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«Hay tres aspectos que hay que dejar claros al hablar de sexo con los hijos»

Una psicóloga experta en sexología explica cómo, y desde cuando, se debe hablar de sexualidad a los niños y adolescentes

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Laura Peraita

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Según un estudio de Platanomelón, el 92% de los padres y madres tiene dificultades para hablar de sexo con sus hijos. Sin embargo, Beti Badia, directora del proyecto Academia, sexóloga y psicóloga especializada en divulgación y creación de contenido, matiza que el hecho de que les cueste charlar sobre este asunto «no significa que no lo hagan, sino que lo perciben como un tema complejo o incómodo». Considera que es normal este alto porcentaje debido a que muchos progenitores no han tenido referentes ni educación sexual en su infancia y temen hacer cualquier comentario inadecuado o no saber responder a sus preguntas. De hecho, según la encuesta, uno de cada dos padres afirma que nunca habló de sexualidad en su propia casa.

¿Dónde está realmente esa dificultad?

No es una dificultad, son muchas, y es que percibimos la sexualidad desde una mirada adulta, por eso nos incomoda. Las principales barreras suelen ser, pues, pervertirlos al hablar de estos temas, el pudor, el miedo a dar demasiada información o no saber cómo adaptar el mensaje a la edad de nuestros hijos. También influyen las creencias culturales y la propia educación que hemos recibido, que muchas veces ha estado marcada por el silencio o los tabúes en torno a la sexualidad.

No obstante, muchos padres actuales no recibieron educación sexual en su infancia o juventud, ¿por qué es ahora necesario hablar de sexo con los hijos? ¿Qué ha cambiado?

La diferencia es que hoy los niños y adolescentes tienen acceso a la información de manera inmediata a través de internet y las redes sociales. Les están llegando mensajes negativos sobre sexualidad todo el tiempo, y eso no lo vamos a poder evitar. Lo que sí podemos hacer para compensarlo es educar desde edades muy tempranas para que sepan tener una opinión crítica cuando les llegue todo este contenido. Además, si tratamos la sexualidad de manera natural desde pequeños, a parte de ser una herramienta clave para su desarrollo emocional y relacional, lo más probable es que luego acudan a nosotros como referentes cuando sean mayores.

Ahora parece necesario hablar de sexualidad a los niños desde su infancia, ¿De verdad es necesario tan temprano?

Sí, porque la educación sexual también es prevención y protección. Es mucho más que hablar de sexo, también es educar para que sepan decir 'no', darles herramientas para protegerse del abuso sexual infantil, y, como decía antes, entrenar su capacidad crítica para cuando les lleguen ciertos contenidos. Y no solo eso sino que, aunque nos parezca incómodo (porque lo vemos desde un punto de vista adulto) los niños desde bien temprano ya tienen una sexualidad, porque las emociones, las relaciones, el hecho de entender su propio cuerpo y respetar a los demás también es sexualidad, no solo el sexo.

Entonces, ¿a partir de qué edad es conveniente?

Desde siempre. Si te estás haciendo esta pregunta probablemente ya vas tarde. No se trata de darles toda la información de golpe en un discurso unilateral, sino de adaptar la conversación a su edad y a sus necesidades, ir respondiendo sus preguntas y resolver sus inquietudes.

¿No crees que muchos progenitores consideran que si hablan de sexo están incitando a sus hijos a este mundo desconocido para ellos hasta el momento?

Es un miedo comprensible, pero realmente infundado. La educación sexual no incita, sino más bien al contrario: informa, previene y proporciona recursos. El deseo o las ganas de experimentar las van a tener igual, trabajemos o no la educación sexual en casa. El tema es que se entenderán a ellos mismos mucho mejor y tendrán más recursos si lo hacemos. De hecho, según la encuesta que realizamos, 7 de cada 10 padres afirmaron que les gustaría recibir ayuda profesional para aprender a abordar el tema.

Por otro lado, estudios demuestran que cuando las personas jóvenes reciben educación sexual adecuadamente, empiezan a tener relaciones sexuales más tarde y toman decisiones más responsables. Es como la educación vial: enseñar a un niño a cruzar la calle con precaución no lo impulsa a correr delante de los coches, sino que lo prepara para hacerlo de manera segura cuando sea necesario.

¿Qué consejo das a los padres que quieran iniciar la conversación, pero no sepan cómo hacerlo? 

Lo primero es quitarse la presión de tener 'la gran charla'. La educación sexual no es una conversación puntual, sino algo que se va abordando a lo largo del tiempo. Se puede empezar respondiendo a sus preguntas con naturalidad, aprovechando situaciones cotidianas (como viendo una escena de una película) o incluso admitiendo cuando no sabemos algo y buscando juntos la respuesta. Lo importante es generar un espacio de confianza donde se sientan cómodos para preguntar, y recordar que educamos con el ejemplo. Si ven que nos incomodamos, entenderán que el sexo es algo incómódo.

Aseguráis que, según fuentes del Gobierno, los jóvenes españoles recurren en su mayoría a buscar esta información en internet (47,8%), ¿qué riesgos conlleva?

El principal riesgo es que la información que encuentran no siempre es fiable y perpetúa mitos de la sexualidad que son negativos. Internet está lleno de mitos, estereotipos y, sobre todo, pornografía que no muestra una visión realista ni saludable de la sexualidad. Si no tienen herramientas para contrastar lo que ven, pueden interiorizar ideas erróneas sobre el deseo, las relaciones o el consentimiento.

¿Por qué parece que engancha tanto a los jóvenes la pornografía, que muchas veces descubren sin buscarla en internet?

La pornografía es accesible, gratuita y está diseñada para captar la atención con estímulos muy intensos. Además, en la adolescencia el cerebro está en pleno desarrollo, lo que hace que sean más vulnerables a la dopamina y al refuerzo inmediato que produce este tipo de contenido. Si no tienen educación sexual, pueden confundir el porno con la realidad y desarrollar expectativas poco realistas sobre las relaciones.

¿Qué tres claves hay que transmitir a los hijos para que no crean todo lo que ven a través de la pantalla en relación a la sexualidad?

1. El porno no es educación sexual. Es ficción, como una película, no representa la realidad ni lo que las personas suelen hacer cuando tienen sexo.

2. Las relaciones reales se basan en el consentimiento, el deseo y la comunicación. En el porno suelen faltar estos elementos esenciales.

3. Tener dudas es normal. Es mejor resolverlas con información fiable que dejarse llevar por lo que aparece en internet. Si tienen dudas pueden acudir a los adultos o bien les podemos proporcionar ciertos recursos para que los consulten de manera autónoma.

¿Cuál es la mejor fórmula para desarrollar su pensamiento crítico en este asunto?

La clave está en el diálogo y en fomentar que cuestionen lo que ven. En lugar de prohibir o censurar, es mejor acompañarlos en la reflexión: preguntarles qué opinan, qué les hace sentir cierta información o qué diferencias ven entre el porno y las relaciones reales. Si se sienten seguros para hablarlo en casa, tendrán más herramientas para tomar sus propias decisiones.

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