Mayo festivo
Feria de Córdoba: el subalquiler de casetas supera ya el 80 por ciento del total de permisos en el Arenal
Las bases limitan la práctica a la restauración, pero muchas entidades la entregan por completo a empresas
La difícil rentabilidad y la dificultad para los turnos hace que para la mayor parte sea una opción fácil
El modelo de las casetas tradicionales resiste a la crisis de la Feria de Córdoba con casi el 20% del total

Ni botellón, ni discocaseta, ni privatización. Si hay una palabra maldita al hablar de la Feria de Nuestra Señora de la Salud de Córdoba esa es subarrendamiento o subalquiler. Es un tabú del que se habla cuando no hay micrófonos delante, y como tal tiene también su eufemismo: prestación de servicios. No se deja la caseta concedida, en manos de un tercero, algo que las bases prohíben de forma expresa, sino que se le contrata para cierto servicio, aunque la entidad que la tiene concedida se hace cargo de ella para el resto.
Del subarrendamiento de las casetas no puede haber entonces cifras, porque es una práctica que no se permite, aunque tampoco se persiga, pero todas las fuentes consultadas por ABC, que no señalan a nadie, insisten en que estarían entre el 80 y el 90 por ciento de las que están en el Arenal. Es decir, casi todas las que no pertenecen a la Asociación de Casetas Tradicionales y algunas excepciones más.
El punto número 6 de las bases de la cita establece que «las autorizaciones concedidas son intransferibles y sus titulares vendrán obligados a gestionar directamente la caseta sin poder traspasarla o enajenarla».
Algo más abajo se insiste en ello: «Se controlará especialmente por el Ayuntamiento, desde el periodo de montaje, aquellas casetas que solicitadas por una asociación se traspasa a terceros para terminar siendo un restaurante o una caseta joven». No hay constancia de actuaciones ni diligencias en este sentido en las últimas décadas, pese a que para muchos es un secreto a voces.
Las bases no prohíben, eso sí, que haya servicios que se encarguen a una empresa especializada. La mayoría de las casetas de la Feria de Córdoba están concedidas a entidades y asociaciones, y pueden encargarse ellas mismas de gestionarla de manera íntegra, desde el montaje a la cocina y la atención de los clientes, pero las bases también establecen que al entidad puede encargar a un tercero «la gestión de la barra y la cocina».
Es el caso de las integradas en la Asociación de Casetas Tradicionales, para las que se contemplan días de cierre de acción institucional. Nada más: los representantes de la asociación, peña o cofradía concesionaria tienen que hacerse cargo del trabajo.
Como en todo, hay grados. Las casetas tradicionales se financian con dinero de sus socios, que después se destina al siempre costoso montaje, a cargo de una empresa, y lo que se llama la repostería también lo lleva una firma que obtiene el rendimiento económico, pero sus socios aparecen. Así lo defienden muchas entidades consultadas.
Entre 5.000 y 7.000 euros puede recibir una entidad por ceder su caseta a una empresa de restauración u o ocio que la gestiona
No sucede lo mismo con otras que se concedieron a peñas, asociaciones o hermandades y que han terminado como discocasetas para un público joven o bien como macrorrestaurantes que no cuidan la estética. Ambos conceptos están prohibidos en las bases, aunque no se persiga.
¿Qué ha sucedido? Que desde los primeros años de la Feria en el Arenal hubo empresas que se interesaron por la gestión de casetas y para ello las alquilaron a sus auténticas titulares. ABC ha preguntado a varias personas que conocen este proceso y no quieren señalar a ninguna, pero insisten en que la cantidad que pagan las empresas puede estar entre los 5.000 y los 7.000 euros, y a veces hasta los 9.000. No es fijo, porque se puede negociar de forma individual cada año.
Sin participar
La entidad concesionaria figura como responsable, pero al recibir el dinero se desentiende de todo el proceso. En ocasiones pueden celebrar una cena o comida institucional, pero muy poco más. En ciertos casos la empresa que gestiona pertenece a personas que son también miembros de la entidad, pero nada más.
Funcionan como empresas y como tal se publicitan en vallas y carteles por toda la ciudad, pero también en redes sociales. Tienen perfiles propios distintos a la hermandad o asociación titular de la caseta y ofrecen fotografías de cómo se divierten quienes asisten. Funcionan como cualquier local de moda o de restauración, de forma totalmente autónoma respecto a la entidad titular. En ocasiones tienen nombres comerciales que ocultan el de la asociación a la que se concede.
Cuando la Feria de Nuestra Señora de la Salud, en 1994, se trasladó al Arenal, había más de 180 casetas y las de las asociaciones se organizaban casi siempre conforme al modo tradicional de que su propios miembros la gestionaban en todos los sentidos. Así sigue siendo, por ejemplo, la de la hermandad del Cristo de Gracia, una de las más populares. Sus hermanos hacen turnos para los distintos trabajos.

Ahora es mucho más difícil encontrar a personas dispuestas a un turno de caseta o a tareas de montaje. Y si aparecen tienen que afrontar un gran trabajo por un beneficio que, en el mejor de los casos, para la entidad puede quedarse entre los 20.000 y los 30.000 euros.
La Feria tiene costes cada vez más caros, sobre todo en el montaje. Lo decía el responsable de una caseta: para que no haya pérdidas es necesario llegar a los 70.000 euros en ventas. Todo lo que esté por debajo es perder dinero. Con ese panorama, muchas prefieren tener un ingreso seguro, aunque sea ilegal.
Algunos otros responsables constatan el mismo problema. «Si nos ajustamos a las bases y no subarrendamos las barras, de las 83 casetas que tiene la Feria tendríamos que cerrar 81, empezando por la de partidos políticos y sindicatos». Así de tajante se ha mostrado el presidente de la Federación de Peñas Cordobesas, Juan Serrano.
«El modelo que había antiguamente, cuando los propios miembros de las asociaciones, hermandades o las peñas llevaban sus propias barras, propio de los años noventa, hoy día prácticamente no existe», añadió Serrano, para el que, en realidad, no se puede hablar de subarrendamiento de forma general, sino que existen varios tipos.
El presidente de la federación diferencia entre aquellas casetas pertenecientes a asociaciones, hermandades o peñas a las que asisten a diario sus asociados, hermanos o peñistas y cuentan con un hostelero que lleva la barra, «y luego hay otro modelo donde se le cede todo a un hostelero y los asociados, hermanos o peñistas no aparecen por ahí».
Para Serrano habría que ser permisivo en el primer caso, y su organización lo está demandando desde la Comisión de Feria del Ayuntamiento. «Debemos sentarnos y crear unas bases reguladoras actualizadas con respecto al momento en el que vivimos, y a su vez regular caseta por caseta, porque hay empresas de hostelería que se están quedando con cuatro y cinco, y eso sí es un problema».
Las bases establecen que el Ayuntamiento perseguirá la práctica, pero en los últimos años no consta ninguna actuación
El presidente de la Federación de Peñas indicó que tienen el compromiso del concejal de Fiestas y Tradiciones, Julián Urbano, para empezar un debate sobre las bases reguladoras justo cuando pase esta feria del 2024.
Por su parte, el presidente de la Asociación de Casetas Populares, Alfonso Rosero, remite también a junio, cuando los miembros de la comisión de feria del Ayuntamiento se pongan manos a la obra con las nuevas bases reguladoras.
Hasta entonces, esta asociación es favorable a la elaboración de una nueva ordenanza que deber recoger las particularidades de la actual Feria de Córdoba. «Si las bases no contemplan que se pueda subarrendar, no lo deberíamos permitir, otra cuestión es que se pueda dar algún soporte administrativo a ciertas realidades que se están dando, y eso debe partir de un trabajo común que pueda encajar estas necesidades de los colectivos», concluye.
«Es una pena, pero por la realidad social de hoy en día, muchas de estas entidades que tenían un pulmón asociativo grande, han ido perdiendo fuelle, y les resulta difícil buscar dentro de su estructura a gente que quiera trabajar en la Feria o en las Cruces», manifestó.
Una empresa
ABC Córdoba ha tenido la oportunidad de hablar con una de las personas que se ocupan del subarrendamiento, en este caso el de tres casetas, una perteneciente a una peña caballista, una asociación de profesionales y una hermandad. Lo hacen pagando un alquiler que no ha querido determinar, en ocasiones combinado con la puesta en marcha de grandes comidas para los miembros de la caseta en cuestión.
Junto a otros socios, lleva más de diez años con esta actividad, que no se limita a la barra, es decir, a la parte gastronómica y de bebidas, sino absolutamente a todo, desde el inicio del montaje hasta el programa de actividades.
Para este entrevistado, el problema no son los subarrendamientos, sino el modelo general de la Feria. «Creo que es una opinión compartida por un alto número de caseteros, de hecho cada año hay menos casetas», apuntó.
Para este empresario hostelero, la solución sería ir hacia una Feria «en la que un porcentaje alto de las casetas, y mediante un compromiso de años, se dejasen hechas, lo que permitiría a los socios invertir y se evitaría esa locura del montaje y desmontaje que se hace hoy». Es lo que piden también las tradicionales y muchas entidades, y todavía no se ha conseguido.
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