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Infierno okupa sin fin en El Yesero de Vallecas: «Nos amenazan y nos tiran carne podrida»

Los vecinos acumulan denuncias sin que Sareb lo solucione: «Estoy de baja por ansiedad, me acosan de madrugada»

Una dirigente de Podemos, mafiosos con antecedentes y falsos vulnerables han pasado por los 28 pisos allanados

Frente policial para que un solo juzgado agrupe los 121 expedientes del hotel okupa: «Trafican con drogas y hay bandas latinas»

Tres vecinas propietarias protestan el pasado jueves contra los okupas y Sareb ignacio gil
Carlos Hidalgo

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El trabalenguas de la okupación mafiosa se lleva conjugando, sin que se muerdan la lengua, casi una década en los números 12, 14 y 16 de la calle del Yesero, allí donde acaba el distrito de Puente de Vallecas por el este. Carmen, Pilar y alguna vecina más que prefiere quedar en el anonimato por miedo a represalias se encierran con el equipo de ABC en una sala de juntas del complejo: «De lo contrario, es probable que os lluevan huevos», advierten, por la curiosa habilidad que tienen los okupas de su urbanización en cebarse con los reporteros. Lo dicen casi de corrido, con esa tranquilidad que da la más repugnante resignación: viven pared con pared con lo peor del barrio, una pléyade de allanadores que son maleducados, violentos y, en algunoso casos, también rateros.

Por no mencionar a aquella líder de Podemos Madrid que usurpó durante años uno de los áticos más lujosos del conjunto residencial. «Hace tiempo que ella y su pareja se fueron, pero no entregaron las llaves y él viene de vez en cuando a ver cómo está el dúplex. Nos llama gilipollas por pagar nuestra hipoteca, y encima son activistas de la PAH», dice, enfadadísima, Pilar, quien, además, es la presidenta de la comunidad y la única que se atreve a dar la cara a la hora de la foto que ilustra este reportaje.

Los pisos fueron entregados en 2007 y son 126 en total. Con el estallido de la burbuja inmobiliaria, la constructora se fue a pique y comenzaron las subastas. Una pequeña promotora comenzó a alquilar viviendas de una manera inopinada. Cuando Sareb absorbió aquellas casas que se habían quedado en el aire, la encargada de los arrendamientos cambió de nombre a una pequeña sociedad. «Y empezaron los alquileres ilegales, con contratos falsos. Alguien se quedó con los manojos de llaves de los pisos que estaban vacíos; y así salieron a relucir el Canario y el Venezolano, los apodos, por sus orígenes, »del que se encargaba de ofrecer las viviendas y del que las enseñaba por una módica cantidad de entre 1.000 y 4.000 euros dar las llaves a los okupas«. Una suerte de inmobiliaria con menos sustento legal que el historial de un asesino en serie. «Además, cobraban entre 500, 600 y 700 de alquiler», recuerda Carmen.

En la actualidad una vivienda de dos dormitorios del Yesero está en 300.000 euros; los mayores, como el ático de Carmen, de cuatro dormitorios, tienen un valor actual de 600.000. Entretanto, en febrero 2019, comenzaron a subastarse los 36 pisos sin uso; quedaron 28 sin dueño «y la constructora dio las llaves a esta gentuza, una empresa pirata con un domicilio social en una vivieda y sin cuentas presentadas ni nada».

«Creemos que el Canario tenía relación con la inmobiliaria; él okupó el 1ºB del bloque 12 y lo utilizaba cuando venía o se lo alquilaba a otra gente los fines de semana. Hasta que yo lo pillé en una ocasión y llamamos a la Policía», apunta otra vecina afectada. Hubo un momento en que estaban allanadas las 28 viviendas: «No sabíamos ni por dónde habían venido». Ahora quedan once, con alrededor de 40 o 50 personas ilegalmente, aunque saber un censo exacto es harto complicado.

Así que el Canario se hizo fuerte, con ingresos de 500-600 euros al mes por cada una de las 28 viviendas. «Hasta que me metieron al Venezolano pared con pared de mi casa –añade Carmen–, y comenzaron las juergas, los golpes en las paredes...». «Además, una pareja vino a alquilar con maletas un piso el fin de semana. Como ya teníamos la sentencia de Sareb en la que estipulaba que los pisos eran del 'banco malo', llamamos a la Policía y los arrendadores mostraron un contrato de alquiler de 300 euros por esos días, pero era falso y se fueron inmediatamente. Los agentes se llevaron las llaves de esa vivienda. A los seis días, aparecieron el Canario y el Venezolano y alguien tabicó la puerta», rememora otra residente afectada.

Robo de un Porsche Cayenne

Paralelamente, murió un vecino que ra propietario y fue cuando pillaron a ambos mafiosos con un cerrajero cambiándo la puerta de esa vivienda y también forzando el Porsche Cayenne. La Policía Nacional se los llevó detenidos y nosotros denunciamos en comisaría. El Canario no volvió a la urbanización, que tiene amplias zonas comunes y piscina que comparten con otras dos promociones.

En todo este embrollo burocrático, el algoritmo de la okupación, siempre tan poco cariñoso, ha dejado a «los once más conflictivos en la promoción»: «Es gente que le ha echado mucho morro, que vive bien, pero se vive mejor de okupa, claro... Han hecho a cuatro vulnerables, pero no les falta su teléfono IPhone, el colegio concertado... Vienen con denuncias por maltrato, que son falsas y es su forma de engañar».

Hay otro matrimonio, de cubanos, que no vive en el edificio pero que tampoco ha entregado las llaves y vienen de vez en cuando por aquí. Enfrente de mi piso, una pareja de profesores que se ha comprado un chalé pero que también se han quedado con las llaves; como Maby Cabrera Sevilla, la que fue número 2 del exJemad en Madrid por Podemos, que tenía alquilado un piso en propiedad al que se ha ido a vivir en abril y ahora tampoco ha devuelto las llaves. Ya no viven aquí, en el duplex con ático, pero vienen de vez en cuando a mirar el buzón, a ver a la PAH...«, denuncian. »Se jactaban de ello y nos dicen: 'Quien hace la ley hace la trampa'. Y que los gilipollas somos nosotros por pagar una hipoteca«.

También hay un piso patera: lo han podido legalizar, «pero ahí no duerme dos noches el mismo», afirman. «Son camas calientes, ella trabaja de interna y realquila por huecos. Luego, el Canario usurpó una vivienda y tenía a la querida en otra, donde se ejercía la prostitución».

Al final, Carmen se viene abajo. Lleva de baja psicológica desde junio, medicada contra la ansiedad y la depresión. «Nos amenazan y recibo llamadas de madrugada que nadie contesta cuando descuelgo», dice, al borde de las lágrimas. A Pilar le han tirado carne podrida en el felpudo de entrada a su casa. Los okupas han tirado cristales dentro de la piscina comunitaria y en las duchas; hay amenazas de muerte pintadas en ascensores... Y Sareb, que mira para otro lado.

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