¿Qué es la betaespera que genera tanta ansiedad en las parejas?
Todo momento de incertidumbre genera cierta angustia, pero cuando se vive al mismo tiempo por parte de los dos miembros en una relación es necesario saber cómo gestionarla
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«¿La beta qué?» Hasta que una pareja lleva tiempo intentando tener hijos y decide someterse finalmente a un tratamiento de reproducción asistida ni se imagina qué es significa este concepto y todo lo que supone para ellos.
«Llamamos betaespera -señala Marta Prat, psicóloga sanitaria de Next Fertility- al periodo que transcurre desde que la paciente se somete a un tratamiento de reproducción asistida (inseminación artificial o fecundación in vitro) hasta el día en el que finalmente se obtienen los resultados y sabemos si se ha producido un embarazo«.
Este proceso suele tener una duración de entre 9 y 14 días desde el momento en el que se ha depositado la muestra de semen en el útero de la mujer, en el caso de la inseminación artificial; o desde el momento en el que se ha realizado la transferencia de embriones, en el caso de la fecundación in vitro. A esta fase se la conoce como betaespera porque, para saber si la mujer ha quedado embarazada, los médicos utilizan un análisis sanguíneo de la llamada hormona Beta hCG (hormona gonadotrofina coriónica humana).
¿Cómo la viven él y ella?
Puede ser vivida con cierta angustia y estrés para ambos, ya que suele ir acompañada de incertidumbre y ansiedad; de hecho, es uno de los problemas que con mayor frecuencia abordamos en nuestra unidad de apoyo emocional. Sin embargo, existen algunos matices y diferencias sobre cómo viven el proceso los hombres y las mujeres, principalmente por las diferencias intergénero que. Aunque no debemos olvidar que también hay factores de personalidad que contribuirán a que esta experiencia sea más o menos llevadera, independientemente del sexo.
Así, existen factores de personalidad que nos ayudarán a llevar el proceso de una forma más amena, tales como: la resiliencia, la autoestima, la inteligencia emocional (capacidad para entender, gestionar, expresar y regular nuestras emociones), la flexibilidad o capacidad de adaptación a los cambios… etc. Por el contrario, existen otros factores que nos provocarán un mayor grado de malestar durante el proceso de espera: la baja autoestima, la baja inteligencia emocional, la dificultad para buscar o pedir ayuda, la tendencia a las obsesiones y al control exhaustivo del entorno y la rigidez cognitiva o dificultad para adaptarse a los cambios.
Retomando las diferencias entre géneros, cuando hablamos sobre cómo viven los hombres el proceso, en primer lugar, debemos tener en cuenta si el origen del problema reproductivo radica en ellos mismos, en la mujer o en ambos. En el caso de que sea el varón quien padece un problema de infertilidad y la pareja haya tenido que recurrir, por ejemplo, a inseminación artificial con semen de donante, el proceso puede ser mucho más duro para él, ya que tendrá que hacer frente al llamado 'duelo genético'. Es decir, la pareja masculina deberá asumir que, en el caso de llegar a ser padre, su futuro hijo no tendrá sus genes. Además, el hombre puede interpretar la infertilidad como una crisis que amenaza su masculinidad y valía personal. Por ello, es muy importante ofrecer un refuerzo positivo constante y continuo, para recordar a la pareja lo importante que es y todas las cosas positivas que les unen (y que inevitablemente, le convertirán en un padre ejemplar el día de mañana), así como seguir manteniendo, desde el respeto, espacios para la comunicación y la intimidad.
Por otro lado, las mujeres tienden a ser mucho más expresivas que los hombres y a buscar más frecuentemente, y en mayor intensidad, el contacto y el apoyo de su pareja ante este tipo de crisis, independientemente de quién de los dos tenga el problema. En el caso de mujeres cuyos ovocitos no son válidos, porque ya no tienen la calidad suficiente, también tiene lugar el llamado 'duelo genético', ya que se recurre a ovodonación. En estos casos, se realiza una transferencia embrionaria con un óvulo de una donante y el semen de su pareja (en el caso de que éste sí tenga calidad suficiente) o con el semen de un donante. Sin embargo, la diferencia es que la mujer sí albergará en su vientre a este futuro bebé, con el impacto emocional que esto conlleva. Y, además, a pesar de que el óvulo no tiene la carga genética de la madre gestante, se sabe que, durante la etapa de gestación, se establece una conexión especial entre la madre y el embrión.
En este sentido, a través de los fluidos maternos, el embrión obtiene lo que se denominan factores epigenéticos, que se incorporan a sus genes y tienen un impacto en su expresión, de manera que influirán en el desarrollo embrionario y, consecuentemente, en las características futuras del niño. Todo esto, por supuesto se le debe explicar a la paciente y acompañarla en el proceso de asimilación, ya que es lógico que al principio surjan emociones como el miedo y el rechazo.
Por otro lado, cuando se inicia un tratamiento de fecundación in vitro, la mujer ha de administrarse la medicación a diario por vía autoinyectable. Este proceso también puede ser algo angustioso ya que, aunque el proceso es indoloro y fácil de aplicar, algunas personas pueden vivirlo con mucho miedo. Por ello, a veces, es aconsejable que sea la pareja quien administre la medicación y así participe de un modo activo en el proceso, favoreciendo la cooperación conjunta y la unión de los miembros de la pareja. Este hecho adquiere una especial relevancia cuando el esperma de la pareja no ha sido válido y se ha tenido que recurrir al semen de un donante, ya que la participación del hombre durante el proceso contribuye a disminuir su sentimiento de disociación y a fomentar el vínculo como futuros progenitores. Hemos de tener en cuenta también, que los últimos días del tratamiento, la mujer puede sentirse más cansada e inflamada, algo que su pareja deberá tener en cuenta y brindar más apoyo práctico y emocional.
Durante el proceso de betaespera, además, la mujer suele encontrarse en un estado de mayor hipervigilancia y ansiedad, ya que es su propio cuerpo el que está sufriendo cambios. Puede aparecer cierta hiperactivación, que es cuando nuestra mente está atenta a la mínima señal que nuestro cuerpo nos ofrece y tratará de asociarlo positiva o negativamente al proceso. Un ejemplo sería una mujer que tiene dolor de vientre y piensa automáticamente que algo no va bien. Además, estas sensaciones corporales se retroalimentan porque, cuando estamos preocupados, se puede incrementar el peristaltismo intestinal y esto puede provocar dolor de vientre. En este contexto, es muy importante darnos cuenta de que es fácil somatizar por el estado emocional en el que nos encontramos y seguir manteniendo una actitud positiva y calmada.
¿Se suele vivir en silencio, sin que lo sepan amigos o familiares?
Las estrategias de afrontamiento que van a desplegarse durante este proceso serán individuales y dependerán de las características personales de cada uno. Así como hay personas que son más comunicativas y necesitan buscar apoyo externo e involucrar a sus familiares y amigos en el proceso, habrá otras personas más reservadas que prefieran llevar el proceso en silencio. Lo cierto es que ambas posturas son respetables y podrán ser más o menos eficaces dependiendo de las circunstancias. Por ejemplo, ante los primeros intentos, las parejas suelen ser mucho más proclives a contar el paso que van a dar a terceros, mientras que, si los intentos fallidos se van acumulando, las ganas de involucrar a las personas cercanas van a ir cesando por temor a tener que compartir con los demás el fracaso.
En este sentido, lo mejor es que elijamos bien a quién vamos a involucrar. En nuestro caso, recomendamos elegir a los familiares y amigos más íntimos para acompañar en el proceso, aquellos que sabemos que, por su estilo comunicativo, van a tender a sumarnos más que a restarnos durante el proceso. En ningún momento tenemos que sentirnos presionados o culpables por no hacer partícipe a una persona importante para nosotros si no queremos, ya que tenemos derecho a salvaguardar nuestra intimidad y bienestar emocional. Aquellos que nos quieren deben entenderlo.
Por otro lado, conviene tener en cuenta la importancia de hablar previamente en pareja sobre qué contar y a quién. Cada persona puede tener unas necesidades diferentes y se debe llegar a acuerdos para que ningún miembro de la pareja se sienta invadido o traicionado.
¿Qué es aconsejable para que este periodo se lleve lo mejor posible?
Toda incertidumbre nos va a provocar inevitablemente un estado de ansiedad ante la falta de control sobre las circunstancias. Pero, aunque no podamos controlar el resultado de la beta espera sí que podemos controlar cómo nos enfrentamos a esta situación. Por ello, se recomienda intentar mantener una actitud centrada en el presente y que nos convierta en agentes activos y no pasivos. Por ejemplo, realizar yoga, pilates, hacer actividades relajantes, salir a dar un paseo al sol, o cocinar todos los días alguna receta con alimentos saludables y nutritivos. Todo esto contribuirá a mantener un buen estado de salud físico y emocional, repercutiendo positivamente en el proceso.
También se recomienda seguir realizando actividades en pareja agradables todos los días, que mantengan unida a la pareja y permitan reforzar la conexión en otras áreas de la relación que no se circunscriban a la paternidad. Esto, por supuesto, también afecta a las relaciones sexuales y es que, aunque se sabe que existen días más fértiles e incluso posturas en la cama que pueden contribuir a la implantación del embrión, conviene no obsesionarse ni reducir la experiencia sexual a una mera finalidad reproductiva, ya que esto puede terminar mermando la satisfacción sexual de la pareja.
En cuanto a lo que se refiere a las comprobaciones excesivas que se suelen dar durante la espera, debemos reducirlas en la medida de lo posible. No es bueno estar todo el día buscando por internet ya que nos obsesionaremos y es más fácil que desde este estado tendamos a deformar la realidad, incrementándose el malestar. Lo mismo ocurre con realizar test de embarazo en casa: ¡Totalmente prohibido! Los test de embarazo en orina pueden dar falsos negativos ya que la concentración de hormona beta en la orina es más baja que en sangre. Lo mejor es mantener la calma, hacer caso a nuestro médico y esperar al día de la prueba.
Debe ser muy complicado para las parejas... ¿algún truco?
Un ejercicio que podemos hacer para evitar caer en rumiaciones y en comprobaciones excesivas es utilizar 'la hora de las preocupaciones'. Este ejercicio consiste en ponernos una alarma en el móvil y dedicar media hora al día a preocuparnos, hablar sobre el tema, buscar por internet y o escribir todos nuestros pensamientos negativos… Pero el resto del día tendremos que intentar seguir con nuestra rutina y, sobre todo, programar actividades agradables a diario y que sean incompatibles con estas comprobaciones: Salir a dar un paseo por la playa, ir al cine a ver una película, etc.
¿Puede afectar a la relación?
Por supuesto, toda situación angustiosa y que afecta a cada individuo por separado puede afectar también a la relación en su conjunto. Al final, es lógico entender que los miembros de la pareja están más nerviosos, irritables, fatigados emocionalmente… y que todos estos sentimientos pueden provocar discusiones y tensiones. Además, como hemos visto, las diferencias individuales en la forma de afrontar la situación también pueden generar conflictos. Hay personas que ante situaciones de tensión emocional necesitan mucho más el contacto y el refuerzo, mientras que otras se abruman y necesitan gestionar todas estas emociones desde su propio espacio. Sin embargo, hay dos elementos clave para que una relación funcione a largo plazo: la generosidad y el respeto. Por ello, debemos, de forma bidireccional, entender y aceptar que nuestra pareja es así y nos sigue queriendo de la misma forma, pero también hacer un ejercicio de responsabilidad emocional cediendo algunas veces para aproximar posturas.
¿Cómo abordar la betaespera cuando se repiten ciclos porque no llega el tan ansiado embarazo?
La ansiedad que se puede sufrir durante la betaespera va incrementándose inevitablemente a medida que acumulamos intentos fallidos, principalmente por dos factores: nuestra expectativa de éxito es más baja y nuestra presión por conseguir ese éxito es más alta. Asimismo, es posible que, si hemos comentado a terceros que vamos a realizar otro ciclo, algunas personas nos pregunten con mayor insistencia y toleremos peor estas situaciones.
En este caso, tal y como nuestros psicólogos expertos recomiendan, conviene ser honestos y asertivos y decir claramente que no nos apetece hablar todavía y que cuando tengamos una respuesta ya seremos nosotros quienes la comunicaremos. Otra de las cosas que pueden ocurrir, es que la pareja comience a plantearse el fracaso en el tratamiento como algo irreversible. En esta tesitura, es posible que empiecen a contemplarse, con mayor o menor grado de reticencia, otras posibilidades; como es el caso de la ovodonación en el caso de haberlo intentado con los propios óvulos de la paciente o, incluso, la adopción. En numerosas ocasiones, si lo hemos intentado muchas veces y no lo hemos conseguido, los propios médicos nos recomendarán que descansemos un poco para recuperarnos emocionalmente e iniciar el proceso más adelante, si queremos continuar.
MÁS INFORMACIÓN
Al final, toda decisión es válida y aunque la esperanza es lo último que se pierde no hay que obsesionarse si el proceso está siendo angustioso porque nuestra salud mental es lo primero. No obstante, por supuesto en las clínicas de reproducción asistida contamos con psicólogos especializados, e incluso Unidades Específicas para ello que ayudan a los pacientes a gestionar todas las emociones que devienen de este proceso y a decidir qué es lo que desean y necesitan hacer, como individuos y como pareja.
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