UNA MIRADA ACADÉMICA
A las primeras de cambio
En todos los idiomas se usan locuciones cuyo origen y significado se pierden en la noche del tiempo. La fórmula, en singular, se empleó a menudo a partir del siglo XVI para enviar dinero por banco a una ciudad del extranjero
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En todos los idiomas se usan locuciones cuyo origen y significado se pierden en la noche del tiempo. En español, por ejemplo, se dice que hay que ‘asir’ o ‘agarrar’ la ocasión. Una vieja creencia explica tan extraña forma de decir: los griegos ... representaban la ocasión como una mujer con cabello en la frente, pero calva en el resto; había, pues, que cogerla ‘por los pelos’, tan escasos, antes de que desapareciese para siempre.
De un mundo muy diferente viene la expresión ‘a las primeras de cambio’. La fórmula, en singular, se empleó a menudo a partir del siglo XVI para enviar dinero por banco a una ciudad del extranjero. Sirva de ejemplo la cédula que, a este efecto, envió a Francia el mercader Miguel de Medrano, hermano del poeta. La transcribo de una copia coetánea poniendo en cursiva los añadidos del escribano, a fin de que el lector se sumerja, por un momento, en una época tan lejana y, al mismo tiempo, tan actual:
«En Sevilla, 2 de diciembre 1597. 450 escudos. En los próximos pagos de feria de Reyes pagará vuestra merced por esta primera de cambio a Felipe Cataño y Adán Centurión 450 escudos de oro de marcas por la valor recibida de Baltasar Espínola en el banco de Pedro de la Torre Espinosa y compañía; y póngalos vuestra merced a mi cuenta. ¡Cristo con todos! Y la firma dice: Miguel de Medrano. Y el sobreescrito: A Paulo Riberola en Besançon, feria de Reyes».
¡Hasta la lengua está sometida a los caprichos volanderos de la moda!
A la primera de cambio, pues, Riberola entregó a Cataño y Centurión la cantidad indicada, pagada en realidad por Espínola (entre banqueros genoveses andaba el juego, si bien este último o no tenía ‘cuenta’ con el primero, o le interesaba más el arreglo hecho con el español). Como sentenció otro sevillano, Tomás de Mercado, mientras «se vive sin deudas, se vive con descanso», mientras que el cambio se presta a contratiempos y aún a tropelías, ya que hay «quienes dan una primera de cambio... y las más de las veces se finge». Mas a la primera de cambio hay que responder de inmediato, para su aceptación o para su protesta. Ahí está el origen de la locución, que después se usó en plural.
Pero nuestro texto se presta todavía a dos comentarios más. El folio escrito se plegaba cuidadosamente hasta convertirlo en una pequeña cédula, y en la cara exenta de dobleces se ponía el nombre del destinatario: era lo que aquí se llama ‘el sobreescrito’, de donde viene el ‘sobre’ actual, el envoltorio donde se indica el destinatario de la carta.
Una última observación: ‘valor’ es un femenino, lo usual en este tipo de sustantivos durante nuestro Siglo de Oro. En francés, el idioma que nos impuso este cambio de género, todavía se dice ‘la chaleur’; en español, sin embargo, ‘la calor’ suena hoy a vulgar. ¡Hasta la lengua está sometida a los caprichos volanderos de la moda!
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