LAPISABIéN
7 de julio
Qué fiestas las de antaño. Las del calimocho, las que siguen aunque no seamos los de entonces, los de la foto, los amigos de Zizur. Qué sanfermines peligrosos aquellos que no corriste, con tu camiseta del Betis y, en el alma, el secreto deseo de ... pescar en Burguete.
En mis primeros sanfermines lloré viendo cómo cierto mundo aprovechaba el foco y pasaba el cazo; sonaba en vascuence, y en bucle, la banda sonora de la serie 'Sancho y Quijote'. Eso y las gorras de la gestoras pro, que te dieron en lo más profundo y te enrojeció los ojos cuando el cielo más se nublaba.
Entre abrazos, recuerdas aquel desayuno opíparo del 6, la hospitalidad de una tierra que, contra el tópico, te incluyó en una cuadrilla. Fue, aquellos sanfermines, toda una peregrinación por la España entera. Llevabas azorado de calor todo el viaje desde el sur, paraste a por agua en una venta vieja donde el viento sigue el camino: era por Soria y te hubiera gustado quedarte allí a echar unos versos y unos vinos. Solo, como el poeta. Sin fiestas, ni martingalas. En un mesón del camino con la foto de un torero local y botellas empolvadas de años.
Ya en Pamplona la ciudad andaba como recogida ante sus días grandes. En un pub que daban de cenar ponían algo de Sr. Chinarro. Viviste el chupinazo como exorcizado tus males. Te dieron con un balón de playa en el lugar exacto donde el vino tiende a derramar. Viste a gente jugarse la crisma en la Fuente de la Navarrería. A la mañana del 9 de julio te llamó tu madre; media hora después la disyuntiva era San Juan Pie de Puerto o San Sebastián. Aún no sabes por qué elegiste la primera: o sí, porque querías monte y soledad. Y a fuerza que te enseñaron con cariño el norte verde de Navarra con su frontón y algún cuartel con alambre de espino como la Corona de Nuestro Señor. También viste, a uno y otro lado de la muga, retratos angulosos de los que tanto daño hicieron. Soplaba el viento bajando Valcarlos y se añoraba una chaquetilla.
Aquellos fueron tus sanfermines. Cumpliste el rito con creces. Dejaste allí un jirón de tragedia y de comedia.
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