Los olvidados veranos del amor que Simón Bolívar disfrutó en la «opresora y genocida» España
Llegó a Madrid en 1800, vivió con su tío materno cerca de la Puerta del Sol, conoció a la que sería su única esposa y vivió los mejores años de su vida antes de convertirse en el líder de la lucha por la independencia de América contra los españoles

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«En la ‘Carta de Jamaica’ de Simón Bolívar no existe una sola idea que no se vincule de modo estrecho con el odio a España. Sin hispanofobia, ese documento, simplemente, no existiría», aseguraba Miguel Saralegui en un artículo publicado en la ‘Revista de Indias’ en 2017. El historiador chileno se refería al famoso ensayo escrito, en 1815, por el conocido ‘Libertador’, que ayer volvía a la actualidad con la polémica generada en Colombia, durante la toma de posesión del presidente Gustavo Petro, después de que el Felipe VI no se levantara ante el paso de su espada.
«El Rey de España fue el único en quedarse sentado ante la llegada de la espada con la que Bolívar combatió al Ejército español hace más de 200 años», podía leerse en Twitter. Unas críticas a las que pronto se sumaron Juan Carlos Monedero, miembro fundador de Podemos, y diputados independentistas de Cataluña como Jordi Salvador, de ERC, que calificaba a Felipe VI de «impresentable» por su gesto.
La mayoría de los historiadores, sin embargo, aseguran que es imposible determinar si la tizona perteneció o no al Libertador, pero lo que casi todo el mundo desconoce es que el famoso guerrillero pasó sus mejores años de juventud en España.
Nacido en Caracas en 1783, la infancia de Bolívar no fue precisamente estable. Su padre murió de tuberculosis cuando tenía 3 años. Su madre, de la misma enfermedad, en 1792. El pequeño Simón estaba a punto de cumplir los 9 cuando tuvo que mudarse con su abuelo Feliciano, pero este también se encontraba muy enfermo y se trasladó con su tío Carlos. Pero este, finalmente, le confió la custodia a su hermano Esteban, que se encontraba en España. El futuro ‘Libertador’ se embarcó en el puerto venezolano de La Guaira, el 19 de enero de 1799, en busca de la estabilidad que no había encontrado en la capital venezolana.

Puerta del Sol
Después de unos meses en Veracruz (México), el joven llega a la Península y, posteriormente, a Madrid. Los primeros meses vivió en la casa que su tío materno tenía en la calle Jardines, junto a la Puerta del Sol. Era un hombre serio, apegado a las tradiciones españolas y futuro diputado de las Cortes de Cádiz. Bolívar reconocería más adelante que fue en la capital de España donde entró en contacto con las obras de Homero, Virgilio, Horacio, Dante y Cervantes. También donde comenzó a estudiar gramática, poesía y filosofía y donde se familiarizó con la cultura clásica y humanística europea. Pero, sobre todo, la ciudad en la que conoció a la mujer de su vida, María Teresa Rodríguez del Toro, en el verano de 1800.
Narran las crónicas que el futuro militar se enamoró de la joven aristócrata madrileña en el mismo momento en que la vio. «Mi cabeza estaba llena de los vapores del amor más violento y no de ideas políticas», escribiría años después, cuando ya había escrito su ‘Carta de Jamaica’ y se había embarcado en su cruzada independentista. Todo era tan hermoso que, el 26 de mayo de 1802, tras dos años de noviazgo, se casaron en la desaparecida iglesia de San José, que estaba ubicada en la actual calle de Gravina, en el barrio de Chueca. Él tenía 19 años; ella, dos más.
Para su desgracia, ella murió repentinamente ocho meses después de fiebre amarilla. Estaba tan enamorado de la hija del marqués de Toro que, sobre la tumba de esta, juró que jamás volvería a casarse. Y lo cumplió. «Fue un golpe duro y decisivo en la vida de Bolívar, que lo sumió en el dolor más profundo. En el futuro no volverá a entregar amor puro y permanente a otra mujer y tampoco lo atará ninguna de forma definitiva», explicaba el historiador venezolano José Luis Silva Luongo en su biografía ‘Bolívar, herencia de todos’ (Fundación Luis Jesús Silva Acosta, 2003). Pero lo más sorprendente fue la confesión que el líder independentista realizó después con respecto a este acontecimiento: «La muerte de mi mujer me puso muy temprano en el camino de la política y me hizo seguir el carro de Marte, en vez del arado de Ceres. Si no hubiese enviudado, no sería el general Bolívar».

Fernando VII
Fue tan apasionado durante su estancia en Madrid, en la que comenzó a dar forma a sus ideas políticas, que llegó a pasarse cinco días en el calabozo tras batirse en duelo con dos guardias reales por un lío de faldas. Cumplió su pequeña pena en la cárcel situada en la actual sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, ubicada en el Palacio de Santa Cruz, junto a la Plaza Mayor. Mucho más reseñable fue su bronca con el joven Príncipe de Asturias, el futuro Fernando VII, durante un partido de volante, un deporte parecido al bádminton, celebrado en Aranjuez. Fue su primer encontronazo con el monarca al que después le disputaría la independencia de la conocida como Gran Colombia (Venezuela, Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia y Panamá). La Reina consorte, María Luisa de Parma, tuvo que interceder para que volviera la calma.
Después de marcharse de Madrid, Bolívar se dedicó a viajar por Europa y el mundo, formando al rebelde en el que se convertiría más tarde. Pero antes de que acabara 1803, decidió realizar un segundo viaje a España. Fue de nuevo en Madrid donde escuchó unas palabras del geógrafo alemán Von Humboldt que le impresionaron profundamente y marcaron su camino: «La América española está madura para ser libre, pero necesita un gran hombre que inicie la obra».
En 1815, el caudillo independentista se olvidó de sus felices años en la capital española cuando se encontraba en Kingston escribiendo la citada ‘Carta de Jamaica’. El mismo documento que líderes como los hermanos Castro en Cuba, Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela o Evo Morales en Bolivia ha usado en las últimas décadas para atacar a España y calificarla de «opresora» y «genocida» por la colonización de América.