Time Lapse
Los Rosales
La obra de los Rosales en San Basilio, con sus casas de comida y el apoyo al vergel patiero, son el ejemplo que ha de cundir
Elogio a la basura
Rosales, hostelería en vena. Oficio, servicio, arte y compromiso. Antes, el nombre llegaba primero, y luego se acoplaba el restaurante o el bar y su cocina. Estaba Pepe, el del Caballo Rojo. Rafael, el del Churrasco. Pepe, el de la Judería, sentado en la ... silla de enea a la entrada. Juan Peña, Julio Montes del Astoria y Tony Montes, Antonio Canals el de Picnic... Y Alberto Rosales, el de las marisquerías o el Bar Crismona. Eran gente de otra pasta que si paraban en algún momento tenían la certeza de que el precipicio sería más hondo que el vértigo que pueda dar hoy el reloj con horas, los cuatro días a la semana de laboro o la cocina que cierra a las cuatro de la tarde en Córdoba.
Le confesaba Alberto Rosales a su propio hijo en una entrevista que le molestaba el hecho de que ninguno de sus nueve nietos fuera a dedicarse al negocio donde él echó los dientes y cursó su vida; donde sus cuatro hijos, todos con estudios y hoy en los pilares del grupo empresarial, habían terminado como 'víctimas' de una especie de genética implacable. Atraídos por el bendito veneno. Aún así, al final de la respuesta vaticinaba que alguno de esos nietos caería en el veneno... Y a fe que no se equivocó porque ya hay tercera generación.
Alberto Rosales no tenía pelos en la lengua si hablaba de política, de negocios o de Córdoba. Pude comprobarlo. Tenía claro que los fogones se encendían para terminar en el turismo y que la buena mesa y atención en sala eran la clave y podían estar de igual forma en un bar de barrio, sin remilgos. Pero también tenía mano izquierda para tejer redes de colaboración. Y los buenos consejos de su esposa.
Un restaurante o una taberna son una oficina de turismo y una concejalía del ramo en toda regla. Y tienen un poder prescriptor casi exponencial sin necesidad de cruzar el umbral de la Mezquita. Por eso la obra de los Rosales en San Basilio, con sus casas de comida, su guiño a la hospedería y el apoyo al vergel patiero, son el ejemplo que ha de cundir, el legado de un padre al que uno puede ver en la intersección de caracteres de sus cuatro hijos o el simple deber cumplido.
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