tiempo recobrado
Elogio y dilema de María Guardiola
A Guardiola se le ha presentado una oportunidad en la que, haga lo que haga, será vista como una traidora al partido o a sus ideas
Política espectáculo (23/6/2023)
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Lo más difícil es renunciar al poder cuando se tiene al alcance de la mano para defender las convicciones. Charles de Gaulle se retiró en 1946 a Colombey tras haber sido presidente del Gobierno provisional salido de la guerra. Konrad Adenauer, un dirigente conservador y ... católico, prefirió ir a la cárcel antes que apoyar el nazismo. Winston Churchill asumió la marginación por sus críticas a la política de apaciguamiento de los jefes de su partido.
Tarde o temprano, en la vida de cualquier líder político, se plantea la contradicción entre los principios y la acción. Dicho en términos de Max Weber, entre la ética de las convicciones y la ética de las consecuencias. Pedro Sánchez no ha vacilado en sacrificar sus promesas a las necesidades del momento. Él lo ha llamado «cambios de opinión».
Este debate vuelve a estar en primer plano tras la negativa de María Guardiola, la candidata del PP en Extremadura, a gobernar en coalición con Vox. Ella ha explicado su posición con meridiana claridad: su programa es incompatible con el de la formación de Abascal.
Dado que hay otros dirigentes de su partido como Carlos Mazón que han actuado de forma opuesta, el criterio de Guardiola no sólo ha suscitado polémica en el seno del PP, sino que además ha sido víctima de descalificaciones y ataques personales. Desde moverse por la soberbia a caer en la ingenuidad, los reproches han ido in crescendo.
La gran pregunta es si esta mujer tendrá el valor de ser consecuente con una posición expresada desde mucho antes de la campaña o se verá obligada a rectificar por las presiones. No lo sabemos. Su credibilidad y su futuro dependen de lo que decida.
No la estoy comparando con esos grandes prohombres que marcaron la historia en el siglo pasado, pero sí estoy diciendo que Guardiola se enfrenta a ese dilema al que otros tuvieron que responder cuando cobraron conciencia de que el acceso al poder suponía pagar el precio de renunciar a su coherencia.
No voy a juzgar a esta dirigente sea cual sea su decisión, porque carece de sentido arrogarse una superioridad moral desde la condición de espectador. Pero sí merece la pena recordar que los grandes liderazgos se han forjado siempre contra corriente, anteponiendo las ideas a los intereses, mirando al largo plazo y, sobre todo, asumiendo el riesgo del ostracismo y la incomprensión.
La paradoja es que a Guardiola se le ha presentado una oportunidad en la que, haga lo que haga, será vista como una traidora al partido o a sus ideas. No hay término medio. Si quieres miel, no des un puntapié a la colmena, dice un proverbio. La cuestión es saber cómo quiere mirarse al espejo. Podría quedarse sin miel y sin abejas. Pero tal vez eso es lo que convertiría a esta candidata en una referencia moral, insólita en la política española.
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