Keboute Faty: de Senegal a Huelva cultivando esperanza
De sus 16 años en España, una década la pasó viviendo en una chabola. Ahora atraviesa su etapa de mayor estabilidad en Lepe, donde trabaja y tiene al fin un techo
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La de Keboute Faty es la historia viva de que no sólo hay dificultades e inseguridad en el periplo del emigrante. La llegada al país que se dibuja como destino mejor a menudo está plagada de desventuras.
Este senegalés de 35 años abandonó su tierra ... hace ahora 16. Durante todo ese tiempo, más largo para quien sólo cuenta entre sus activos la destreza y el conocimiento de la labranza y la agricultura, pasó una década durmiendo en el asentamiento chabolista junto al cementerio de Lepe, que ya es prácticamente historia, y algunos años en una estructura a medio cimentar.
La paradoja de la vida le llevaría a saber que, años después, su historia se reconstruiría a la par que la del edificio, pues es uno de los 39 temporeros que habitan en la residencia de trabajadores del municipio lepero desde su inauguración, retrasada en varias ocasiones.
«Mi mujer no sabía que yo vivía en una chabola, pero yo no le mentía porque nunca me lo preguntó», recuerda Keboute acerca de su etapa entre cartones y plásticos en la que, paradójicamente, tenía un empleo con contrato legal. Pese a todo, se encontraba mejor que durante el tiempo que pasó en Cataluña, recién llegado a España y donde apenas se sustentaba con «labores de carga y descarga».
En 2014 'aterrizó' en Lepe, alentado por un conocido que aseguraba que el trabajo en la recogida de la fresa y la naranja no le iba a faltar.
Lo que más valora, sin duda, es tener un techo. No es para menos. Actualmente abona una cuota diaria que le da acceso a una habitación compartida -precisamente con otro hombre de Senegal- y a una cocina. La Junta de Andalucía financió las obras de esta institución de titularidad municipal cuya gestión corresponde a la Fundación Samu.
Aunque reitera su agradecimiento, afirma que su «sueño» es poder alquilar un piso. Allí en Lepe, pues se siente integrado. De esa forma podría estar con su familia -tienen tres hijos de entre 2 y 11 años-. Así podría abrir la puerta de una nueva etapa en la que, al fin, poder cultivar la esperanza.
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