma de hacer país que unirse frente a un ataque extranjero. Por eso Trump sostiene ahora que el resto del mundo, hasta la última isla habitada sólo por pingüinos, es el enemigo comercial de EE.UU. Por eso Sánchez está al quite. Es el estratega más raudo ante cualquier afrenta a nuestro país. Salvo cuando hay que nombrar la palabra rearme. Me están entendiendo.
Y a lo que vamos: Pedro Sánchez ha estado más rápido que la luz para aprovechar el destello que le ha brindado Trump con los aranceles. Porque para que haya un héroe lo primero que se necesita es un villano. Eso lo sabe el sanchismo como lo sabe el populismo como lo sabía Vladimir Propp. 'Morfología del cuento' llamó al libro en el que diseccionó los elementos esenciales de un cuento. De una narración, de un relato, para que vean que no estoy mezclando churras con merinas.
También hay cuentos políticos. Cualquier personaje se convierte en héroe potencial ante un gran reto. Trump tira la piedra. Sánchez recoge el guante. Relato ganador. Por supuesto que no hay duelo. Imagínense ahora mismo a Trump en la Casa Blanca maldiciendo la valiente respuesta de Pedro Sánchez a sus aranceles. Visualicen. Anglosajón frente a latino blandiendo sus espadas.
Trump es un cuentista que ¿cumple? y Pedro Sánchez un actor que borda el papel de salvador. La verdad es que se lo ponen en bandeja. Ahora por partida doble. Doble pájaro. Trump dispara con aranceles. Sánchez, aquí sí, se rearma. No importa si le creen o no, o si la verdadera solución sólo puede llegar desde Bruselas. La consecuencia –para el relato– es la misma: el problema de Feijóo crece. Porque ese socio al que en Génova creen que hay que poner ojitos, al no criticar a Trump, emborrona las opciones de futuro del bloque. Ergo, Sánchez se hace más grande. Es el juego aritmético de la política y ya saben quién juega muy bien en ella.
También es cierto que el cuento arancelario tiene un final incierto. Y muchos más actores, de China a Bruselas, de los que yo podría nombrar en estas 500 palabras. Y estos más caras de las que nos muestran. La única certeza en la guerra comercial que ahora nos acecha, no sólo en lo económico, sino también en lo político –¿no es casi lo mismo?– es que no se puede asegurar nada. Salvo una cosa: Sánchez nunca deja escapar una oportunidad protagonista.
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