CÓRDOBA ENTRE LÍNEAS
Adolfo Sánchez Hidalgo: «La política es ahora un elemento de separación, no de convivencia»
entrevista
El presidente del Instituto Español de Ciencias Histórico Jurídicas y profesor de DerechoEspecialista en la Filosofía del Derecho, alerta de los populismos
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Adolfo Sánchez Hidalgo (Córdoba, 1982) fue el pasado noviembre el anfitrión de uno de los padres de la Constitución, Miguel Roca, que disertó junto a otros ponentes sobre el 'Consenso Constitucional y Memoria Democrática' en la Sala Orive. La cita, que tendrá continuidad ... en 2025, estaba organizada por Instituto Español de Ciencias Histórico-Jurídicas, que él preside desde 2023. Profesor Titular de Filosofía del Derecho en la Universidad de Córdoba (UCO), actualmente imparte docencia en las asignaturas de Teoría del Derecho, Oratoria y Metodología Jurídica, pertenecientes a los estudios de Grado en Derecho y del Máster en Asesoría Jurídica de Empresas.
-¿Cuáles son las cualidades que ha reunir un profesor universitario?
-Creo que un profesor de la universidad tiene que tener como tres preocupaciones principales, que han de ser sus alumnos, la sociedad y propia la universidad. Hasta ahora siempre he intentado conectar muy bien con los alumnos y hacer las clases de manera que fuesen atractivas, que ellos pudiesen entender. Transmito ideas que no son del todo fáciles, porque la Filosofía del Derecho consiste en reflexionar sobre conceptos políticos que han tenido muchos siglos de elaboración y hay que explicarlos de manera sencilla. A los alumnos de Primero de carrera, que realmente no saben todavía qué es el Derecho porque no han tenido ocasión de experimentarlo y de vivirlo, pues les puede resultar difícil.
-¿Y cuál considera que es la clave de conexión con un alumno?
-Hombre, pues primero el lenguaje. Utilizar uno que ellos sean capaces de comprender y, por supuesto, prestarles atención a ellos: no tanto preocuparte de que ellos te presten atención, sino prestarle atención a ellos. Sus caras mismas te van a decir cuando están pendientes de lo que dices... En realidad, la docencia es sencilla. De lo que se trata es de ver a quién está delante y saber si realmente está comprendiendo lo que uno está diciendo, o no. Hoy es más difícil que hace un tiempo. Yo empecé con veintidós años a dar mis primeras clases, estamos hablando de 2006. Y ahora a los chavales les cuesta más el pensamiento abstracto, mantener la atención.
-Los móviles, las pantallas.
-Sí. Es terrible. Hoy lo tienen todo muy fácil. En términos de inmediatez. Ven una película y los efectos especiales parecen reales, pero las personas de mi generación, cuando veíamos una película de ciencia ficción, teníamos que echarle mucha imaginación para darle credibilidad a lo que estábamos viendo, y creo que eso estimulaba el pensamiento abstracto, por lo que estábamos más preparados para desarrollarlo, así como para la lectura comprensiva, para el manejo de textos, para la asociación de ideas. Creo que hoy cuesta mucho más.
-¿Cómo trata un profesor de Derecho de infundir confianza en el Estado de Derecho, en la separación de poderes y en la nobleza de la política con lo que estamos leyendo todos los días en los periódicos?
-Yo creo que el Derecho está resistiendo.
-¿A quién? ¿A los políticos?
-Sí, el Derecho está resistiendo. Porque una cosa que yo digo mucho en clase o en mis intervenciones científicas es que el problema no es la judicialización de la política: el problema es la politización de la justicia. En el Estado de Derecho, la judicialización de la política es lo normal, porque todo poder jurídico tiene su origen y encuentra sus fundamentos en la norma que le confiere esa potestad o ese poder de mando. En el momento en que se aparta de la norma que se lo confiere, ese poder queda inmediatamente deslegitimado y, por tanto, no merece ser obedecido. Lo que nos recuerda el Estado de Derecho es que nosotros no obedecemos a las personas, sino que obedecemos a la Constitución y a las normas que derivan de ese marco jurídico que dibujó la propia Constitución, y esto es una garantía frente a la arbitrariedad y frente a la tiranía. Dicen que igual podemos encontrar otra forma de legitimidad y de razones para obedecer, pero no nos van a ofrecer la seguridad ni la estabilidad que nos da el Estado de Derecho. Usted habrá estado enamorado alguna vez, ¿no?

-Hombre, pues sí. Alguna vez.
-Entonces sabrá qué le pasa a uno cuando se enamora.
-Más o menos. Pero explíquese.
-Si usted ha estado enamorado seguramente se habrá perdido, habrá hecho tonterías por la persona en cuestión y luego, cuando haya echado la vista atrás, no se habrá reconocido. Es lo que pasa con el carisma, que puede ser muy atrayente, pero también tremendamente peligroso. Porque, claro, si estás enamorado de la persona correcta, es fantástico.
-Otra cosa es enamorarse de Pedro Sánchez.
-Claro, si está enamorado de la persona equivocada va a pasarlo usted muy mal.
«La memoria democrática se ha ideologizado y se ha utilizado como arma arrojadiza»
-El Instituto Español de Ciencias Histórico-Jurídicas, con sede en Córdoba, reclama un concepto amplio de la memoria histórica lejos de la monopolización de la izquierda.
-Sí, es que yo creo que ése es el gran problema, que el concepto de memoria democrática se ha ideologizado y se ha utilizado como arma arrojadiza para defender un discurso, una retórica política antifranquista, que es realmente lo único que une a estos partidos en coalición y para ello han utilizado como caballo de Troya la idea de memoria democrática, pero traicionando nuestra verdadera memoria democrática, que es la de la concordia, la del consenso y la del vamos todos juntos a crear algo nuevo, que sería la defensa del legado de la Transición. De un sitio y de otro. Aquí lo más fácil que podría haber ocurrido tras la muerte de Franco era que se hubiese perpetuado el régimen franquista, a través principalmente del aparato militar. Si eso no sucedió se debió principalmente a la obra de Torcuato Fernández-Miranda, porque la ley de reforma política supuso ya la entrada de nueva savia en lo que era la estructura del régimen y permitió su reforma.
-Hay quien sigue hablando del 'régimen del 78' en un tono muy despectivo.
-El 78 es todo lo contrario de un régimen, porque en realidad es la salida de un régimen, del régimen franquista. Si se quiere se puede también hablar también de una reforma para la ruptura y eso en gran medida se debe a gente que se lo jugó todo en esa época, como fue Torcuato Fernández-Miranda; y Adolfo Suárez también fue clave, y obviamente, don Juan Carlos, porque era el sucesor natural de Franco y sin él tampoco habría sido posible esa Transición.
-Cuando observa a los políticos que gobiernan o que están en la oposición en la actualidad, ¿cree que tienen una amnesia de la Transición o un simple desconocimiento?
-Si no la conocen, si no conocen nuestra Historia: es un pecado pero puede ser excusable. Pero que deliberadamente la traicionen es aún peor. Yo creo que más que una ignorancia de la Transición lo que hay es una traición a la Transición. Creo que en España hemos dejado atrás una política que estaba centrada en lo que era la unión de las diferentes movimientos sociales, de las diferentes ideologías, una política que unía y que integraba todo en un propósito común. Obviamente había las diferencias, no era lo mismo el Partido Socialista que UCD. Había diferencias lógicas de ideología y de programa, pero lo importante era en que estaban todos de acuerdo en cosas fundamentales. Hoy la política no une. Y no lo digo sólo en relación al Parlamento o al Senado, sino también en las casas, porque una cena de Navidad se puede convertir en un drama como salga la política en la mesa. Es decir, la política se ha convertido en un elemento de separación, no de convivencia. Esa retórica desintegradora la podemos ver claramente en los populismos, que lo que persiguen es la creación de trincheras, trincheras que separan y que enfrentan, y frente a las cuales no parece que haya una salida fácil.
-¿En España hay un riesgo de populismo? ¿O ya estamos en él?
-Yo creo que no sólo en España: creo que en el conjunto de las democracias occidentales el populismo está instalado. Está instalado en España, está instalado en Francia, está instalado en Italia, está instalado también en Norteamérica. Hoy el lenguaje político ha asumido ciertas connotaciones probablemente populistas. Juega con las emociones de la gente manipulando los acontecimientos y siempre con el objetivo de crear espacios de amigos y enemigos y con un poco como de mal marketing. Interesa fidelizar a mi electorado y yo construyo el discurso sólo para él, y me dan igual los fundamentos del mismo o si se ajusta o no a la realidad de los hechos. Con que me lo compre mi electorado ya es suficiente, ya me encargaré yo de que mi electorado lo compre. De mi electorado y mis éxitos. Porque ya la política es hoy como una política trinchera que se hace para mi facción: yo no hago una política para todos, la hago sólo para los míos, o para que me la compren los que están conmigo.
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