El legado catastrófico del chavismo en Venezuela

La revolución bolivariana siempre ha buscado cuidar las formas en el discurso y su imagen ante la comunidad internacional, vendiéndose como un sistema democrático, humanista, progresista, bolivariano y revolucionario , y capaz de aguantar cualquier ataque. Para lo que no estaba preparado era para ser señalado oficialmente por presuntos crímenes de lesa humanidad, recogidos en cientos de páginas que relatan las atrocidades y las violaciones de derechos humanos cometidos por miembros de sus instituciones.

El anuncio sorpresa de la investigación se produjo tras tres días de visita al país sudamericano del fiscal de la CPI Karim Khan , que compareció públicamente junto al líder chavista Nicolás Maduro , para firmar un memorándum en el que se explicaba que el tribunal había «concluido el examen preliminar de la situación en Venezuela y ha determinado que procede a abrir una investigación para establecer la verdad de conformidad con el Estatuto de Roma». En respuesta, Maduro aseguró que respetaba la decisión de la fiscalía de la CPI, pero que no la compartía.

Este señalamiento no tiene precedentes en América Latina y tipifica por primera vez en la región el delito de lesa humanidad, abriendo la posibilidad de que las autoridades venezolanas sean juzgadas a nivel internacional . También ofrece expectativas a los familiares de víctimas de ejecuciones extrajudiciales, a los de presos políticos que han denunciado torturas en las cárceles militares y a los que han sufrido el hostigamiento de los servicios de inteligencia venezolanos.

El chavismo llegó al poder con la promesa de promover un nuevo socialismo del siglo XXI, que pretendía cerrar la brecha social y solucionar a corto plazo los problemas de los venezolanos, sobre todo de los más pobres. Desarrollaron una política que nunca se enfocó en erradicar las causas originales de la desigualdad social que había en el país. Adoptaron un modelo asistencialista , sustentado en la renta petrolera, que funcionó mientras duraron los años de bonanza del petróleo. Un socialismo del siglo XXI basado en el sueño y las ambiciones de un solo hombre con legitimidad, carisma y apoyo popular, Hugo Chávez, que creó una bandera para la historia: el chavismo. Un modelo que, sin embargo, fue traicionado por su propio sistema y entorno.

Han pasado dos décadas. No se ha alcanzado la meta prometida, las esperanzas se han desvanecido. Venezuela hoy presenta su cara más oscura . En la era después de Chávez, el madurismo se ha abierto paso, generando mucha más incertidumbre y represión sobre los ciudadanos. Se han clausurado medios de comunicación y rige una política económica basada en las expropiaciones y las nacionalizaciones arbitrarias, con un saldo de 500.000 empresas cerradas y 700 expropiadas, tal y como ha denunciado el Consejo Nacional de Comerciantes de Venezuela. Los hospitales carecen de los medicamentos esenciales. La industria petrolera solo funciona a través del mercado negro. Por si fuera poco, hay racionamiento con el gas para cocinar y la luz es un lujo para muchos. El país es uno de los más violentos del mundo , con una tasa de 45 homicidios por cada 100.000 habitantes.

Durante cuatro meses continuos, una oleada de protestas ciudadanas en 2017 dejó un amplio saldo de personas fallecidas, heridos y presos políticos. Decenas de miles de personas salieron a las calles cuando el Tribunal Supremo de Justicia intentó usurpar los poderes de la Asamblea Nacional. Las manifestaciones se multiplicaron rápidamente por todo el país, sostenidas por el descontento y la crisis humanitaria de una población asfixiada por la escasez de comida, la inflación y la inseguridad.

La respuesta de las autoridades fue violenta y brutal contra los manifestantes. Las fuerzas del orden y los grupos paramilitares urbanos partidarios del régimen, los llamados 'colectivos' , atacaron a los participantes en las protestas, empleando una fuerza extrema y en ocasiones letal. Se detuvieron a miles de personas y transeúntes que no estaban vinculados con las manifestaciones, muchos de los cuales luego fueron procesados por tribunales militares , violando sus derechos. La magnitud y gravedad de esos hechos alcanzó niveles inéditos en la historia del país.

Según la Organización de Estados Americanos (OEA), entre 2014 y 2020 se han producido un total de 18.093 asesinatos en Venezuela vinculados con las fuerzas del orden, de los cuales «131 muertes estarían relacionadas con las protestas». Además, se han producido «más de 15.000 detenciones arbitrarias » por razones políticas. De igual manera, el organismo también determinó que en 2017 hubo 192 casos de violencia sexual, también cometidos por las fuerzas del orden. Estas cifras se apoyan en un centenar de declaraciones recogidas por el Foro Penal, una oenegé venezolana.

Esta investigación puede surtir efecto en el resto de los países de la región, evitando que las violaciones de derechos humanos también alcancen allí cifras similares, propias de un conflicto. Venezuela se ha convertido en el laboratorio perfecto para demostrar que el famoso 'ruido de sables' es un recuerdo lejano en la memoria colectiva del continente . La democracia liberal ya no es derribada por un golpe militar o una revolución, ni con balas, sino desde dentro del propio sistema, secuestrando la institucionalidad y las libertades.