ACOTACIONES DE UN OYENTE
Planas tocado y Marlaska hundido
Si el Grupo Parlamentario Popular formuló hasta diez preguntas al Gobierno, solo una tuvo como asunto central la amnistía
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El Senado reprueba a Marlaska después del asesinato de dos guardias civiles por el narco

La prueba más clara de que Feijóo sabe que se equivocó en aquel 'off the record' es el planteamiento de la sesión de control de este miércoles. Si el Grupo Parlamentario Popular formuló hasta diez preguntas al Gobierno, solo una tuvo como asunto central la ... amnistía. La formuló Cayetana Álvarez de Toledo, que sigue, por cierto, por la senda argumental que inauguró el pasado viernes en el Ateneo y que se resume en: «Socialistas, abandonen toda esperanza. Se dirigen ustedes a un muro: el derecho».
Este miércoles ha repetido ese mensaje en el Congreso: «En España hay jueces independientes, fiscales con criterio, una Constitución y el derecho europeo. La amnistía podrá ser aprobada, pero nunca aplicada». Y remató con una advertencia: «El Gobierno agoniza entre una doble pared: la del derecho y la del pueblo. Esto no ha hecho más que empezar». Parece el mensaje adecuado, con un trasfondo positivo y esperanzador que cumple un triple objetivo: el primero es alentar a los críticos del PSOE a que den un paso en pos de su dignidad antes de que el derecho los condene a una pena eterna de hemeroteca; el segundo, abrir una grieta entre sus socios dando a entender a Junts que los están engañando; y el tercero, cambiar ese 'momentum' oscuro, derrotista y desilusionado por un estado de ánimo ganador, esperanzado y optimista.
En el PP parecen dejar claro que, en este momento, no les conviene que el debate se centre solo en la amnistía porque el tema se ha convertido en un bumerán. Y más si lo saca Feijóo. No solo eso, fuentes cercanas a Vox aseguran que ese asunto «ya no tira tanto electoralmente» y, en lo puramente comunicacional, está casi amortizado. Por eso, supongo, las dos preguntas de los de Abascal evitaron también ese debate. Se escenifica, así, un cambio de estrategia en la derecha tras las elecciones gallegas y el PP abre una nueva etapa en la que pone el foco en la debilidad territorial del PSOE, en su condición de bisagra de partidos independentistas y, sobre todo, en dos piezas de caza mayor: Planas y Marlaska.
Al primero de ellos casi lo tumban. Literalmente. Tras un duro intercambio de golpes con Pedro Gallardo, el ministro Planas se disponía a responder a Javier de Andrés cuando súbitamente se quedaba en blanco, se agarraba a la parte de delante de su escaño para no caerse y, pidiendo perdón, se volvía a sentar en mitad de una frase. Hubo unos segundos de desconcierto tras los cuales se volvió a levantar asegurando que simplemente «había tenido un vértigo». A su lado, Pilar Alegría no sabía muy bien qué hacer. Pero sí María Jesús Montero, que cruzó la parte central del hemiciclo como Vinicius cruza Old Trafford para sentarse al lado de su compañero, darle seguridad y mostrar apoyo de la mejor manera posible que es, por supuesto, callarse y simplemente estar ahí. Y miren, todos podemos salir del paso ante lo previsto. Pero no ante lo imprevisto. Y la actitud de Montero no se ensaya. Fue la de un capitán, la de una lideresa y, sobre todo, la de una vicesecretaria general del PSOE ante un compañero en problemas.
Y no se quedó ahí la cosa, sino que, tras su intervención, lo acompañó fuera y volvió para situarse al lado de Marlaska para hacer, otra vez, lo mismo. Porque la tunda que se llevó Planas no fue nada comparada con la que se llevó el ministro del Interior por parte de Tellado, de Bendodo y, sobre todo, de Ana Belén Vázquez. Muy agresivos en el tono -no les faltan motivos- y un consejo final de Bendodo: «No es usted ministro del Interior sino de autodefensa. Coja la última puerta que le queda abierta antes de que le tiren por la ventana. Porque lo van a hacer». Y un Marlaska superado y acorralado decidió terminar con la siguiente joyita: «La diferencia es que algunos viajan en barco con un narco mientras que a ese narco este ministro lo metió en prisión». Cuando uno tira de este tipo de recursos deja clara su desesperación y levanta una bandera verde que pide a gritos que lo devuelvan a corrales. Así que todo resultó una gran metáfora: Planas mareado, Marlaska pidiendo el descabello y Sánchez en su Falcon, que galopa y corta el viento cuando pasa por Barbate caminito de Rabat. Objetivo cumplido, supongo.
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