Le Pen y la coalición de izquierdas moderan sus programas para calmar a una patronal en pánico
Según los empresarios, sus medidas «son peligrosas para la economía nacional»
El Tribunal de Casación condena al partido de Le Pen a una multa de 250.000 euros

El miedo social, cultural, político, diplomático, nacional y europeo, ante las llamaradas de racismo antisemita y el riesgo de una degradación histórica de Francia, víctima de la irresponsabilidad y los extremismos, está provocando una cierta moderación de todas las fuerzas políticas.
El miércoles, la Comisión ... Europea propuso abrir contra Francia un «procedimiento contra el déficit excesivo». Macron ha situado la deuda y el déficit público a un nivel insostenible para la credibilidad nacional y los programas económicos de Agrupación Nacional (AN, extrema derecha) y Nuevo Frente Popular (NFP, unión electoral dominada por la extrema izquierda) causan pavor en los mercados. Este jueves, Gabriel Attal, primer ministro, se apresuró a declarar que «nuestro Gobierno está comprometido con no subir los impuestos y reequilibrar las cuentas del Estado». Promesa piadosa, tras varios años de gastos excesivos, cuando el Movimiento de las empresas de Francia (Medef), patronal mayoritaria, insiste: «Los programas económicos de Le Pen y las izquierdas son peligrosos para la economía nacional».
El martes, Jordan Bardella, líder del partido de Le Pen, declaraba: «Necesito una mayoría absoluta. No quiero ser un lacayo de Macron». Advertencia alarmista de inestabilidad institucional, tras la inevitable cohabitación entre el presidente y un partido que puede tener mayoría absoluta o relativa en la Asamblea Nacional. Pero este jueves mismo, Marine Le Pen se apresuró a corregir al líder de su propio partido, declarando que «no nos prohibimos nada. Llegado el caso, estamos dispuestos a formar un Gobierno con personalidades externas a nuestro partido». Traducido al lenguaje coloquial: Le Pen está dispuesta a olvidar su propia marca, política y familiar, para gobernar con personalidades independientes que permitan enterrar la etiqueta de extrema derecha.
Ante la actualidad diplomática y militar en Ucrania, Israel y Gaza, AN, el partido de Le Pen, y La Francia Insumisa (LFI, extrema izquierda), el partido líder del Nuevo Frente Popular, se han visto doblemente acosados en direcciones antagónicas. Consecuencia de las relaciones privilegiadas que ha tenido la familia Le Pen con Putin, la formación ha sido presentada como un partido poco menos que amigo del autócrata ruso. Mientras, Jordan Bardella se ha apresurado a declarar que «Ucrania debe poder defenderse», aunque se sitúa en las antípodas de Macron en cuanto a las ayudas a Kiev: «Francia no debe enviar soldados a Ucrania ni proporcionar misiles de largo alcance».
Por otro lado, desde que Hamás lanzara la guerra contra Israel, con la matanza del 7 de octubre del año pasado, La Francia Insumisa ha denunciado el «genocidio» de Israel «justificando» las posiciones de Hamás. Esa posición no ha cambiado, pero debe cohabitar, en el seno del Nuevo Frente Popular, con personalidades socialistas, como el expresidente François Hollande, con posiciones diametralmente opuestas.
Crímenes antisemitas
La guerra entre Israel y Hamás ha coincidido con un incremento espectacular de los delitos y crímenes racistas, antisemitas, que han crecido en un 300% durante el primer trimestre del año con respecto a 2023. En ese horizonte, la persecución, violación y asesinato de una niña judía de 12 años, el sábado pasado, en Courbevoie, en la periferia norte de París, ha provocado profundas reacciones nacionales de todo el arco político. Durante una ceremonia de despedida de la pequeña, la dirigente ecologista Sandrine Rousseau fue abucheada, a gritos, pidiéndole que se marchara por estas razones: «¡Nos dais vergüenza, soy los cómplices del antisemitismo de la extrema izquierda». En la extrema derecha, Jean-Philippe Tanguy, portavoz de AN, denuncia el crimen vigorosamente, pero reconoce «un antisemitismo residual» en su propio partido. Y algunos dirigentes históricos del judaísmo francés, como Serge Klarsfeld, legendario 'cazador' de nazis, han anunciado que «prefieren» votar a Le Pen «antes» que a los antisemitas que apoyan a Hamás desde la extrema izquierda.
Ese arco iris que se cierne sobre el horizonte inmediato de Francia, alimenta un miedo profundo al caos político y diplomático que pueda aislar y recortar el peso de Francia en la escena europea e internacional.
La desastrosa deriva presupuestaria, iniciada por Macron, puede agravarse tras las elecciones anticipadas: mal augurio para el conjunto de la zona euro. Las diferencias diplomáticas y militares, en la cúspide del Estado, entre un presidente y un jefe de Gobierno con posiciones enfrentadas, es un negro augurio para la seguridad europea y la Alianza Atlántica, con la guerra de Ucrania al fondo.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete