Por qué son importantes estas elecciones en Groenlandia

Pero la intervención de Donald Trump, que ha hecho notoria su intención de comprar este territorio y que, en su discurso ante el Congreso de EE.UU., ha prometido que «nos haremos con la isla de una u otra forma», ha revuelto la política local y ha convertido estas elecciones adelantadas en una especie de plebiscito sobre la independencia. Unos comicios que habrían pasado desapercibidos cobran ahora relevancia mundial por tan polémica reclamación territorial, que enfrenta a EE.UU. con Dinamarca y la UE.

Como es bien sabido, los intereses geoestratégicos de Groenlandia se han multiplicado desde la invasión rusa de Ucrania, a medida que el deshielo hace posible la extracción de sus reservas minerales y el establecimiento de nuevas rutas comerciales en el Ártico.

Si Groenlandia aborda su independencia de Dinamarca y, teniendo en cuenta su capacidad nula en materia de defensa, la isla pasará a ser dependiente de otros actores internacionales que ya se la están disputando.

Para evitar interferencias electorales, el Gobierno local prohibió el mes pasado la financiación extranjera de los partidos que se presentan a las elecciones, pero es notorio que tanto Estados Unidos como Rusia y China están estableciendo tantos contactos como les es posible con las diferentes formaciones políticas, en busca de control sobre regiones ricas en petróleo, gas o minerales estratégicos.

Si el resultado electoral impulsa un referéndum de independencia de Dinamarca, como promete el actual presidente de Grolenlandia, Múte Bourup Egede, Europa perderá el control sobre este espacio geoestratégico de gran importancia y las industrias tecnológicass perderán también las posibilidades de acceder a sus tierras raras.

A pesar de la evidente incertidumbre que generará la potencial independencia de Dinamarca, no hay fuerzas políticas que en este momento se apeguen a la colonia. Este pasado fin de semana, en Nuuk, la capital de Groenlandia, a 13 grados bajo cero y con un viento helado barriendo las calles, alrededor de 300 manifestantes se han reunido frente al edificio del Parlamento para protestar contra lo que consideran una discriminación por parte de Dinamarca.

Con tambores y cánticos, pedían un replanteamiento de la relación con Copenhague y entre ellos se encontraba Múte Bourup Egede, firme partidario de una «secesión ordenada».

«Fin al colonialismo, fin al genocidio», podía leerse en la principal de las pancartas que acompañaban la manifestación. Otra de ellas decía: «Los derechos indígenas son derechos humanos». «Hay un racismo estructural por parte de los daneses», se quejaba otro de los asistentes, Rasmus Olsvig, megáfono en mano, citando el ejemplo de la escolarización separada para los niños groenlandeses y daneses. «Muchos padres daneses no quieren que sus hijos vayan a la escuela junto con los groenlandeses». Estos argumentos alimentan y agitan el movimiento independentista, que en realidad es un movimiento antieuropeo.

Este movimiento antieuropeo está siendo impulsado desde Estados Unidos, que desea sustraer este territorio a Europa. «Los haremos ricos», ha dicho textualmente Donald Trump.

«Desde el exterior, a menudo se subestima cuánta influencia tiene en estas elecciones el debate sobre el deseo de Trump de anexionarse Groenlandia», explica Ebbe Volquardsen, politólogo de la Universidad de Nuuk, «la atención internacional ha puesto de relieve el valor geopolítico de Groenlandia y se está utilizando esto para redefinir por completo la cooperación con Copenhague. Por lo tanto, la campaña electoral ha estado determinada por cuestiones de política exterior».

El partido de izquierda «Inuit Ataqatigiit», del primer ministro, que según las encuestas volverá a ganar estas elecciones; alejarán a Groenlandia de Europa, con la idea de ofrecer sus recursos al mejor postor internacional.

Perder este territorio supondría para la UE no solamente un grave perjuicio geopolítico y serios daños potenciales económicos, sino también una humillación en términos diplomáticos, en un momento en el que Europa trata de posicionarse como potencia global con la que el resto de actores internacionales deben contar en el tablero político.