todo irá bien
Anora Zelenski, Brutalist Trump
El éxito de 'Anora' en los Oscar tiene que ver con la naturaleza afectada, quejica de Hollywood. El argumento de la película es absurdo: una fulana cree que el hijo de un oligarca ruso se ha enamorado de ella y que por amor va ... a renunciar a su fortuna. ¡A quién se le ocurre! Excusas para no medirse con ‘The Brutalist’ y el genio de László Tóth, que se libra de un campo de exterminio nazi y al límite de sus fuerzas emerge con su talento gracias a un mecenas que le paga su nueva gran obra a la vez que le perturba diciéndole cómo quiere realizarla.
Zelenski es el espejo en el que los europeos se miraran para olvidar que incumplieron los pactos con Rusia tras la caída del Muro. Insultan a Trump porque es más fácil que mirar cara a cara al fantasma de su cobardía. Como la chica de la película, creen que los americanos van a renunciar a su dinero y a la vida. Eso era con los anteriores presidentes, que les daba vergüenza lo que su país es y representa. Trump sabe que Ucrania no existe y que la supuesta heroicidad de Zelenski está artificialmente asistida por una financiación que no responde a la defensa de la libertad sino a los espurios intereses de la familia Biden por vender a Europa su gas en lugar del ruso. ¿Quién saboteó North Stream 2?
Aceptar el ingreso ucraniano en la OTAN es prender la mecha de la Tercera Guerra Mundial, porque Rusia se sentiría amenazada, las escaramuzas con los recién ingresados serían inevitables y la organización está obligada a entrar en guerra si cualquiera de sus miembros es atacado.
La opinión pública es tan emocional como la pobre Anora. Trump, como en ‘The Brutalist’, asume la complejidad, prescinde de la propaganda, entiende que la mejor manera de proteger a Ucrania es no encerrar a Putin con la OTAN –porque nunca en estas condiciones firmaría un acuerdo de paz– e involucra además a los Estados Unidos en la industria minera ucraniana, bajo el pretexto cierto de que es la mejor garantía de paz, porque Rusia sabe que habiendo allí ciudadanos e intereses americanos, América se vería obligada a responder si Ucrania fuera nuevamente atacada.
No se puede reducir la Historia, como Hollywood, Europa y el Partido Demócrata pretenden, a un cuento de hadas y menos si las hemos convertido en prostitutas para hacernos los buenistas. Hasta Zelenski lo ha entendido y ha pedido volver con urgencia a la negociación, ofreciendo por primera vez una tregua. «Es hora de hacer las cosas bien», dijo el martes muy aplicado.
Comparar a Putin con Hitler es de una profunda debilidad mental. Lo de Ucrania lo vamos a terminar como hemos terminado lo de Gaza. Vivimos vidas de imperfección y de realidades desiguales y negociables. La transacción es el alma del capitalismo. Todo tiene un precio y no pagarlo es escapismo estéril y suele acabar en recuento de cadáveres.
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