Niñas solas en pateras, el rostro más vulnerable de la inmigración
Huyen de la pobreza, conflictos bélicos, ablaciones y muchas son víctimas de la trata para la explotación sexual
Son una minoría entre los menores migrantes no acompañados y hay recursos específicos para atenderlas
Ser mujer y migrante, una carrera de obstáculos cuando sólo son menores

Son una minoría en la presión migratoria que vienen soportando España y Andalucía pero existen. Se trata de niñas y adolescentes que dejan atrás sus hogares y arriesgan sus vidas para encontrar un futuro mejor y poder ayudar a sus familias. Algunas huyen ... de conflictos en sus países de origen, otras de ablaciones y otras son víctimas de la trata con fines de explotación sexual.
La polémica abierta por la derivación a Andalucía por parte del Gobierno de España de 493 migrantes camuflados como menores de edad —según los últimos datos facilitados por la Junta—, por la presión que está soportando Canarias, con el colapso que está suponiendo para los recursos de los que dispone la Consejera de Inclusión Social, Igualdad, Juventud y Familias, ha puesto sobre la mesa la realidad de estos menores inmigrantes no acompañados entre los que también hay chicas.
En Andalucía, la Junta gestiona, a través de conciertos con varias entidades, tres centros de inserción social y laboral específicos para estas niñas y adolescentes migrantes que llegan solas Se encuentran en las provincias de Sevilla, Cádiz y Almería y llevan funcionando desde 2019. Las chicas suponen entre un cinco y un nueve por ciento del total de menores migrantes no acompañados que atiende la Junta.
Desde el 1 de enero hasta el pasado 28 de julio, se han producido 867 ingresos de los que el 94,8% son niños y el 5,2%, chicas. En su mayoría tienen en torno a los 16 años de edad. En la actualidad, hay más de 700 menores migrantes no acompañados, de ambos sexos, atendidos por el sistema de la Junta.
Ramón Rodríguez es responsable del Equipo de Mediación para la Atención para Menores Inmigrantes y Extutelados de la Consejería de Inclusión de la Junta y conoce bien esta realidad. Según cuenta a ABC, estas niñas y adolescentes viajan solas desde sus países de origen hasta nuestras costas. El viaje, en algunos casos, puede durar más de un año. Se juegan la vida para conseguir un futuro mejor y poder ayudar a sus familias en su país de origen aunque no siempre es así. Muchas vienen ya como víctimas de la trata para ser explotadas sexualmente pese a su corta edad.
«El principal problema de estas niñas es cuando son subsaharianas, sobre todo de Nigeria o Senegal, porque casi un 95% son víctimas de la trata para la explotación sexual. No vienen huyendo sino que son los tratantes los que les facilitan el viaje hasta nuestro país. Desde su país de origen hasta que salen de Marruecos es un itinerario migratorio muy complicado para estas chicas, niñas en algunos casos», explica Ramón Rodríguez.
Es tal la gravedad de lo que viven estas niñas, que la Junta atiende en la actualidad a dos bebés nacidos de sendas víctimas de trata que llegaron a nuestro país embarazadas tras haber sido violadas en el trayecto. La travesía para ellas es una pesadilla: «Es muy dura. Me cuesta hablar de ello. Por ejemplo, cuando tienen el periodo son consideradas impuras, por lo que algunas se introducen pequeñas bolsas con sangre en la vagina para simular que tienen la menstruación y evitar que las violen durante el viaje. Pueden tardar más de un año en la travesía hasta Marruecos y luego en patera hasta Andalucía. El trayecto en patera es muy caro. No tienen tanto dinero. No nos cuentan cómo lo han pagado, pueden pasar meses hasta que se atreven a contarlo. Vienen muy amenazadas», añade el responsable de este equipo.
Tan grave es esta realidad que 15 de estas menores han pedido solicitud de refugio porque en sus países las querían someter a la ablación del clítoris.
Un refugio contra la trata
Para estas menores migrantes que llegan solas y que son víctimas de la trata, la Junta también dispone de un recurso específico, aunque su ubicación no se puede desvelar para garantizar la protección de estas chicas. Entre las menores marroquíes, «es rarísimo» encontrar una víctima de la trata, según explica Rodríguez.
Francisco Mora es director de Infancia, Adolescencia y Juventud de la Consejería de Inclusión. «Llegan a nuestro país con el sueño de tener oportunidades de estudios y trabajo. Aunque aprenden rápido, el idioma no deja de ser un hándicap», indica.
Hace unos días, Mora visitó un centro de Cádiz para las menores migrantes no acompañadas, donde hay seis chicas de entre 15 y 17 años. Son todas de Marruecos, salvo una de origen subsahariano y, afortunadamente, ninguna es víctima de la trata. «Llegaron en patera. Tuve la suerte de hablar con ellas a través del traductor de Google y lo último que me dijo una me emocionó». La traducción de sus palabras es la siguiente: «Gracias por todo lo que nos ofrecéis, nos sentimos muy cómodas aquí, siempre os estaremos agradecidas y te prometo que intentaré adaptarme lo más rápido posible».
Por ello, Mora destaca que lo que estas chicas quieren «es sumar a la sociedad andaluza y se merecen todas las oportunidades después de dejar su país y a sus familias, y hacer un viaje durísimo. No dejan de ser niñas y adolescentes que están solas en nuestro país y que se han jugado la vida para lograrlo».
En estos centros se cubren primero sus necesidades básicas pero también se les tramitar la documentación para que reciban atención sanitaria, son escolarizadas y se intenta que aprendan el idioma. Pero no es lo único: «También les prestamos atención psicológica porque muchas llegan muy dañadas. Lo más importante para nosotros que tengan referentes y se sientan queridas por su 'familia' del centro», agrega Mora. Y es que, como abunda Ramón Rodríguez, el drama de estos niños y niñas, es que no van a ver a sus familias biológicas en años.
Para los menores, sean nacionales o migrantes, que cumplen la mayoría de edad, la Junta dispone de 940 plazas en total, de las que 300 son específicas para migrantes. La Dirección General de Infancia, Juventud y Adolescencia dispone de 640 plazas para chicos y chicas menores migrantes y nacionales, de las que 73 son para extuteladas víctimas de trata. Se trata de pisos con un máximo de seis plazas cada uno. Algunos son de carácter mixto y se atienden a distintos perfiles, como por ejemplo para chicos y chicas extuteladas con alguna discapacidad.
«Estos niños y niñas vienen con proyectos de adultos, con una madurez impuesta impropia para su edad. Sólo piensan en jugarse la vida conseguir un trabajo para ayudar a los suyos. Y si en la escalera de la marginalidad los niños migrantes están en el penúltimo peldaño, en el último están las niñas. Si además estas chicas son víctimas de trata, la situación es mucho más dura».
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