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Necesidades específicas en el aprendizaje

«A mi hijo le regañaban en el colegio por no aprender y nosotros le reñíamos en casa. Fue una tortura»

Ante el aumento de casos de niños con necesidad de apoyo en el aprendizaje, los expertos solicitan que esta realidad «no se vea como un problema, sino como una oportunidad para mejorar la equidad en la educación»

El eficaz y sencillo truco de un profesor para que un alumno pase de no estudiar nada a esforzarse

Laura Peraita

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El número de alumnos que requieren necesidad de apoyo específico en el aula ha aumentado significativamente en los últimos años. Durante el curso 2021/22 se registraron 554.426 casos, mientras que en el curso 2022/23 hubo 704.192, según datos del Ministerio de Educación recogidos en la 'Estadística de las Enseñanzas no Universitarias. Alumnado con necesidad específica de Apoyo Educativo'.

Estas necesidad de apoyo específico hace referencia fundamentalmente a situaciones derivadas de la vulnerabilidad socioeducativa (36,0%), dificultades de aprendizaje (31,0%), trastornos de la atención (7,8%), trastornos leves y moderados del desarrollo del lenguaje y la comunicación (7,7%), altas capacidades intelectuales (7,3%), retraso madurativo (3,8%), integración tardía en el sistema educativo (2,8%) y desconocimiento grave del idioma (2,5%).De esos 704.192, la mayoría corresponde a las enseñanzas obligatorias, con 313.316 en Educación Primaria y 253.234 en Secundaria.

Los dos hijos de Fernando, de 12 y 13 años, forman parte de esta estadística y conocen muy bien todo el sufrimiento que hay detrás de un simple número. «Mi hija se esforzaba muchísimo en Primaria por seguir el curso, pero no conseguía mantener el ritmo que le exigían en clase, tampoco mi hijo, que tiene inquietud motora, y le obligaban a seguir las clases tradicionales y no podía mantenerse sentado tantas horas delante de un papel. Nos decía que le regañaban y castigaban todos los días fuera del aula y, nosotros al saberlo, le regañábamos también y le castigábamos en casa. Fue una tortura. En el colegio nos responsabilizaron de la situación diciéndonos que, como padres, no les inculcábamos disciplina y no les poníamos límites».

La situación se hizo insostenible y no les quedó más opción que buscar otro centro escolar para ambos. Los dos empezaron en el Colegio Jara y según Fernando el cambio fue espectacular. «Van con ilusión, cuando antes ni querían acudir a clase. Los profesores se han preocupado de adaptar el conocimiento a los niños, ya no se trata de que memoricen un texto a base de repetirlo, utilizan otras técnicas en las que ellos investigan, buscan información, la preparan, experimentan, la trabajan en grupos, la exponen... Disfrutan mucho al ver que avanzan. Han ganado en autoconfianza y seguridad y en casa hemos conseguido un gran equilibrio en la convivencia. Era muy triste ver cómo antes mi hijo se encerraba en su habitación al llegar del anterior colegio porque pensaba que era tonto, que todo lo hacía mal».

Patricia Solís, directora académica del máster universitario en Educación Especial de la Universidad Internacional de La Rioja, asegura que el aumento de alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo no debe verse como un problema, sino como una oportunidad para mejorar la equidad en la educación. «La clave está en la formación de docentes, la colaboración entre familia y escuela y en la aplicación de estrategias pedagógicas inclusivas. De esta manera, se podrá garantizar que todos los alumnos, independientemente de sus circunstancias, tengan acceso a una educación de calidad adaptada a sus necesidades. La detección de necesidades específicas puede provenir tanto de los docentes como de los padres. En muchos casos, los profesores son los primeros en notar dificultades en el aula, como problemas para seguir el ritmo de la clase, desmotivación o un rendimiento desigual. Los padres, por su parte, pueden identificar signos en casa, como frustración al hacer tareas o cambios en el comportamiento del niño. En el caso concreto de las altas capacidades suelen ser los padres los primeros en detectar un ritmo de desarrollo cualitativamente diferente, y en el caso de las dificultades de aprendizaje suelen ser los docentes quienes primero perciben las señales de alarma«.

Insiste en que el papel de los especialistas, como orientadores educativos y psicólogos, es clave en este proceso. «Un diagnóstico temprano permite adaptar la enseñanza para cada caso, brindando a los estudiantes herramientas adecuadas para su aprendizaje. Es importante destacar la colaboración entre la familia y la escuela, ya que un enfoque conjunto permite establecer estrategias más efectivas y personalizadas. El compromiso de la comunidad educativa y de las instituciones es fundamental para lograr un sistema formativo que valore la diversidad y brinde igualdad de oportunidades a todos los estudiantes».

Formas de procesar

En la misma línea se manifiesta Irene Ranz, presidenta de la Fundación Aprender, al asegurar que el problema es que en muchos colegios se trabaja con modelos pasivos del siglo XIX que no tienen sentido en el siglo XXI ante una realidad que demuestra que no todos aprendemos de la misma manera. «Lo importante no es cómo enseña el docente, sino cómo aprende el alumno. Debemos conocer que sus cerebros tienen diferentes formas de procesar, y cuando eso lo entiende el docente puede ajustar el aprendizaje. Pero, si no reaccionamos ante un niño con características diferentes como puede ser en la lectoescritura, dislexia, Tdah..., se sentirá frustrado y puede que termine por quedar al margen del sistema educativo abandonando los estudios. No nos podemos permitir esta pérdida de talento».

Puntualiza que la fundación nació en 2007 precisamente por la necesidad de un grupo de padres, madres y profesionales de atender «las mal llamadas dificultades específicas de aprendizaje, mal llamadas porque las dificultades -insiste- lo son para aprender con un sistema obsoleto, no para aprender. Hay que recuperar la esencia de la enseñanza y sacar el máximo potencial de los alumnos con las herramientas necesarias».

Para lograrlo han desarrollado el modelo Helix cuyo objetivo es la plena integración en el aula teniendo en cuenta los diferentes ritmos de los escolares y garantizar que aprendan y desarrollen todo su potencial desde la normalización, lo que evita consecuencias como problemas psicológicos , emocionales o familiares. «Miramos a cada niño, conocemos sus singularidades y programamos a tres ritmos distintos, de manera que todos están trabajando lo mismo pero cada uno dentro de uno de esos 3 ritmos. Es lo que llamamos Planifica A3. Y todos lo hacen en el aula, en nuestro caso, además, con los apoyos también dentro del aula en lugar de sacar de clase al alumno para que reciba aparte dicho apoyo y que se vea 'señalado' por ello».

Pero, además de inclusivo, Helix es también un modelo flexible, abierto, activo, que cuenta con metodologías, herramientas y estrategias (entre ellas el aprendizaje cooperativo, ajedrez educativo, neurodesarrollo, rutinas de pensamiento, organizadores gráficos, autoevaluación y heteroevaluación...) con las que los niños aprenden investigando, descubriendo, experimentando y aprendiendo del error.

No obstante, Irene Ranz reconoce que el Decreto 23/2023 por el que se regula la atención educativa a las diferencias individuales del alumnado en la Comunidad de Madrid es una prueba de que empieza a ser un asunto al que se le concede cada vez más importancia. «Sin embargo, nos preocupa que en muchos centros no se sabe cómo dar respuesta a estas necesidades y hace falta formación para el profesorado. Todavía queda mucho por hacer, pero vamos por el buen camino».

Para una inclusión efectiva de estos alumnos, Patricia Solís advierte que hacen falta metodologías flexibles y adaptadas a la realidad de cada alumno porque «no podemos seguir pensando en un aula homogénea porque la realidad es diversa». Algunas estrategias incluyen:

 • Aprendizaje diferenciado: ajustar los contenidos y las actividades según las necesidades individuales, ofreciendo materiales de distintos niveles de complejidad. Si partimos de una planificación de aula totalmente accesible no será necesario ir poniendo parches.

 • Uso de tecnología educativa: aplicaciones y plataformas digitales pueden facilitar el aprendizaje, especialmente en casos de dificultades específicas como la dislexia. La tecnología educativa debe ser un aliado, un medio para lograr un fin y no un fin en sí mismo.

 • Trabajo cooperativo: fomentar el trabajo en grupo donde los alumnos se apoyen mutuamente, promoviendo un entorno inclusivo y facilitando el aprendizaje entre pares. El aprendizaje es más significativo cuando se da entre iguales y paralelamente se aprenden otros aspectos de habilidades sociales igualmente necesarias.

 • Refuerzo personalizado: diseñar planes de acompañamiento específicos con apoyos dentro del aula, asegurando que cada estudiante reciba la atención necesaria.

 • Atención emocional: considerar el impacto emocional de estas dificultades y fomentar la autoestima del alumno. Las estrategias de educación emocional y la creación de un ambiente positivo en el aula pueden marcar una gran diferencia. De lo contrario, el impacto y las consecuencias que pueden tener estas dificultades pueden ser tremendas para el alumno.

 • Formación docente continua: es esencial que los profesores estén capacitados para identificar y abordar estas necesidades, participando en cursos y talleres sobre metodologías inclusivas y estrategias pedagógicas adaptadas. ¿Atender a la diversidad implica mayor trabajo? Esta pregunta se plantea en muchos foros, y la respuesta pasa por tomar consciencia de que estamos tocando vidas.

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Sobre el autor Laura Peraita

En ABC desde 1994 como periodista de formación, empresa, motor. Desde 2011 al frente de ABC Familia, donde escribo y modero debates de lo más importante en la vida: nuestros peques, parejas y mayores.

Laura Peraita

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