pásalo
Reservistas voluntarios
Quizás sea cierto lo del clásico: para las almas generosas todas las tareas son nobles
En estos tiempos revueltos y confusos a los que sobrevivimos invocando a la suerte para que nos acompañe, rebrota el individualismo como una proteína protectora, para que hagamos como el poeta y vayamos del corazón a nuestros asuntos. Si el mundo está del revés y ... no se ven muchas ganas por ponerlo derecho, cada cual escoge su camino más corto para llegar a su salvación que no es otra que imitar al molusco y esconderse en su concha. Son tiempos individualistas y egoístas, fondas ambas desagradables y poco serviciales, expresión sin dudas de la angustia y la zozobra de tiempos oscuros y de ciclos conclusos. En mitad de la estampida donde cada quisque busca un agujero donde dejar fuera el pesimismo y acomodarse al mundo personal donde pueda seguir sobreviviendo, nos encontramos con muchas personas que hallaron esa manera de flotar haciendo precisamente lo contrario. Se anclaron y se anclan al rezón de la colectividad y del servicio. A la generosa idea de poner al servicio de los demás sus conocimientos y prácticas. Porque, tal vez, sea verdad aquello que nos enseñó el clásico: para las almas generosas todas las tareas son nobles.
Desde donar sangre, que se necesita, hasta ayudar a que los conventos no se caigan, o acercarse a los más desheredados en una ayuda tan humanitaria como necesaria, tiene sus cantores. Tan necesarios como las personas que inspiran su canto. Hoy me quiero acordar de otros anónimos españoles que prestan sus servicios generosamente, guiados por ideales que están oxidados por su desuso, que ponen al servicio del Ejército sus conocimientos. Son los reservistas voluntarios. Y me acuerdo de ellos porque su ejemplo es el reverso del individualismo y el egoísmo autoprotector. No hace mucho, un conocido letrado sevillano y buen amigo de las causas perdidas, me sorprendió en plena calle. Antes ya lo había visto marcando el caqui militar en las televisiones nacionales y locales. Pero verlo vestido de teniente, reciente su ascenso, me sorprendió. Lo saludé como me enseñaron en la mili y le dije: mi teniente, a este paso, manda usted a Napoleón a barrer la compañía…
Verán, lo de acercarse al Ejército marca. Aún hay pijoprogres y pacifistas de chupete, que lo ven como un estigma de la fachoesfera. Aunque después confiesen su afinidad por otras tropas, algunas tan bárbaras y criminales como los testaferros de la ralea etarra. Los reservistas voluntarios son, quizás, una de las manifestaciones más claras de cómo la sociedad se implica con sus soldados, brindándoles sus conocimientos. Se sorprenderían si vieran la amplia nómina de civiles de todos los ámbitos, desde la arquitectura a la medicina, desde la abogacía a los analistas, que renuevan su compromiso con España desde la bandera de los reservistas. Por cierto, el que va a mandar a Napoleón a limpiar la compañía es él, Joaquín Moeckel, por si aún no lo han adivinado…
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