Rechazo a Kamala en la pequeña Palestina de Chicago: «Hemos perdido la esperanza sobre Gaza»
Las comunidades árabes no se muestran convencidas por las promesas de Harris sobre Israel, representando un electorado crucial que se le puede estar escapando a la vicepresidenta
Los Obama exaltan a los demócratas con una embestida doble a Trump para impulsar a Harris

Atravesar la puerta del Cafe Mediterranean, en la avenida Harlem de Burbank (Illinois), es como transportarse a un tabernáculo de nacionalismo palestino. Desde fuera, no se puede ver el interior del local, con los cristales tapados con imágenes de cúpula dorada de la mezquita Al ... Aqsa de Jerusalén, mensajes en grafía árabe y una declaración de intenciones: un mapa de Israel, Cisjordania y Gaza pintado por completo con la bandera palestina. Es uno de los locales emblemáticos de lo que se conoce como la Pequeña Palestina, el mayor enclave de palestinos en EE.UU, en un suburbio de clase media a las afueras de Chicago. Los primeros llegaron a finales del siglo XIX y ahora son más de 15.000.
El dolor, la rabia y la frustración que han dominado a esta comunidad desde el comienzo de la guerra en Gaza se ha vuelto a agitar esta semana. A 25 kilómetros de aquí se celebra la convención demócrata, con la plana mayor del partido y de la Casa Blanca reunida para tratar de lanzar a su candidata, Kamala Harris, hacia la victoria en las presidenciales de noviembre. Entre ellos están quienes dirigen y podrían dirigir a partir del próximo enero la política exterior de la primera potencia mundial. Pero aquí, pese a la presión de algunos sectores izquierdistas y pese a discursos en la convención que claman por que llegue el alto el fuego, reina el desánimo sobre cualquier avance en Gaza.
Dentro del Cafe Mediterranean hay una docena de hombres. Algunos juegan a cartas, otros se hunden en sillas grandes con gesto hosco. Casi todos fuman de 'shisha'. Ninguno quiere hablar de Gaza ni de si Harris, la nueva candidata, que ha sido la cara amable de la Administración Biden hacia la causa palestina, les abre algún tipo de esperanza. «¡Vete a hablar con alguien a la mezquita!», grita uno, sin mirar de frente.
Poco después, sí habla con este periódico Yanis, que acaba de salir del local. Dice que lleva 25 años en EE.UU. y que la situación en Gaza es desesperada. Cuenta que tiene 49 familiares viviendo en un apartamento con dos habitaciones: los niños en un cuarto, las mujeres en otro y los hombres en el salón.
«Joe Biden y Kamala Harris son lo mismo, son lo peor, están controlados ambos por Israel, no voy a votar a ninguno», dice. Asegura que las comunidades árabes y musulmanas de EE.UU. están muy decepcionadas con ambos y eso puede tener un impacto en noviembre. No tanto por lo que pueda ocurrir aquí en Illinois, un territorio demócrata que no se le escapará a Harris. Pero sí en batallas decisivas. En especial, en Michigan, que acumula el mayor electorado árabe y musulmán de EE.UU. y donde las fuerzas entre demócratas y republicanos están muy igualadas.

Yanis tiene mejor opinión sobre Trump, pese a que el expresidente no fue muy simpático con la causa palestina en su presidencia: trasladó la embajada estadounidense en Israel a Jerusalén y cortó la financiación de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos. «Muchos árabes no van a votar o lo harán por Trump», pronostica. «Si Kamala sigue en el poder, la guerra va a seguir. Con Trump hubiera sido mejor, no habría habido guerra. Habría presionado a los gobiernos para pararla».
A un par de manzanas de allí, entre restaurantes palestinos y otros de comida rápida como en cualquier sitio de EE.UU. entre joyerías con letreros árabes y bares de tragaperras, Mahmoud ondea una bandera palestina. Grita 'Palestina libre' a los coches que pasan, algunos saludan con el claxon. Dice que lo hace todos los días desde que comenzó la guerra. «Si Kamala parara la guerra ahora, ganaría la elección de calle», dice. A su lado también ondea una bandera Jawahir, una activista venida desde Georgia. «Nos da igual la elección, la política de EE.UU. no va a cambiar. La gente está muy frustrada».
Es lo mismo que se escucha a las afueras de Mdakhan, uno de los restaurantes más populares del enclave, con el olor a la parrilla que se esparce por el aparcamiento. «Hemos perdido la esperanza sobre Gaza», resume Marhan, que acaba de cenar con un grupo de amigos.
«Da igual que sea Biden, que Kamala, que Trump. Las decisiones de política internacional en EE.UU. van a ser siempre las mismas, lo que manda es el dinero», dice otro. «La gente lleva diez meses protestando y no ocurre nada. Lo que ocurre en Gaza es una cuestión de pura humanidad, es irreal que esto siga pasando».
De vuelta a Chicago, después de atravesar solares desolados, las protestas contra la convención demócrata se repiten cada día. Son minoritarias -como la presencia de la cuestión de Gaza en el cónclave- y extremistas. «El Partido Demócrata ha presentado una cara nueva, pero su apoyo a Israel no ha cambiado», dice en una de ellas Omar Younis, uno de los palestinos que lideran las protestas. «Aunque sea histórica, la candidatura de Kamala Harris no cambia nada. Como Biden, no quiere escuchar a la gente palestina».
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