A LA SAZÓN
Quien quite hierro
He aquí mi definición de amistad: «estar cuando hay que estar»
Otros textos del autor

El otro día me hicieron una pregunta compleja como la misma ontología: ¿qué es la amistad? No pude sino responder a la gallega. ¿A santo de qué esa obsesión con el ser de las cosas? Si Heidegger criticaba aquella ceguera trascendental que llevaba al « ... olvido del Ser», nosotros deberíamos incidir en el «olvido del Estar».
He aquí mi definición de amistad: estar cuando hay que estar. Estar presente, por supuesto, cuando tocan a filas; pero también estar ausente, y en no pocas ocasiones. Al amigo y al caballo, no apretallo.
Los cristianos proponen amar a todos y los griegos, a unos pocos. Si para San Pablo la más elevada forma de amistad era la caridad, que por definición es universal, para Aristóteles la relación virtuosa y recíproca era siempre excepcional. Yo me inclino por la síntesis virtuosa: amar de forma fiel a los buenos, que son unos pocos, y ser terrible con los malos.
¿Quién puede negar que hay algo heroico en la amistad? Asumimos que, cuando pintan bastos, el amigo siempre comparece. Ora te salva 'in extremis' el pellejo, como el cuervo que alimentaba al propio Pablo en el desierto, ora venga tus restos mortales, como Aquiles a Patroclo. Ya lo dice el refrán: desdichas y caminos hacen amigos.
Todo Romeo necesita a Julieta, pero antes necesita a un Mercutio
Lo cierto es que mi visión es más prosaica. Si llegas con una pena y se descojona, ese es un amigo. Camino a casa de Álvaro me pusieron una multa. «Macho –me respondió, disimulando la risa–, agradece que te dejan conducir».
Todo Romeo necesita a Julieta, pero antes necesita a un Mercutio para que se tome a chacota sus efusiones sentimentales. La amistad tiene unas reglas y su observancia no admite la más mínima transigencia. ¿Para qué añadir mohínes al dolor y pompa a la pesadumbre?
Al amigo fiel todo le está permitido. Es la única persona que sabe estar cuando hay que estar. Me atraganté con una piparra comiendo con Iván y, cuando creía estar despidiéndome de este mundo cruel, soltó: «vaya babalore, se nota que no eres de Donosti». Quien quite hierro, que añada leña.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete