DÍA MUNDIAL DEL CÁNCER
«Aprender» a vivir tras el cáncer
Pacientes que han superado procesos oncológicos en Castilla y León lanzan un mensaje de esperanza y reivindican más investigación y vigilancia ante una enfermedad que requiere un importante apoyo psicológico
Zamora, la provincia con la mayor tasa de nuevos casos de cáncer en España

Un «mazazo», un fundido negro en el que el «miedo» impera y «sientes que el mundo se te viene encima». Esos son los sentimientos que se agolpan en quienes reciben como diagnóstico una de las palabras más temidas: cáncer. Sensaciones que estuvieron muy presentes en ... Jonathan y Ana, dos supervivientes que han plantado cara a la enfermedad y trasladan hoy, uando las tasas de superación se aproximan al 60 por ciento, un mensaje de esperanza, pese a que existan secuelas y el temor siga, en cierto modo, latente. «Aunque todo se vea oscuro y haya momentos en los que pierdas las fuerzas y la ilusión, mientras hay vida, hay esperanza», comenta el joven vallisoletano, a lo que la salmantina Ana añade los «buenos profesionales médicos» y saber que «no están solos» y la «recuperación es posible». La vida sigue tras el cáncer y como reivindicaciones de futuro en la víspera del Día Mundial contra la enfermedad trasladan la importancia del «apoyo psicológico», más investigación y «vigilancia» y mejor detección a través de la Atención Primaria.
A sus 32 años, Jonathan no podía llegar a imaginar que aquel bulto que se descubrió en la rodilla le cambiaría la vida. «Sin sentir ningún dolor» decidió consultar a su médico de cabecera y directamente le envió a hacerle pruebas. Y eso fue clave para detectar a tiempo lo que terminó siendo un osteosarcoma, un tipo de cáncer óseo. «Sentí que se acababa todo. A día de hoy todavía se me ponen los pelos de punta», cuenta. Para alguien cuyo trabajo -chapista pintor- era «un hobby» y «con pasión» por el motor, que le dijeran que «casi seguro» no podría volver a ese empleo y haber «dejado de lado» las motos fue un golpe durísimo «psicológicamente». «Una de las cosas que más me ha afectado», confiesa. Al jarro de agua fría que supuso el diagnóstico le siguieron tres años «muy difíciles» en plena pandemia de Covid.
«Tocar fondo»
Cuatro largas operaciones, quimioterapia, hospitalizaciones de hasta un mes, el riesgo de una amputación y ver cómo perdía la movilidad en su pierna le hicieron «tocar fondo» y «pedir ayuda» a la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) porque «no podía con la situación». Como suele ocurrir, al problema de salud se «suman otros», como lo personal o lo laboral. En su caso, todo lejos de casa. El proceso lo vivió en el País Vasco, donde trabajaba entonces. Hoy, de vuelta en Valladolid, continúa con el respaldo del colectivo. «Fue empezar a venir y muy poquito a poquito» comenzó a ver la luz y a aprender a «convivir con lo que hay», las secuelas que ha dejado en su vida el osteosarcoma. «Y aún me queda mucho», asegura porque «no vuelves a ser el mismo. Eres una persona diferente».
«Tengo muchas limitaciones, pero al final he conservado la pierna», explica, y está limpio de cáncer. «Siempre queda miedo a qué pasará en la próxima revisión y yo creo que me acompañará toda la vida porque, además, en el osteosarcoma no hay mucha investigación». El reto ahora, dice, es «mantener la mente donde hay que tenerla, que la cabeza no vaya para abajo» y seguir haciendo frente al miedo y la frustración, que es «lo más difícil después de la enfermedad». En definitiva, «asimilar» la situación, «ver lo positivo dentro de lo que puedes hacer» y seguir hacia delante.
Para Ana María, fue un «mazazo» saber que padecía cáncer de mama. Con 62 años decidió acudir a un ginecólogo por un «bulto y una malformación» que se localizó en el pecho. «Lo primero que sentí fue miedo a lo que me esperaba, a cómo sería el tratamiento y a lo que se me venía encima. Todo de golpe», rememora. «Siempre me dio mucho miedo la palabra cáncer» y ahora, tras una cirugía, cuatro meses de quimio y cuando todo ha pasado, puede decir que para ella «lo más duro», por delante de lo físico, «fue lo psicológico». «No quería hablarlo con nadie. Supongo que me daba miedo y me lo guardaba todo para mí», recuerda. Ahora siente que se equivocó y que es importante buscar ayuda. «Si no hubiera acudido a la Asociación, no sé si estaría como estoy hoy», resume. «Cuando me dijeron que las ecografías y las analíticas estaban bien pensé que les debía la vida», sostiene.

Ana María ya ha vuelto al trabajo. «Voy con ganas» y ha dejado las «dudas» y «miedos» que sentía al principio por temor «a no poder». También ha recuperado el interés por viajar. «Cuando estaba con el tratamiento no me atrevía a salir de Salamanca. Quería estar cerca del médico por si pasaba algo», apunta cuando «las ganas de hacer vida normal» están ya presentes. El mensaje de quien consiguió vencer al cáncer con ayuda de su marido, sus dos hijos, una nieta y amigas que «siempre» han estado a su lado es de optimismo: «La recuperación es posible».
Como supervivientes de cáncer, ambos destacan que es «muy importante» trabajar en el plano psicológico. «Aún existe un tabú al respecto», considera Jonathan. «No se habla de ello», señala, antes de subrayar que es clave, además, que la «cabeza esté abierta a recibir ayuda». Echó de menos «más empatía» entre algunos profesionales al inicio y cree que estar alerta en la Atención Primaria es también esencial. «Si estoy aquí es gracias a que mi médica de cabecera me dijo: 'hazte esta placa'. Yo no tenía ningún dolor ni nada y gracias a eso a las dos semanas estaba ya en tratamiento».
En la investigación sigue estando también la esperanza, aunque Jonathan lamenta que «la gente aún no está demasiado concienciada. Yo tampoco lo estaba». Por eso, pide que se valore la importancia de la labor de la Asociación Española Contra el Cáncer. «Cuando hace falta siempre están ahí. A mí me han ayudado mucho en cosas como los desplazamientos o el alojamiento para familiares en el proceso. Eso no lo ves si no estás dentro», opina. Y coincide en este punto Ana. «Yo si no hubiera acudido, no sé si estaría como estoy hoy», resume.Pero, además, es de gran ayuda la «información» que aportan para la «tranquilidad» de quien está atravesando este difícil camino, como también lo es conversar con gente que ha pasado por lo mismo. «La comprensión es diferente, por mucho que haya gente cercana que te escuche y que también esté pasándolo mal», concluye Jonathan.
Y en eso está la AECC, recuerda su representante autonómico, Artemio Domínguez, que es, además presidente provincial de Valladolid. El objetivo frente al que es el problema sociosanitario «más importante» es claro: mejorar la supervivencia y la calidad de vida de los pacientes y hacer que el impacto de esta dolencia sea «el menor posible». La intención, a nivel global, es que se pueda llegar a la tasa del 70 por ciento de superación en 2030. En esa tarea será un aliado la «prevención», mediante una «vida saludable», y los avances médicos. «A más investigación, más vida y menos cáncer», resume Domínguez. Como ejemplo cita que en los tipos donde se han hecho más análisis, como el de mama, ya se llega al 90 por ciento de supervivencia.
Apuesta por avanzar en los más desconocidos y recuerda que desde la asociación se han aportado 35 becas a investigadores de Castilla y León para que desarrollen sus trabajos. La «equidad» es otra de las cuestiones en las que se centrará su labor. «La atención y los tratamientos tienen que ser los mismos para todos los ciudadanos independientemente de su código postal», defiende.
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