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Condenado a 20 años de cárcel 'el asesino del Grindr' por matar a un joven de 65 puñaladas

Manifestó en el juicio que la víctima no pudo defenderse ante el ataque «repentino», una confesión que logró la reducción de 5 años en la pena

El asesino de Grindr: sado gay y 65 puñaladas

Ovejero fue detenido en Argentina en 2021, tres años después de fugarse ABC
Cruz Morcillo

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Julián Ovejero, conocido como el 'asesino de Grindr', ha sido condenado a 20 años de prisión por matar el 23 de febrero de 2018 en un piso de Carabanchel de 65 puñaladas a Najuzaith Zahell Díaz. Se había citado con él a través de la aplicación 'Wapo' para mantener relaciones sexuales y acabó asesinándolo sin que la víctima pudiera defenderse.

La Audiencia de Madrid le condena como autor de un delito de asesinato alevoso y ensañamiento y le impone una indemnización de 24.000 euros que deberá pagar la hermana de la víctima, Leticia Rodríguez, que vive en Estados Unidos.

Ovejero, que tras el crimen huyó a Argentina y permaneció fugado durante tres años y medio, ha visto rebajada su condena en cinco años tras reconocer al inicio del juicio, el pasado día 12 que Zahell no pudo defenderse del ataque «repentino» porque le sorprendió por la espalda, cambiando así su declaración de marzo de 2022 ante el juez instructor. Inicialmente Fiscalía y acusación particular solicitaban para él 25 años de cárcel, pero tras reconocer los hechos la petición fue de 20 años, la condena que ahora han impuesto los tres magistrados.

En los hechos probados de la sentencia, a la que ha tenido acceso ABC, se relata cómo aquella noche del 23 de febrero de 2018 Ovejero tras mantener relaciones sexuales con Zahell, atacó a este «por la espalda» junto a la puerta del piso de Carabanchel en el que vivía. Le clavó una y otra vez un cuchillo de doble filo que dejaron a la víctima malherida en el suelo. Pero no paró ahí. Luego arrastró el cuerpo varios metros hasta el salón y siguió atacándolo en el cuello (nueve veces) y el abdomen (veinticinco) para acabar haciéndole un corte lineal, «recto y descendente de forma oblicua, cruzando nariz, hemilabio superior y mitad izquierda del mentón». Le rajó la cara cuando Zahell aún estaba vivo y le provocó un total de 65 heridas por todo el cuerpo.

Le rajó la cara

Zahell, nacido en Puerto Rico, y afincado en Madrid desde hacía años estaba «embriagado y bajos los efectos de drogas tóxicas». El análisis del cuerpo de la víctima así lo reveló y el propio acusado admitió en el juicio que «él había consumido drogas y se notaba que no estaba bien, vulgarmente hablando, un poco colocado (...)».

El asesino le provocó un sufrimiento innecesario y buscado: la víctima estaba con vida durante todo el ataque, según explicaron los forenses. El fiscal preguntó, además, al acusado si en el suelo Najuzaith seguía vivo. Respondió afirmativamente. Igual que cuando se le insistió: «¿Cuándo usted le seguía agrediendo seguía vivo?. El acusado: «Cae al suelo y seguí matándolo».

La Sala estima que existió ensañamiento. «Obró con el ánimo de causar a la víctima un dolor innecesario para la ejecución del delito, lo que se desprende del elevado número de puñaladas inferidas a la víctima (65) y de la dispersión corporal de las mismas, así como de las características de las distintas agresiones».

«Cae al suelo y seguí matándolo», admitió el autor, que asestó 65 puñaladas a la víctima

El acusado, en busca de esa eventual rebaja de condena, reconoció en su declaración la acusación de la Fiscalía y se retractó de lo que había dicho ante el juez instructor. Entonces aseguró que cometió el crimen «hasta arriba de sustancias» estupefacientes. Cinco años y medio después ha recordado que no consumió drogas y que sólo la víctima tomó sustancias por su manera de «proceder y hablar». «No sabría cómo explicar lo que sucedió», dijo durante el juicio.

Al juez instructor, que le tomó declaración tras ser detenido en su Tucumán natal y extraditado a España, le contó que habían quedado a través de la conocida aplicación de citas gays para mantener relaciones sadomasoquistas. Zahell se molestó y se produjo «una pelea encarnizada» después de hacerle una brecha en el cuello en mitad de esos juegos.

El fallo es claro: no hubo ninguna pelea encarnizada. La víctima no tuvo opción de defenderse ni su cuerpo evidenció signo alguno de que lo hubiera hecho. Ovejero se ensañó con el hombre que había quedado para tener sexo y huyó a Argentina horas después.

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