Perdigones de plata
Poder viejuno
Buena parte de la tropa talluda conserva los reflejos intactos y la sesera fresca
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Cuando se publica 'Mi medio siglo se confiesa a medias' (y tan a medias…), de González-Ruano, nos indican que un hombre, en aquella época, a los cincuenta, aquilataba el balance de su vida porque ya era una cosa formada, redondeada, asentada; esto es, podía ... arrojar la mirada hacia su pasado porque había cruzado de largo la frontera de su existencia. Ahora un cincuentón ignoro si es un divorciado mustio que pretende regresar al mercado y que encima cree que la noche es la misma que él abandonó al matrimoniar, un solterón confundido ante los novedosos tiempos de pantallitas que abducen y tecnologías que idiotizan, un esposo que se conforma con compartir el sofá (modelo 'chaise-longue') junto a su mujer mientras consumen cualquier serie, o un tipo arrogante que se siente victorioso aunque en realidad eso le convierte en el peor de los fracasados.
Pero algo sí sé… Y es que no conviene despreciar a los viejunos que algunos tontilocos toman por residuos de escombrera. Carlos Sainz, con sesenta y un palos, acaba de conquistar su cuarto Dakar. Y al astronauta López-Alegría, con sesenta y cinco, le mandan de vuelta a las estrellas y no parece que sea para rodar la segunda parte de 'Space Cowboys'. Frente a las miles de personas que prejubilan a la fuerza superado el medio siglo como si no aportasen nada más, condenando a muchos de ellos a una depresión rampante que les carcome el alma, resulta que otros demuestran su valía, fruto de la experiencia, del tesón, acaso de unas oportunidades que les brindan y que a otros les niegan en sus empresas. Si es verdad que algunos jovenzuelos están sobradamente preparados, supongo, buena parte de la tropa talluda conserva los reflejos intactos, la sesera fresca y el zurrón repleto de sabiduría multiusos que sirve para arrear una dentellada triunfadora en cualquier ámbito y en cualquier trance. Un muchacho que luce pantalones cagones y escucha trinos de voces nasales (maldito 'autotune'), cree que va a comerse el mundo. Pero son los viejos tiburones los que se lo zampan.
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