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El Papa denuncia que las mujeres sean «obligadas a elegir entre la carrera profesional y la maternidad»

El pontífice ha constatado que traer niños al mundo «se percibe como una carga sobre las familias» lo que «desgraciadamente, condiciona la mentalidad de las jóvenes generaciones«

El Vaticano prepara una reunión entre Zelenski y el Papa para este sábado

La primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, junto al Papa Francisco en el acto sobre natalidad EFE

Victoria Isabel Cardiel Chaparro

Corresponsal en el Vaticano

Somos más longevos que nunca. España, Suecia e Italia comparten una media de esperanza de vida situada en los 82,4 años. Una conquista con una parte amarga. La que dibuja un panorama demográfico cada vez más envejecido y sin niños. En Italia, el año pasado nacieron 392.598, una caída en picado que ha alcanzado su punto más bajo desde que se proclamó la unidad de Italia en 1861, hace más de 160 años, según los datos del informe anual del Instituto Nacional de Estadística (ISTAT).

Al Papa le preocupa esta situación que a menudo define como un terrible invierno demográfico. Por eso ha pedido esta mañana políticas «con visión de futuro» porque la natalidad «es el principal indicador para medir la esperanza de un pueblo».«Si nacen pocos significa que hay poca esperanza», ha remachado. Francisco ha abierto con su ponencia los Estados Generales de la natalidad, una iniciativa organizada en Italia por el Foro de las Asociaciones Familiares, en la que también ha participado la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni.

El pontífice ha constatado que traer niños al mundo «se percibe como una carga sobre las familias» lo que «desgraciadamente, condiciona la mentalidad de las jóvenes generaciones, que crecen en la incertidumbre, cuando no en la desilusión y el miedo».

De esta manera ha reprochado que sólo los más ricos puedan «permitirse», gracias a sus recursos, «una mayor libertad a la hora de elegir qué forma de vida quieren«. «Esto es injusto, además de humillante», ha manifestado tras enumerar las dificultades que afrontan los jóvenes para formar una familia tales como encontrar un empleo estable o que la vivienda sea «prohibitivamente cara» con «alquileres por las nubes y salarios insuficientes».

Para el Papa son las mujeres las que pagan la peor parte de esta injusticia: «Son las que más sufren, las mujeres jóvenes, a menudo obligadas a elegir entre la carrera profesional y la maternidad, o aplastadas por la carga de cuidar de sus familias, sobre todo en presencia de ancianos frágiles y personas dependientes».

En definitiva, ha instado a abordar el problema «sin vallas ideológicas ni posturas preconcebidas». Y ha aseverado: «No podemos aceptar que nuestra sociedad deje de ser generativa y degenere en tristeza. No podemos aceptar pasivamente que tantos jóvenes luchen por realizar su sueño familiar y se vean obligados a bajar el listón del deseo, conformándose con sucedáneos privados y mediocres: ganar dinero, aspirar a una carrera, viajar, guardar celosamente el tiempo libre».

Durante su alocución el pontífice también ha contado dos anécdotas que vivió estas semanas con mujeres que trataban a sus perros como a sus hijos. Así ha explicado que una vez una señora de unos 50 años le pidió durante la catequesis pública de los miércoles en la plaza de San Pedro que bendijera «a su niño» y sacó un perro del bolso. El Papa ha revelado que «perdió la paciencia» y le dijo: «Señora, tantos niños padecen hambre y usted está con el perrito...».

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