Alicia Soto: «Tuve dos momentos serios de tirar la toalla, pero nací para ser bailarina y coreógrafa»
La artista y pedagoga burgalesa ha celebrado en este 2024 que ahora concluye el 30 aniversario de una compañía que puso en marcha «con mucha ilusión», pero cuya pervivencia no ha estado exenta de dificultades que la han obligado a reinventarse
El «prodigioso» refugio de los libros expurgados

Hace tiempo que Alicia Soto (Burgos, 1968) decidió hacer las maletas e instalarse fuera de nuestro país. Lo hizo «porque me di cuenta de que si me quedaba no iba a continuar con la compañía». Aún así, sigue vinculada a Castilla y León. Cada ... verano lleva al medio rural su proyecto pedagógico 'Un paso adelante' y fue en el vallisoletano Teatro Calderón donde estrenó el pasado septiembre 'Paisajes humanos', su última gran producción. Dice la artista, pedagoga e investigadora que con ella se ha querido dar «un homenaje» por los 30 años de Hojarasca, un aniversario ante el que se «emociona» al hablar al otro lado del teléfono desde Oporto, donde reside actualmente. Junto a ella repasamos los inicios de esta compañía pionera en la Comunidad y su amplia trayectoria.
¿Qué recuerdos tiene de los inicios de Hojarasca?
Había mucha ilusión, ganas de construir, de crear mi trayectoria. Me encontré con que estaba todo por hacer. Cuando llegué a Castilla y León se estaba poniendo en marcha el circuito de teatros e iba a lugares donde no sabían lo que era un linóleo o que se escandalizaban cuando decías que ibas a llegar ocho horas antes. Hubo que educar y trabajar simultáneamente para crear la compañía. Luego, nuestros montajes eran muy contemporáneos. No se había visto mucha danza y lo poco que se veía era más formal. Éramos los locos.
En este tiempo, ¿ha tenido más motivos para tirar la toalla o para disfrutar?
He tenido dos momentos importantes de tirar la toalla, de decir «hasta aquí». Pero es que lo llevo en la sangre. Soy bailarina y coreógrafa. Es para lo que he nacido. He hecho pausas para respirar y he vuelto con más fuerza, con muchas más ganas de hacer cosas.
No cede en su empeño.
Es que cuando se me mete un proyecto en la cabeza... Me ha pasado, por ejemplo, con el nuevo espectáculo, 'Paisajes humanos'. Desde 2020 había hecho pequeñas piezas aunque no una gran producción. Tenía ideas, pero no me parecían lo suficientemente interesantes hasta que surgió este trabajo. Normalmente son montajes que invitan a una reflexión social. Pongo al público frente a un espejo sobre una sociedad o un punto social fuerte. Ahí es cuando cojo energía para pensar que debo hacerlo sí o sí, tenga los problema que tenga. Es lo que me pone las pilas.
Pudo asentarse en Barcelona. Sin embargo, eligió Castilla y León.
Efectivamente, mi formación es catalana. Me formé en el Instituto de la Danza y luego en la escuela de Pina Bausch, en Essen (Alemania), una de las más importantes del mundo en danza contemporánea. Llegué con una beca de la Generalitat que se prolongó durante tres años. Lo lógico es que a mi vuelta me hubiera instalado en Barcelona porque allí sí me conocían y en Castilla y León no. Pero quería hacer un proyecto sin ningún tipo de influencias artísticas. En una gran ciudad donde hay mucho movimiento artístico, quieras o no, te acaba influyendo. Vas a ver espectáculos y todos tienen la misma dinámica, estilo... Por eso decidí ir al desierto del trigo. Fue duro porque empecé de menos cero, y aunque no me puedo quejar porque hubo gente que me apoyó, todo hubiera sido más fácil en Cataluña.
Y luego varios de sus proyectos echaron raíces en el medio rural. Primero fue Sasamón, luego Serrada...
Venía de tener una base alemana muy fuerte, donde no sólo te forman como bailarina, sino que te dan unas ideas del concepto de la danza, de su filosofía, de cómo trabajar... Pasé de una ciudad como Barcelona a estar en medio de un bosque en Alemania, donde me sentía mejor. Y con la idea de que con un buen equipo de producción puedes crear donde quieras, empecé a buscar en España dónde me sentía bien, que era en los pueblos. Además, creía profundamente en la descentralización, pensaba que en las zonas rurales se podía crear bien porque hay una estructura desaprovechada y que en ellas la gente tiene derecho a la cultura. Hoy está en boga eso de llevar las residencias artísticas al medio rural, pero cuando yo empecé, en 1994, era muy raro.
¿De cuál de sus múltiples facetas -investigadora, pedagoga, bailarina, coreógrafa...- disfruta más?
De todas. Depende del periodo. ¡Es que son 30 años de compañía! He vivido una evolución. He disfrutado mucho investigando sobre materiales que nunca se habían puesto en escena. Ponía a mi equipo en situaciones de estrés terrible porque les decía: «Quiero un palo chino de cuatro metros de altura, o espejos espía en metacrilato para transportarlos...». Ahora disfruto enseñando.
«Me instalé en Castilla y León porque decidí que quería hacer un proyecto sin ningún tipo de influencias artísticas»
Alicia Soto
Directora de Alicia Soto-Hojarasca
Ya que menciona esa labor pedagógica, ¿cómo ve las nuevas generaciones?
Muy talentosas, pero con poca cabeza. Con muchas capacidades, pero cuadriculados. Todo lo que sale de sus esquemas les genera un estrés tremendo, lo que me resulta un poco raro, ya que yo siempre he trabajado con la idea de que no me interesa lo ya conocido.-Qué hace cuando no está bailando, enseñando, pensando en su próximo proyecto...-Poco. Mi vida está dedicada cien por cien a la compañía. Hay cosas que me gustan: cocinar, las plantas, pasear con mis perros... Me gusta tener animales conmigo porque me ayudan a ser más cariñosa, menos cuadriculada... No hago cosas especiales. Algo que disfruto, que también entra dentro de mi trabajo, es la distribución internacional. Me encanta viajar, ir a ferias y a festivales porque conozco a gente muy interesante. He estado en Costa de Marfil, ahora vengo de Canadá, lugares de una gran importancia artística a nivel mundial.
¿Y qué le da envidia sana de esos países?
Que tienen unos recursos económicos dedicados a las artes escénicas que nosotros nunca tendremos. No porque no podamos, sino porque no ha habido ningún interés. Son países que tienen una política cultural que aquí en 30 años nunca se ha hecho. Una compañía canadiense, alemana, francesa, inglesa... salen porque son contratados en un festival internacional y la embajada les paga todo. Nosotros nos tenemos que pelear entre la ayuda del Ministerio, la de la Junta... Perdemos gran cantidad de tiempo y energía en lo burocrático.... Luego, una artista como yo, con 56 años y 30 de carrera, en otro país empieza a tener un teatro para dirigir, una estructura donde acomodarse... Aquí no.
No dibuja un panorama muy bueno de la danza contemporánea en España.
Seré sincera. Estos últimos años he sido delegada de la Academia de las Artes Escénicas, estoy dentro de la Junta Directiva de la Federación Nacional de Danza como vocalía... Es decir, he ido acercándome a estructuras para tener un conocimiento y entre todos empujar. Te puedo decir que si había poco apoyo antes, ahora no hay nada. Tenemos graves y serias dificultades. Se programa cada vez menos, incluso menos que cuando yo empecé.
¿Ha cambiado su forma de trabajar en tres décadas?
Mucho. Me he ido adaptando. Todo parte de 2013, cuando me marcho de España porque me di cuenta de que si me quedaba no iba a continuar con la compañía. Ahí entendí que tenía que reconstruir mi imaginario si quería seguir trabajando, que era vital.
«Veo a los jóvenes talentosos, pero con poca cabeza (...) Todo lo que sale de sus esquemas les genera un tremendo estrés»
Alicia Soto
Directora de Alicia Soto-Hojarasca
¿Cuándo comenzó a interesarse por la danza?
Fue en el club Horizonte, en Burgos. Los sábados ponían 'Fama', la serie de los 80, y me piqué de esa manera. Luego, hice algún curso de danza y llegué a mi casa y le dije a mi madre «quiero ser bailarina y, además, de contemporáneo». Fue una convicción tan grande que a partir de entonces todo giró en torno a ello. Era una niña muy triste, con mucha rabia, mi abuela me llamaba 'La Pasionaria' porque todo me parecía injusto, y bailando era donde me sentía más feliz. Siempre he dicho que la danza me ha salvado.
¿Qué proyectos depara 2025 a Alicia Soto-Hojarasca?
Estoy preparando un viaje a Turquía. Se están abriendo puertas interesantes a nivel internacional. También tengo que hacer la distribución de 'Paisajes humanos' y quiero traer a España la pieza de marionetas y danza que hice en Senegal, 'Peur de la couleur'. Además, seguiré con un interesante proyecto en el medio rural que se llama 'Un paso adelante', que es lo que realmente hago en Castilla y León. Programo actividades para niños, mujeres y jóvenes en doce municipios en torno al lenguaje de la danza contemporánea y urbana.
¿Ve a la compañía con otros 30 años más?
No. Tengo 56 años. He intentado que haya un relevo con una persona que trabaja conmigo de forma muy estrecha pero no ha querido. Esto va a durar hasta que me canse. Así como sí que me puse una fecha para dejar de bailar, los 55, y se ha cumplido, no he tenido todavía la llamada para dejarlo todo. La tendré. Pero bueno, estoy contenta con 'Paisajes humanos'. He tenido la suerte de poder hacer esta producción en muy buenas condiciones y se lo agradezco al Ayuntamiento de Burgos, al de León y al Teatro Calderón de Valladolid. También la ayuda de la Junta. En este 30 aniversario no he celebrado una fiesta como hacen algunas compañías, pero me he hecho el homenaje de hacer una gran pieza con muchos bailarines. Estoy agradecida. Me emociona mucho hablar de los 30 años.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete