Estos son los lugares a los que escapar en caso de guerra nuclear: «Vivimos al borde del desastre»
En 1971, ‘Blanco y Negro’ publicaba un mapa con las regiones del planeta a las que escapar en aquellos días «de potencial devastación atómica»
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«Vivimos constantemente al borde del desastre. Podría suceder mañana o diez días después. Tal vez, el ‘equilibrio del miedo’ podría mantener la paz de por vida, pero la amenaza de un aniquilamiento atómico se cierne siempre sobre nosotros», aseguraba la revista ‘Blanco y Negro’, en octubre de 1970, al comienzo de un amplio reportaje con una pregunta bastante explícita como titular: ‘¿Cuáles serían los lugares más seguros en una guerra nuclear?’.

Hacerse esta pregunta no resultaba descabellado, si tenemos en cuenta que el planeta se encontraba en plena Guerra Fría y las amenazas de una Tercera Guerra Mundial eran constantes. Prueba de ello es que, tan solo ocho meses antes, una falsa alarma en Estados Unidos había desatado la psicosis colectiva, tras fallar su sistema automático de emergencia, el famoso EBS, que se encargaba de interrumpir todas las emisiones de radio y televisión del país, en caso de que el presidente necesitara dirigirse a la población por un ataque nuclear.
Cuando el 20 de febrero de 1971, a las 9.33 horas de la costa este, las máquinas de teletipos de todos los medios de comunicación de Estados Unidos comenzaron a emitir la nefasta señal de diez pitidos, todo el mundo entró en pánico. Después se reprodujo el esperado mensaje: «Las emisiones cesarán inmediatamente por orden del presidente». El protocolo a seguir era comprobar que la palabra en clave que incluía, correspondía con la enviada por el Gobierno, como así fue. Pero por suerte, cuarenta minutos después se informó de que el error se había producido en el Cuartel de la Defensa Nacional, en Colorado. Y el culpable un operario despistado.
Amenazas nucleares
La alerta podría haber sido real, puesto que desde el final de la Segunda Guerra Mundial, los avisos de un enfrentamiento nuclear a gran escala eran habituales. En 1950, por ejemplo, Estados Unidos amenazó con lanzar una bomba atómica contra China, si esta no se retiraba de Seúl al inicio de la Guerra de Corea. Un año después, el primer ministro británico, Winston Churchill, aseguró que «ansiaba aplastar a la URSS» e hizo un recuento público de las armas que tenía de este tipo. En 1969, era el presidente chino quien declaró que tenía intención de consumar un ataque nuclear contra sus socios de la Unión Soviética. Y así, hasta el infinito.

Nadie parecía estar a salvo, por lo que ‘Blanco y Negro’ analizaba las tres posibilidades más fáctibles para establecer los lugares más seguros: que una gran potencia atacara China, seguramente la URSS, lo que sería «el escenario más deseable dentro de la catástrofe»; que este último lanzara una ofensiva contra Europa occidental, lo que calificaba de «suicida, pues la OTAN se vería forzada a resistir con armas atómicas y el mundo se colocaría al borde el precipicio», y, por último, que los soviéticos «golpearan contundentemente a Estados Unidos [...], lo que provocaría la Tercera Guerra Mundial y el planeta tendría que prepararse para una salvaje radioactividad».
Teniendo en cuenta estos escenarios, un experto nuclear dibujó el mapa con «los efectos que las explosiones producirían sobre la población mundial». Y explicaba: «El color rojo indica los centros que sufrirían la máxima destrucción. El naranja, el alcance de la contaminación a causa del viento, la lluvia y las condiciones climatológicas en general. Y el color verde, las zonas menos afectadas por la radioactividad durante las primeras etapas del conflicto. Y se muestran, también, otros posibles objetivos que serían atacados en Alaska, Groenlandia, Australia y el este de la URSS, por sus bases periféricas de misiles, aeropuertos, bases submarinas y centros de comunicación». Por si se lo preguntan, en el escenario que afectaría a España, el segundo, el país se encuentra entre el rojo y el naranja.