Hombre, de más de 31 años y cocainómano, el perfil del drogadicto sevillano

Pero además se incrementa respecto a 2022 en un 8 por ciento, siendo especialmente preocupante en la población mayor de 31 años.

Es una situación para pensárselo porque además, según se advierte desde esta organización, la droga mata. De hecho, la mortalidad prematura es una de las consecuencias del consumo de drogas que sigue aumentando en Sevilla.

Porque según los datos que manejan, las denominadas 'drogas ilícitas' pueden acabar en sobredosis. En cuanto al alcohol, provoca cirrosis, cáncer colorrectal o lesiones por accidentes de tráfico y en la heroína las consecuencias más claras son la muerte por Sida o hepatitis.

Seguramente por eso ayer durante la presentación de este informe en la fundación Madariaga, se mostró la preocupación por lo que está ocurriendo, se advirtió del «deterioro físico» que esta sustancias provocan y se pidió una respuesta rápida desde las distintas áreas: médica, asistencial y terapéutica.

El año pasado percibieron un incremento del 18 por ciento de las personas que solicitaron una vivienda de apoyo al tratamiento a la hora de querer acceder al mismo por encontrarse en la calle y en situación de especial vulnerabilidad.

En cuanto al perfil del drogadicto sevillano es el de un hombre mayor de 31 años que consume mayoritariamente cocaína y que, sobre todo, vive en la provincia de Sevilla (más que los que residen en la capital hispalense).

El consumo de esta droga que parece ir subiendo año tras año, afecta especialmente a los mayores de 31 años, donde el porcentaje de los que la consumen se eleva hasta el 73 por ciento.

En cifras también es destacable que el 81 por ciento de la población atendida en el Programa de Proyecto Joven (dirigido a jóvenes de 14 a 21 años) son hombres mientras el 19 por ciento son mujeres.

Preocupa también el hecho de que casi la mitad, el 49% de la población adolescente atendida presenta un diagnóstico dual (conducta adictiva y trastorno mental).

Y también que el 40% de los consumidores de cannabis como sustancia principal tiene menos de 18 años. El 83 por ciento son menores de 30 años.

Pero en el consumo de drogas hay diferencias de género según Proyecto Hombre. La primera es la edad ya que ellas suelen acudir a pedir ayuda con dos años más que ellos. Y la segunda las sustancias que ingieren. Mientras que entre ellos hay un mayor consumo de cocaína, entre ellas lo que más preocupa es el alcohol.

En referencia a las mujeres con adicciones es destacable que el 67 por ciento de mujeres cuya sustancia principal es el alcohol tiene más de 45 años. De hecho, en el año 2023 en Proyecto Hombre atendieron a un 4% más que en 2022, lo que consolida la atención a este colectivo y deja claro que va gradualmente al alza.

Además las mujeres que ingieren ese tipo de sustancias parecen seguir un proceso de incremento del consumo más rápido que los hombres. Y es destacable que, en muchos casos, en el 85 por ciento de ellos son mujeres que han sido víctimas de violencia de género.

También existe una mayor incidencia entre mujeres que sufren problemas emocionales y psicológicos como depresión severa o intentos de suicidio.

En el caso de las mujeres lo que han constatado en Proyecto Hombre es que ellas tienen «unas barreras claras y evidentes» que vencer antes de llegar al tratamiento.

El sentimiento de culpa el estigma social y la frecuente falta de apoyo familiar son variables principales que influyen a la hora de reconocer un problema relacionado con las adicciones y pedir ayuda.

Angela Madariaga de la fundación mostró ayer su preocupación por la gran cantidad de alcohólicos de cerveza que hay. «La vida es muy bonita para vivirla pero para vivirla bien», dijo.

Desde el Ayuntamiento de Sevilla el delegado de Fiestas Mayores, Manuel Alés, que también estuvo presente en la presentación de la memoria, destacó el «milagro» que se produce cada año y la emoción de ver a los familiares de los jóvenes que se recuperan tras pasar por estos programas y pidió a la sociedad no bajar la guardia ante este «problema apabullante» que tenemos en la calle.