LA ALBERCA
Las babas de Monedero
La presunción de inocencia es sagrada, pero Podemos escupió sus babas hacia arriba y le han caído encima

La presunción de inocencia es el sagrario de un estado de derecho. Por eso los tribunales populares y las cacerías anónimas son herramientas autocráticas. Esta moda de las denuncias por acoso en las que las personas denunciantes permanecen ocultas es una aberración democrática. No se ... puede abrir un buzón para presentar quejas de abuso sexual sin que sea obligatorio identificarse. Pero está ocurriendo desde hace años por culpa de la moralina progre. Hay un sector ideológico que confunde los postulados políticos con los comportamientos. Y de la misma forma que hay ladrones en todos los partidos, también puede haber abusadores o puteros. Ser de izquierdas no te convierte en feminista de la noche a la mañana. Sin embargo, sí te compromete. Todo el flanco anticlerical lleva años moralizando sobre los abusos en la Iglesia, que son aislados en la estadística total, pero que existen. Su teoría es que un cura ha jurado unos votos que le obligan a mantener un comportamiento ejemplar. Estoy de acuerdo. Su tarea consiste en difundir los grandes valores de Cristo, que son exactamente las antípodas de cualquier mezquindad. Pero esa misma teoría tiene que aplicarse también a quienes llevan años dando lecciones contra el machismo en la política. Podemos ha intentado atribuirse en exclusiva la bandera de la lucha contra la violencia de género y las agresiones sexuales mientras sus popes arrinconaban a sus compañeras de partido o a sus alumnas. Ignoro si Errejón y Monedero cruzaron alguna vez la frontera del delito. Eso debe dilucidarlo un juez. Pero sí digo que si una denuncia anónima era suficiente en Podemos para acorralar a un político de derechas, también debe bastar para cercarles a ellos mismos. O todos moros, o todos cristianos.
En su declaración judicial por la presunta agresión sexual a Elisa Muliaá, Íñigo Errejón se vio hostigado por su propia incoherencia cuando el juez le preguntó: «Si usted dice que no le hizo nada, ¿por qué ha dimitido?». La respuesta que dio es un resumen perfecto de la falsa superioridad moral de esta gente: «Porque militaba en un espacio político que tiene a gala que cualquier testimonio es válido». Es decir, en el Congreso el adversario es culpable por sentencia popular, pero si el mismo asunto te lleva a ti al juzgado, entonces que se me apliquen todas las garantías. Yo creo en la presunción de inocencia de Errejón y de Monedero. Estoy en contra de los buzones anónimos. Y confío en la Justicia para que investigue, protegiendo todos sus derechos, si los hechos que les están atribuyendo son ciertos o no. Pero por todo eso no creo en su discurso político, que es vil, sesgado, intolerante, supremacista y retrógrado. El progreso consiste en proteger a todos por igual ante la ley: a las personas agredidas y a las acusadas en falso. Sin embargo, según los postulados podemitas, yo podría escribir aquí impunemente un relato sórdido sobre las babas de Monedero. Pero no voy a hacerlo porque eso sería lo que habría hecho él. Y Dios nos libre de parecernos. Sólo diré que escupió sus babas hacia arriba y le han caído encima.
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