El reloj responde por Contador
Pedalear así es la forma más rápida de responder. Y contundente. Tras casi tres semanas aislado en su propio equipo, Alberto Contador dejó que hablara el reloj de la «crono». Las manecillas reflejaron la magnitud del madrileño, ganador de la etapa y casi de su segundo Tour. Con su peso pluma aventajó a todos los pesados: Cancellara (a 3 segundos), Ignatiev (a 15), Wiggins (a 43) y León Sánchez (a 44). Y, sobre todo, trituró a sus rivales: Kloden (a 54), Armstrong (a 1 minuto y 30 segundos), Andy Schleck (a 1.45) y Frank Schleck (a 2.34). Contador lleva 18 etapas callado, pero a este Tour ya sólo le queda su voz. Al Ventoux subirá mañana con más de cuatro minutos sobre el pequeño de los Schleck y cinco y medio de ventaja sobre el tercero, Armstrong. Es el tiempo de Contador. No lo dijo él. Lo aclaró el reloj.
La rampa de lanzamiento despliega todas las manías de los corredores. La contrarreloj es la etapa más larga. Por el estrés. Cancellara, el suizo favorito, pensaba en Voigt, el compañero caído y magullado en los Alpes. «Sé que está conmigo». Cuatro piernas. Los Schleck esperaban su turno: Andy apoyado en una valla, Frank, en Andy. La familia. Escucharon la cuenta atrás con los ojos cerrados. Armstrong, no. Ni pestañeó. Partió con una pedalada zurda y sobre una bicicleta amarilla, el color que ya no es suyo. Es de Contador, que empezó con la pierna derecha y que, antes de partir, pidió algo: subió los ojos y se persignó tres veces. Pedía suerte. De lo demás se encargaba él.
Hace medio siglo, a Annecy llegó como líder Bahamontes, que se quejaba siempre de los granos en el culo y de su equipo. Cuando ganaba, lo hacía él; cuando perdía era culpa de los gregarios. Contador ni sufre forúnculos ni tiene equipo. Pero no ha dicho nada. Tampoco ayer en Annecy, la Venecia de los Alpes. Hasta allí se fue Contador para agarrar su segundo Tour. Tuvo que hacerlo en la contrarreloj, la etapa solitaria. Está acostumbrado.
Bahamontes e Induráin
Salió veloz. En el kilómetro 18 aventajaba a Wiggins en 18 segundos, a Ignatiev en 19, a Armstrong en 27 y a Cancellara en 37. Los Schleck ya no contaban. Al kilómetro 28, superada ya la cota de tercera, Contador llegó 30 segundos por delante de Wiggins, con 46 sobre Cancellara y 1.12 sobre Armstrong. Tanteaba ya el triunfo en el Tour. Y aceleró a por la victoria de etapa. El final del lago era su enemigo: llano, con el aire de cara. El terreno para Cancellara, veinte kilos más pesado. Pero aguantó. Por tres segundos se llevó su primera contrarreloj en el Tour.
Tiene genética de escalador. Se columpia a ambos lados del manillar. Y tiene también la voluntad de ser contrarrelojista. Aquellas tardes en Pinto tras el viejo «Renault» familiar. Aquel menosprecio en un campeonato de España juvenil, cuando no le seleccionaron para la contrarreloj por ser demasiado flaco. Aquella respuesta al año siguiente, cuando se presentó por su cuenta y logró el bronce... Hace tiempo que es contrarrelojista. Le ganó a Wiggins el prólogo de la última París-Niza. Nació como Bahamontes y se ha convertido en Induráin. El mejor escalador es el mejor contrarrelojista.
Ahora que las crónicas hablan de su último triunfo, Fran, su hermano mayor, recuerda el primero. Fue en el pueblo de los padres, en Barcarrota. En una carrera sobre un campo de arena. «Alberto llegó tarde a la salida, con el bocadillo en la mano. Tiró el bocata, arrancó solo, como en una contrarreloj, y los pasó a todos. Le dieron una medalla. Y es el trofeo que guarda con más cariño». Al lado de esa medalla hay ya hueco para el Tour 2009.
Noticias relacionadas
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete