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El Giro según un proscrito

El Giro según un proscrito

Hace nueve meses, cuando regresó de su exilio por el dopaje, Alexander Vinokourov se colgó una camiseta blanca sin publicidad, limpio inmaculado, como si sus penas hubiesen caducado después de dos años de sanción. No lucía Astana ni nada, a pesar de que este equipo tiene su origen hace cuatro años en su vinculación con las autoridades políticas de su país, Kazajistán. El Tour lo condenó por sus pecados con el dopaje y hoy vive su reencarnación como líder del Giro.

“Felicidades Vino, felicidades equipo. Estamos haciendo un 2010 estupendo todo el grupo”, le escribió Alberto Contador desde su cuenta de Twitter , un día después del homenaje que recibió en su pueblo, Barcarrota (Badajoz).

Superada la décima etapa ( que ganó Tyler Farrar ), Vinokourov gobierna con mano de hierro y se postula como primer aspirante a ganar el Giro. El ciclista tremendo, capaz de las mayores exageraciones, es ahora un prodigio de regularidad. Faltan once etapas y toda la montaña (los últimos días son infernales por los Dolomitas), pero los grandes escaladores han perdido pie.

El calvario de Carlos Sastre Llegó al Giro escaso de forma (sólo ocho días de competición en 2010), pero con una moral de hierro. “A ver si hay suerte y doy el petardazo”, decía antes de irse a Italia. Tal vez por su preparación corta o porque la mala suerte aparece sin preguntar, ya no puede ganar. Está a diez minutos después de dos caídas, un pinchazo y una moral por los suelos.

La vía Nibali Contador le considera uno de los principales artistas para el futuro. Es un escalador agresivo y joven que se ha pertrechado a la espalda de los dos veteranos, Vinokourov y Evans. Le soporta un equipo realmente potente (el Liquigas) y puede jugar la tenaza de su compañero Iván Basso, situado cuarto en la general, sólo 18 segundos por detrás.

Sin noticias de dopaje Lo mejor que le ocurre a cualquier organizador de carreras es la ausencia de noticias sobre dopaje. El ex periodista de la Gazzetta, Angelo Zomegnan, también es de la cuerda del Tour, un defensor de la limpieza con cabeza. No se quiere cargar su carrera, pero tampoco quiere tramposos.

El público rosa

Mientras la parroquia ha desertado en España y sigue fiel en el Tour, en Italia no hay dudas. El público vive el Giro como algo propio, entregado a la carrera, sobre todo en las localidades más pequeñas.

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