El PSC rompió la disciplina de voto del PSOE en 2013 para dar su apoyo al referéndum
Sánchez cerró en 2017, con la Declaración de Barcelona, la fricción con el PSC al asumir su marco nacionalista
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El PSOE y el PSC son dos partidos distintos. El primero tiene presencia en toda España, menos en Cataluña, y el segundo, solo en Cataluña. Cada uno elige a sus dirigentes y aprueba sus resoluciones congresuales. Elaboran las listas electorales de manera independiente. Pero ... el PSC, sus militantes influyen, votan y pueden hasta liderar el PSOE (Carme Chacón fue un ejemplo de ello), mientras que los militantes del PSOE no deciden en el funcionamiento de la organización de los catalanes. La relación es asimétrica.
El PSC antepone «Cataluña» al PSOE y ni se plantea el dilema con «España». Lo dijo José Montilla en 2008 ante José Luis Rodríguez Zapatero, secretario general del PSOE y presidente del Gobierno: «Los socialistas catalanes te queremos bien, te queremos mucho, pero aún queremos más a Cataluña». Y la definición de España la dio Miquel Iceta: «Nación de naciones».
Con esta premisa, la convivencia entre los socialistas catalanes y sus 'primos' del resto de España, desde que en 1978 la federación catalana del PSOE desapareció para unirse a dos grupos socialistas de corte nacionalista, dando lugar al PSC, se ha conllevado sin grandes altibajos. Eso sí, con dos renuncias en el seno del PSC: la militancia, olvidándose de sus raíces culturales castellanoparlantes; y los dirigentes, a sus aspiraciones nacionalistas. Pero no siempre fue así.
El «derecho a decidir»
Cuando el 'procés' entró en la fase de no retorno al marco constitucional, el PSC eligió «Cataluña» tal y como Montilla había advertido. En febrero de 2013, por primera vez, los catorce diputados del PSC en el Congreso (menos Chacón) votaron a favor del eufemismo «derecho a decidir», es decir, a favor de un referéndum de independencia, y en contra de la orden del PSOE, cuyas señorías –incluido un joven Pedro Sánchez– votaron «no» a la resolución planteada por CiU.
Entonces, el primer secretario del PSC era Pere Navarro, que unas semanas antes había protagonizado una intervención inexplicable en el Parlamento de Cataluña, al anunciar que los socialistas se abstendrían «en todas y cada una de las votaciones» que hicieran referencia al «derecho a decidir», iniciativa de ruptura de Artur Mas. «El PSC quiere que los catalanes podamos decidir en un referéndum legal, acordado y vinculante», añadió.
La indisciplina del Congreso se saldó con la máxima sanción que recoge el reglamento del grupo parlamentario del PSOE, entonces controlado por Alfredo Pérez Rubalcaba: 600 euros de multa a cada uno de los díscolos. No fue suficiente. Ocho meses después, el Congreso aprobó una moción de UPyD recordando que el «derecho a decidir» le corresponde a todo el pueblo español. Los diputados del PSC se abstuvieron. La sanción fue menor.
Entre una y otra votación, Rubalcaba trató de cerrar heridas con la Declaración de Granada (julio de 2013), que recogía algunas de las demandas del PSC, sobre todo en materia lingüística, económica y judicial. No sirvió de nada. Navarro no renunció al «derecho a decidir» y solo se llegó a una entente como reacción defensiva al pacto que Mas firmó con Oriol Junqueras para acelerar el 'procés'. ERC, por un lado, y Ciudadanos, por el otro, empezaron a comer el terreno al PSC.
Luego llegaron, en Cataluña, la consulta del 9-N (2014), las elecciones 'plebiscitarias' de 2015, la CUP enviando a «la papelera de la historia» a Mas (2016) y la llegada de Carles Puigdemont a la Generalitat. En Ferraz, Rubalcaba dio paso a Sánchez (2014), que tras ser expulsado por los barones (2016) ganó unas primarias (mayo de 2017) y cambió los estatutos para eliminar injerencias intermedias entre el secretario general y la militancia.
Declaración de Barcelona
Sánchez devolvió al PSC los favores de su apoyo en las primarias y el «no» de sus diputados a Mariano Rajoy (octubre de 2016) en lugar de abstenerse. En julio de 2017, Sánchez firmó con Iceta la Declaración de Barcelona, vinculando al PSOE con las demandas nacionalistas del PSC. España pasó a ser un lugar con una «realidad plurinacionalidad», en lugar de «un Estado plural y descentralizado».
Sin barones y 'colonizado' por el PSC, Sánchez controla el partido sin oposición. Las listas al Congreso se hacen desde Ferraz y Pallars. El 87% de los militantes del PSOE y el 85% del PSC, sin conocer los pactos con los secesionistas ni la ley de amnistía, ratificaron el acuerdo para mantener La Moncloa. «Luchar por la Constitución no es épico», decía hace unos días un militante del PSOE. «La amnistía, no se la merecen», apuntaba uno del PSC.
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