hay que vivir
Sánchez y la inmigración: todo al revés
En lugar de abordar el gran reto europeo, el PSOE pacta con la extrema derecha seguir debilitando al Estado
Aznar y la trumpidad
Contra la tercera España
Se lo escuché por primera vez a Mariano Rajoy en un avión volviendo de Dakar. Era el año 2015, y él era presidente del Gobierno. Entonces en España se hablaba mucho de economía y de corrupción y muy poco de los dos grandes asuntos que ... marcarían el futuro: terrorismo e inmigración. Ayer acudí a un desayuno de la serie de Líderes de Información que organiza periódicamente la Fundación Civismo. El protagonista fue Ángel Expósito, que enlazó con la idea que me había contado Rajoy: «El gran tema es la revolución demográfica en África, y no ha hecho más que empezar. Una mujer nigeriana tiene una media de siete hijos. Dentro de quince años, ¿de qué van a vivir? El gran tema es la inmigración».
En la campaña de las elecciones europeas del 9 de junio se habló de inmigración, pero el ciudadano recibe mensajes contradictorios y demasiado ideológicos. Nos movemos entre dos populismos: el del buenismo y su consiguiente efecto llamada, y el del miedo al distinto y la reducción del fenómeno a la delincuencia. En medio hay un espacio para la eficiencia: en pleno invierno demográfico europeo y español, necesitamos incorporar inmigrantes y para ello hace falta regular mejor los flujos de llegada. El Banco de España asegura que serán necesarios 24,67 millones de extranjeros en edad de trabajar en 2053 para «evitar el proceso de envejecimiento de la población y resolver los desajustes que podrían surgir en el mercado de trabajo español». Sin embargo, tal y como está nuestra legislación la mitad de los inmigrantes han pasado por ilegalidad, porque llegaron a través de las costas, o de irregularidad, porque entraron con visado de turista y decidieron quedarse. Pero no sólo eso. Me lo explica Fernando Rosado, coautor de un excelso y certero informe patrocinado por la Fundación Neos: «Hace falta un plan de formación de inmigrantes, es decir, no dejarlo todo al mercado». Mirada larga, social y no ideológica.
Y en medio de todo un debate de fondo que nos apela directamente como ciudadanos de la Unión Europea, en España el debate sobre la inmigración se resume en la distribución de los menores no acompañados entre las distintas comunidades autónomas y en la decisión del presidente del Gobierno de entregar a Junts la presencia de los Mossos en las fronteras y la devolución en caliente de inmigrantes. Lejos de afrontar un debate de fondo que ha de ser europeo, nuestro Gobierno se embarca en una negociación con el líder de una formación política dirigida por un prófugo del Tribunal Supremo y que ni siquiera tiene el poder en Cataluña. ¿Cabe mayor desatino? Todo por siete votos.
El acuerdo atenta contra la cohesión y la igualdad entre españoles, la ciudadanía política y la dignidad de los inmigrantes. Frente al gran reto europeo de esta generación, Sánchez sigue troceando el Estado y lo hace –esta vez sí– pactando con la extrema derecha.
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