Orense, la capital de las termas de España

Orense es agua, y no solo la del río Miño. Bajo la ciudad, a un kilómetro de profundidad, hay un océano de aguas mineromedicinales que brotan a la superficie con entre 300 y 400 litros por minuto al día, a una temperatura superior a los sesenta grados, lo que le ha valido el título de 'Ciudad Termal de Galicia'.

Es, de hecho, la que alberga la mayor concentración de aguas termales de España, la segunda de Europa y el destino predilecto para todos los que buscan un viaje de placer y bienestar. Aguas termales cuyos orígenes se pierden en la bruma del tiempo, la misma que rodea a los manantiales y fuentes de las que emana el agua candente de las entrañas de la tierra, y que desde época remota eran considerados lugares sagrados y mágicos, taumatúrgicos, vinculados a la curación del cuerpo y del espíritu.

Fueron los romanos, hace dos mil años, cuando fundaron la ciudad, quienes las bautizaron como 'Aquis Aurienses' (aguas de oro) y 'Aquae Urentes' (aguas abrasadoras) y comenzaron su culto y uso terapéutico.

Así lo descubrimos en las cinco salas que forman el Centro de Interpretación de las Termas, As Burgas, en el casco antiguo de Orense, donde comienza nuestra ruta, junto al primer recinto termal, el más antiguo, Las Burgas (As Burgas), declarado Conjunto Histórico y Bien de Interés Cultural.

Ubicado en el corazón de la ciudad, está formado por una piscina o estanque -el mismo que utilizaron los romanos entre los siglos I y III, donde se hallaba la casa de baños y el santuario a las ninfas, y donde se descubrieron varias aras y una losa a Revve Anabaraego, dios pagano protector de los manantiales y sus poderes curativos- y las populares fuentes de la Burga de Arriba, del Medio y de Abajo, enmarcadas en templetes del siglo XVII y XIX.

A ellas acuden cada mañana los vecinos para recoger el agua medicinal y realizar limpiezas corporales e incluso ancestrales rituales lavatorios y abluciones, recitando rezos, formulas secretas y conjuros que guarda la memoria del pueblo orensano. No en vano, en los muros del estanque termal, se halla la imagen de la Virgen As Burgas, la primitiva talla que se veneraba en la ermita del Posío, que según la tradición es obradora de milagros, intercesora ante diferentes males espirituales y enfermedades.

Un espacio singular y fascinante que, desconocido por muchos, fue clave en la historia y vertebración de Orense en la Edad Media ya que aquí se asentaron los gremios de oficios -los talleres artesanales de panaderos, herreros o curtidores, entre otros-, y cumplió una función sanitaria preventiva contra la peste y otras epidemias y era parada obligatoria de los peregrinos rumbo a Compostela. Un tiempo, el medieval, en el que nacieron muchas de las leyendas en torno a las aguas termales, que cuentan que su origen se encuentra en un volcán subterráneo apagado que estaría bajo el jardín botánico de Montealegre custodiado por el diablo, que fueron creadas por el eremita San Telmo o que nacen en un manantial existente bajo la catedral, concretamente en la capilla del Santo Cristo de Orense.

La ruta por estos spas naturales prosigue cruzando el Puente Viejo -conocido como Ponte Vella, símbolo de la urbe, edificado por el emperador Augusto, por el que pasaron las legiones romanas rumbo a la costa y miles de peregrinos medievales-, y después el moderno Puente del Milenio para llegar al Paseo Termal del Miño. En esta senda fluvial y peatonal de cinco kilómetros hallaremos hasta siete recintos termales en los que bañarnos al aire libre rodeados por un fascinante entorno natural. Aquí se encuentran las termas de aguas alcalinas, bicarbonatadas, sódicas, fluoradas, silicatadas y sulfuradas de: A Chavasqueira -conocidas como 'Caldas del Obispo' por el empeño del cardenal Quevedo en crear estas piscinas, a las que acudían los enfermos del viejo balneario; las de Muiño da Veiga, ubicadas junto al antiguo molino de madera que les da nombre, que tienen el agua más caliente de España, que emana a setenta y dos grados centígrados; las de Outariz, balneario en el que además se realizan tratamiento de belleza y masajes, y finalmente, tras cruzar por una pasarela a la otra orilla del río, la Burga de Canedo -con las piscinas más grandes- y el Paseo de las Ninfas en Reza, en el que según la leyenda, en ocasiones se aparece una joven y hermosa ninfa a la que el imaginario popular ha bautizado como Ana Manana.

Así que, amigo lector, no lo dude, el próximo viaje a tierras gallegas ponga rumbo a Orense, una de las seis ciudades que forman la Asociación Europea de Ciudades Termales Históricas. Es el destino perfecto para desconectar y cuidar nuestra salud. Sus aguas termales y sus manantiales son un tesoro olvidado por muchos, un regalo y placer para los sentidos, de reconocidas cualidades terapéuticas, que relajan el cuerpo y dan sosiego al espíritu. Brindan una experiencia de bienestar única, a la vez que la oportunidad de descubrir nuestro mágico y legendario pasado.