Automovilismo
Carlos Sainz celebra el Dakar en Madrid: «Es el momento de descansar y disfrutar»
Rally Dakar 2024
El piloto madrileño fue recibido en el aeropuerto por un centenar de aficionados que corearon su nombre
La complicidad con Lucas Cruz, su copiloto, y la preparación física, las claves de su triunfo
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Ver en persona a Carlos Sainz es como presenciar un hecho sobrenatural. El español se ha convertido en algo más que una leyenda, un ente inmortal, después de la conquista de su cuarto Dakar el pasado viernes, un triunfo lleno de récords y escaso en competencia, ya que ningún otro piloto ha conseguido incordiarle durante su imperial travesía por el desierto. Poco importa que el vuelo que le traía desde Arabia Saudí, de nuevo con el Touareg bajo el brazo, llegase a las 18.30 horas, con una hora de retraso, a Madrid.
La expectación era máxima y más de 200 personas, enfundadas en camisetas conmemorativas por su cuarto entorchado, le recibieron en el aeropuerto Adolfo Suárez. Una escena que incluso provocó la cara más sensible del frío conductor, que de nuevo vio como las lágrimas se deslizaban por su rostro (ya se había emocionado durante el himno español en Arabia, una vez ganado el Dakar).
Pero fue en el Audi Center del norte de la capital donde la fiesta fue total. Incluso los ciudadanos de a pie eran conscientes de que el campeón volvía a casa. «Es mi ídolo desde que era pequeño. Si lo veo en persona entro en shock», reconocía un aficionado en la puerta del complejo.
Con 'Viva la vida' de Coldplay de fondo apareció sobre el escenario Sainz, acompañado de su infatigable compañero Lucas Cruz, y los vítores fueron incontrolables. Con rostro algo alicaído por el largo viaje, el español sacó fuerzas para relatar con todo tipo de detalles su épica victoria.
Futuro incierto
Una gran historia que tuvo un prólogo inevitable, el que se refiere al futuro del conductor. «No hay planes para participar el campeonato del mundo a día de hoy. Acabamos el Dakar hace dos días. Lo que me gustaría es disfrutar de la victoria. Cuando rematas con un reto, si te pones con el siguiente de manera inmediata, no lo saboreas. Ahora toca descansar tras días de tensión. Ya habrá tiempo de pensar en el futuro», aseguró el madrileño. «Solo espero que el aficionado y la gente respeten mi decisión. Creo que me lo he ganado con todo lo que he hecho. Si me aburriese lo haría. Pero no lo siento así ahora mismo».
En el auditorio resonaba con fuerza la voz de la experiencia, un Sainz campeón pero muy maduro aunque en la rueda de prensa alguno dudó de sus 61 años. «Yo tengo la edad que tengo, no he falsificado mi pasaporte. Pero es cierto que tras la lesión del año pasado tenía que prepararme muy bien. No veo tan bien como hace 15 años, no tengo tantos reflejos, pero es ley de vida, si no sería un necio. Es por eso que me he preparado mejor que nunca, eso seguro. Pero no soy Superman. Solo tengo mucha ilusión y mucho trabajo detrás. Yo solo espero que el día que Lucas me vea levantar el pie del acelerador más de la cuenta, el día que vaya más lento que un carro, me lo diga».
No solo su edad y su récord de ser el campeón más veterano del Dakar acaparó los titulares. Antes del comienzo de la prueba, muchos recelaron de que, por primera vez en la historia, un equipo acudiese con un coche eléctrico. Incluso las malas lenguas aseguraban que Carlos y su Audi solo aguantarían un par de etapas antes de volver a casa. Pero el RS Q e-tron fue un demonio durante los más de 7.000 kilómetros de áspero desierto que componen la carrera más dura del mundo. «Ganar con este coche eléctrico ha sido un hito. Según lo íbamos conociendo nos generaba dudas por su complejidad. Incluso la primera vez que nos montamos, cuando encendimos el motor, el coche se murió. Tardamos un mes y medio en recorrer un metro. Pero el final ha sido feliz, muy feliz. Ha sido una carrera en la que hemos mezclado velocidad con mucha estrategia. Me hace muchísima ilusión».
Ninguna victoria
Y de hecho, la estrategia fue tal, tan milimétrico el planteamiento de Carlos y Lucas, que no ganaron una etapa en toda la prueba, una situación que para Sainz fue anecdótica. «Es casualidad que no hayamos ganado ninguna etapa. El primer día íbamos a por ello y tuvimos tres pinchazos. En la jornada de las 48 horas también la perdimos por dos minutos. Hemos sabido cuándo teníamos que acelerar. El Carlos de hace 10 años también habría ganado este Dakar. Tampoco es tan importante ganar etapas. Ha sido la fortuna, el azar, lo que nos lo ha impedido. Es como Loeb. Es un fuera de serie y acabará ganando un Dakar seguro. Pero hay veces que la fortuna no siempre acompaña».
Los asistentes tenían tal retahíla de preguntas que Audi tuvo que ir frenando la recepción. Pero Sainz, como si de una carrera se tratase, no aflojaba ni lo más mínimo y estaba encantado de dilatarse en sus respuestas. Además de ensalzar la figura de su copiloto, al que le agradeció las regañinas en el desierto, también describió con una precisión espectacular qué significa correr un Dakar.
«El Dakar hay que afrontarlo con respeto y humildad. En el desierto hay que ser polivalente. Ha habido mucha estrategia también. Hay que ser un piloto de improvisación, el 98 % vas conduciendo a vista. Después de la jornada de 48 horas de dunas nos llevaron al campamento y me quedé dormido en el avión. Me desperté sobresaltado porque estaba soñando que me caía por una duna. En definitiva, es enfrentarse a una putada tras otra. Pero en medio de todo eso consigues disfrutar».
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