ARTE
Una Bienal de São Paulo que marca el paso
cita internacional
La 35 edición de la cita brasileña, 'Coreografías de lo imposible', sincroniza nuestros relojes con las realidades del sur
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No es la primera vez que la Bienal de São Paulo, posiblemente la segunda en relevancia tras la de Venecia, a cuya imagen y semejanza nace en un deseo, sin embargo, de narrar la Historia del Arte (contemporáneo) y su evolución desde 'el sur', ... cuenta con un comisariado múltiple. Ya ocurrió en las ediciones de 1989, 2010 y 2014. Sin embargo, podríamos decir que sí que es la primera ocasión que se apuesta no por un colectivo, sino por un equipo colegiado para dirigirla.
Y aquí, también de forma casi excepcional, los vientos del arte ponen en valor el nombre de un español para capitanear una cita de tanto prestigio e impronta. Porque junto a la artista, escritora y teórica Grada Kilomba, la investigadora y comisaria Diane Lima y el antropólogo e investigador Hélio Menezes se sitúa el ex director del Reina Sofía Manuel Borja-Villel, primera de sus paradas profesionales tras la salida del museo.
Ellos son los responsables de una edición, la número 35, que arranca el próximo miércoles y que se extenderá en su primera fase (bien es sabido que esta es una bienal en la que algunos de sus contenidos itineran después, desde su presentación en el icónico Pabellón de Ciccillo Matarazzo en el Parque de Ibirapuera, a otras latitudes) hasta el 10 de diciembre con el enigmático título de 'Coreografías de lo imposible'.
De uno y otro confín
Un título al que se llega, como expresa el propio Borja-Villel en nombre de todo el equipo, resultado del sistema de trabajo llevado a cabo por el mismo de forma colegiada, no como «colectivo romántico, sino a través de un proceso epistemológico en el que descubríamos que había cuestiones que el otro no necesariamente conocía o que podían ser abordadas desde diversas perspectivas». Como la idea de enigma, por ejemplo, que en este lado del planeta conduce a Mallarmé, a Baudelaire, pero que en el otro, no tan lejano, entronca con el pensamiento yoruba.
Por ello, se optó, antes de hacer una lista definitiva de autores con los que ilustrar su tesis y que ha alcanzado finalmente los 120 nombres, por emplear como 'anclajes' preocupaciones compartidas, como el interés por la diáspora; la idea de que la Historia es mucho más compleja como para reducirla a un único relato; o esos dos conceptos que se aferran al nombre, los de 'coreografía' y el de 'posibilidad' en la 'imposibilidad'.
Ello, en palabras de sus responsables, no solo permite «construir espacios y tiempos de percepción que retan la rigidez de la mirada lineal y progresiva de Occidente», sino también entender lo 'coreográfico' como movimiento que sortea todo tipo de límites o imposiciones; porque «lo imposible –apuntan– se refiere a realidades políticas, legales, económicas y sociales en las que también se asientan las prácticas artísticas, pero en las que es posible encontrar alternativas que circunvalan los efectos de esos contextos». La voluntad de lo propuesto es, pues, «desmodernizar la propia modernidad», darle una vuelta.



Coreografía, así, no solo como danza, que también, sino además como movimiento. Lo performativo serán los objetos: y por ello están presentes nombres como los de Maya Deren, con sus meditaciones sobre la violencia, junto a Catherine Durham, cuyo baile caribeño recuerda al flamenco, o Ana Pi, gran conocedora de las otras dos, creando pequeños episodios de un relato no lineal, obligándonos a movernos coreográficamente como espectadores mientras rebatimos relatos hegemónicos. Y de ahí que se sucedan los saltos: de ese Stanley Brouwn por el que ya apostó Borja-Villel en sus años del MACBA, un modernista incomprendido de Surinám, al que su deseo de medir el cuerpo le relacionará con Anne-Marie Schneider.
Y se nos prometen sorpresas. Una Gloria Anzaldúa más conocida como poeta que como dibujanta. Esa obra de Melchor María Millares del XIX que Borja-Villel quiso para 'Principio Potosí' y que no fue posible. Ahora, un cambio en la ley boliviana permite su exportación. O relacionar lo fronterizo con lo identitario y por lo mismo (¿por qué no?) con lo 'queer', asumiendo que no todos los buenos son tan buenos siempre, ni los malos tan malos. Lo vemos en otra burbuja: la que generan Cabello/Carceller con Antonio de Erauso, transexual, sí, pero más malo que la quina, matando indios como el que comía pipas; o la historia de Chica Maniconga, adorada por los yorubas, pasada por la parrilla en cuanto llegó a Brasil; o la Malinche, protagonista de los dibujos de Anzaldúa, traicionando a los suyos.
Mapear el globo
Para evitar además que este relato deslocalizado no vuelva a ser escrito por comisarios en el fondo del 'Primer mundo' o que convierten Brasil en un peaje obligado, se suma un comité asesor que mira a otras latitudes: Omar Berrada y su bagaje árabe-marroquí; Sandra Benites, indígena; Sol Henaro,Thomas Jean Lax... La conclusión es una edición de la bienal con un 85% de autores no europeos que invita al descubrimiento: Geraldine Javier, Philip Rizk, Aline Motta, Castiel Vitorino...
Y, asimismo, como nueva excepción a la regla, hasta ocho autores españoles en la selección de una cita internacional de primer nivel (medalla que se pone en solitario el comisario español): Carlos Bunga, portugués pero afincado en Barcelona; Elena Asins, cuyas composiciones son partituras; el colectivo conformado por María Jesús González y Patricia Gómez; Jorge Ribalta, inevitable al hablar de dinero... Ellos recalan en una cita de marcado perfil pedagógico que duplica su presupuesto (serán unos seis millones de euros este 2023), primero ante la concienciación del aumento de los precios y transportes (un tercio de las obras son producción nueva) y luego por su idea interiorizada de redistribución de la riqueza, lo que redunda en los programas públicos, en las itinerancias, muchas de las cuales se transformarán en programas de residencia para artistas en los distintos destinos.

35 Bienal de São Paulo
'Coreografías de lo imposible'. Pabellón de Ciccillo Matarazzo. Parque de Ibirapuera. São Paulo. Comisarios: Grada Kilomba, Diane Lima, Hélio Menezes y Manuel Borja-Villel. Del 6 de septiembre al 10 de diciembre
Queda aún espacio para un último giro de guión: la nueva distribución del espacio del Pabellón llevada a cabo por el equipo de Vão, que bloquea la rampa de subida y obliga a circulaciones alternativas, disfrutando de traslaciones que son físicas en ocasiones (y dan pie a mestizajes) y conceptuales otras, con sitio de lujo para el Wifredo Lam 'caribeño'. En definitiva: una Bienal de São Paulo dispuesta a cambiarnos el paso.
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