una raya en el agua
El manual de la pandemia
Saldremos más fuertes, transformación, resiliencia: los platos del covid recalentados en el microondas de la verborrea
La pizarra
Involución autárquica
Donde la mayoría de los gobernantes del mundo ven un problema, Pedro Sánchez contempla una vía de escape, un burladero donde disimular o minimizar sus propias dificultades. Sucedió con el covid, que aprovechó para reforzar su poder desmantelando controles institucionales; con la guerra de ... Ucrania y la subsiguiente inflación, pretexto para posar ante Europa como socio fiable y para aumentar el gasto social a base de transportes gratis y subvenciones clientelares; y si no pasó con la dana de Valencia fue porque la huida de Paiporta frustró su autorrescate al hacerle quedar como un cobarde. Ahora se le ha aparecido Trump con los aranceles bajo el brazo y en vez de un contratiempo ha visto un regalo, una oportunidad de impostar liderazgo, presentarse como adalid del progresismo en discursos televisados, volver a sacar la chequera previamente engordada a base de impuestazos y compensar el fiasco en que ha devenido el plan de enésima resurrección de Franco.
Había que oírlo el otro día invocar la intangibilidad de «nuestros valores y nuestros principios», esos que ha vendido a plazos al separatismo. Con ese tono solemne de estadista dispuesto a mantener el país unido frente a un período de fatigas, obstáculos y sacrificios. Esto no sólo lo sabe hacer, sino que es su papel favorito al menos hasta que llega la hora de gestionar sus propios compromisos. Sin presupuestos ni aliados para aprobarlos –sólo pudo prometer 'reasignaciones' de recursos– pero convencido de su capacidad de sacar partido de este protagonismo en un momento de incertidumbre y desasosiego colectivos. Sin reparos para exhibir de fondo el cartel de «compra lo tuyo, defiende lo nuestro», exhortación autárquica similar a la del propio causante de los desvelos que atenazan al libre comercio. Y sin ahorrarse la tradicional cháchara de sintagmas huecos como «mayoría social», «vocación de diálogo» –¡¡él!!– o «pensamiento de suma cero».
Hasta echó mano del «saldremos más fuertes», la proclama paulocoheliana que utilizó para decretar el confinamiento más largo y estricto de las naciones europeas. El manual de la pandemia de nuevo como programa de acción, como plataforma estratégica. Transformación y resiliencia, otro plato recalentado en el microondas de la verborrea. Y al final, claro, la mirada hacia China, salida de emergencia excavada desde hace tiempo por Zapatero con su mercenaria tarea de lobista. Una solución aparentemente razonable ante la necesidad inmediata de encontrar vías de exportación distintas si no fuera porque, además de tratarse de una dictadura comunista en plena fase expansiva, supone renunciar a la vocación atlántica sobre la que España ha construido su identidad cultural y política. Da igual: se trata de utilizar todo lo que sirva para intentar dar la vuelta a las malas expectativas rentabilizando la aparición providencial de un villano de película.
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