Idea nada descabellada
PARA muchos castellano y leoneses el gran problema es lo que fuimos, el centro de una nación llamada España durante siglos, y que ya no somos. Para otros cuantos el quid radica en lo que somos y lo que difícilmente nos dejan ser: la mayor región de Europa, una comunidad fiel y solidaria con su país, una autonomía con nueve y medio puntos de vista... Pero para unos pocos, el gran reto al que Castilla y León se enfrentará será la despoblación. Imbuidos en la búsqueda de nuestra identidad corremos el peligro de pasar el tiempo hasta llegar a, literal, dejar de ser por dejar de existir.
La presentación del estudio poblacional auspiciado por el PSOE recientemente, o de la mismísima agenda de trabajo del propio Gobierno regional de cara al 2010 subiendo enteros la cuestión demográfica que, esperemos no acabe como aquella Comisión de Cortes, lo cierto es que nuestros representantes harían bien en tomarse más en serio esta cuestión. Hace escasamente un mes, el alcalde de Balboa, un pequeño municipio de los Ancares, propuso ante el pleno de la Mancomunidad del Bierzo Oeste la unión de esos municipios. Y la que le cayó encima. La pérdida de un supuesto poder inexistente de los alcaldes y presidentes de juntas vecinales, la mal entendida identidad local, el miedo a la burocracia, a la pérdida de las mínimas ayudas económicas como entidad local propia y los egoísmos personales entre vecinos dieron al traste con esta enésima petición de unión supramunicipal.
La idea, quizás por venir de un regidor un tanto pintoresco, fue rechazada con el paso de los días y del consiguiente pleno de alcaldes. Los cuatro municipios aludidos, Corullón, Barjas, Balboa y Vega de Valcarce, comparten pocos servicios públicos y gestiones municipales diversas, luego mucho mejor si aúnan todavía más los escasos recursos. Cada cierto período de tiempo alguna de sus pedanías es abandonada o subsiste en un régimen de aldea. Geográfica, social, económica y culturalmente son poblaciones similares. Las escasas comunicaciones ahondan más sus pocas probabilidades de desarrollo industrial, régimen de economía agroganadera, costumbres y necesidades similares. Y sin embargo, era el camino para el aprovechamiento de los pocos servicios que elevarían la calidad de vida de la zona.
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